Capítulo 5

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Editado

Decidimos no tener luna de miel y en este momento vamos para Bogotá, Colombia. Desde que paso lo del tal Emiliano, Valentina y yo, no hemos cruzado palabra, lo cierto es que no tengo ganas de discutir, y lo que me intriga más es como va ha ser mi vida de ahora en adelante y más con ella.

No quiero tener a otra mujer en mi vida, sigo y seguiré amando con todo mi corazón y alma a Camille, no hay mujer que la sustituya, se que debo superarla pero ¿Cómo lo hago? si fue mi primer y único amor, nunca he amado como la ame a ella.

¿Cómo hago para olvidar sus besos, sus caricias? Cada uno lo llevo tatuado en mi piel y en mi alma, no me olvido de sus defectos, sus virtudes, su risa, su mirada. Todo en ella sigue grabado en mi piel y en mi corazón, la amo con todo mi ser. En fin, con mi cabeza hecha un lio me recargo en el asiento para así poder dormir.

-Sebas, Sebastián, mi amor despierta- dice una voz en un susurro -no me olvides, sígueme amando, así como yo te amo, no me olvides...- despierto exaltado por aquella voz aunque se perfectamente de quien se trata, es Camille, siempre que duermo escucho su voz.

-¿Estas bien?- pregunta Valentina confundida sentada a mi lado y ¿Cómo no estarlo?, si primero duermo tranquilo y al momento despierto con un vacio en mi corazón.

-Si, estoy bien- digo seco y con la garganta seca -por cierto- digo llamando su atención -acepto- contesto para luego ponerme mis auriculares y acomodarme en el asiento.

Cuando estoy a punto de dormir siento que alguien toca mi hombro.

NARRA VALENTINA:

¿Aceptar, qué?. Ya han pasado unos 20 minutos desde que hablo y esa maldita palabra sigue rondando en mi cabeza no entendía a que se refería y como no puedo con la curiosidad decido preguntar, así que toco su hombro para llamar su atención.

-¿Qué?- pregunta con frialdad y mirándome con hastió.

-¿Aceptar, qué?- pregunto de la misma manera, parece que el no sedera y yo tampoco lo pienso hacer.

-Parece que la curiosidad mato al gato, ¿no es así?- comenta con sorna, su actitud esta a niveles que mi paciencia no tolera.

-Solo responde mi pregunta y te dejare en paz- digo ya con frustración por la situación, cruzándome de brazos y echándole una mirada mordaz.

-Me refiero a las reglas, acepto. Tu quieres a tu amante, perfecto, lo tendrás. Quieres privacidad también la tendrás y lo de no llevar a nuestros amantes a la casa me parece perfecto- escupe con cinismo y asco.

-Pero a ver que dicen nuestros padres cuando se enteren o cuando te embaraces y no sea mío. Y tu tranquila que yo no dejare hijos regados por allí- me aclara. No creí que fuera capaz de decir eso, si impuse esas reglas, era por él, yo no gano nada, más que el titulo de cornuda.

Lo hice porque no se que ha sido de él en cinco años, no se si es un mujeriego, borracho o lo que sea, lo que quiero es que entienda que no porque lo quiera, voy a soportar tales cosas, sino darle a entender que no me afectaban y tal vez algunos... celos.

Y me importo un comino que estuviéramos frente a dos azafatas y Fernando, le di una bofetada y si lo que quería era insultarme, y dejar mi dignidad por los suelos, lo consiguió.

-¡Púdrete!- vocifero para después dejarlo con la palabra en la boca, mi única salvación es el baño del avión, así que me dirijo ahí, no me interesa si lo que sigue del vuelo me la paso dentro de ese cubículo.

Prefiero estar encerrada en un baño al estar con un patán como él, tendrá 25 años y parecerá maduro pero sigue siendo un adolescente.

Han pasado unos 30 minutos y no ha venido a disculparse, pero pareciera que leyó mis pensamientos cuando toca la puerta del baño.

Cadenas de un pasado (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora