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Hoy se podría decir que era el dia más extraño y confuso de le vida de Horacio.
A decir verdad, no entendía que estaba pasando ese día, no era un día malo, ni mucho menos, solo era... Extraño. Desde primeras horas de la mañana habían recibido varios entornos sobre una señora de vestimentas raras, que gritaba palabras inentendibles a todo pulmón y luego se marchaba a otro lugar de la ciudad.
Cada vez que el aviso les llegaba, el y Gustabo conducían hasta esa zona, pero sólo encontraban a los que supuestamente habían mandado el aviso perdidos y mareados, y cuando consultaban sobre el aviso no recordaban absolutamente nada. Al inicio pensaron que era una broma de mal gusto, pero algo sacó esa teoría rápidamente.
—Pregunto, ¿a vos otros también les a saltado el entorno de la anciana que grita y cuando asistís nadie recuerda nada? —se escucho la voz estresada y cansada de Greco por su radio, lo que causó aún más confusión por parte de ambos mejores amigos.
—10-4 comisario, estábamos pensando que era una broma pero ahora que lo comenta... —hizo una pausa el rubio soltando un bufido.
—el próximo aviso que salte, vamos los dos patrullas, así hay menos probabilidad de que pueda escapar. —escucho la voz de Volkov por la radio, el y Greco iban en binomio.
—10-4,comisario —respondieron ambos amigos al unísono por la radio.
Ambos siguieron con su recorrido por la ciudad, hablando de lo raras que estaban siendo esas alertas y el por qué de estas, sonaba más a que la pobre abuela estaba perdida y le fallaban un par de cables en la cabeza, o que simplemente había escapado del sanatorio, pero Horacio seguía manteniendo un mal presentimiento que lo hacía dudar de que ese día iba a ser completamente normal. Su curiosidad aumentó al ver que la próxima alerta relacionada con el tema no era sólo una, sino cuatro desde Plaza Central.
—Joder, ya va a ver esa vieja loca—dijo el rubio cansado de perseguir a esa anciana.
Informaron por la radio que asistirían a él entorno y recibieron una respuesta similar de parte de ambos comisarios. Cuando llegaron lugraron ver a bastante gente formando un círculo justo en le centro de Plaza Central, esperaron a que el otro uo llegase a la zona y los cuatro se acercaron a él lugar poblado. En el centro del círculo formado por la gente que siempre estaba en plaza centras le sencontraba la misma señora mayor que describían en los entornos con un libro de tapa de cuero bajo su brazo y un collar similar a un rosario en la otra, se atrevería a decir que podía ser una bruja tranquilamente.
—Que cojones esta pasando? —habló el ruso mientras se acercaba al centro para intentar calmar a la anciana. —Señora, calmese por favor —pidió amablemente tratando de acercarse más a la señora.
La cual no permitió que el mayor se le acercase, sólo seguía gritándole a la gente del lugar y aferrándose a él libro bajo su brazo, tuvieron que recuir a despejar la zona y mientras Horacio y Gustabo alejaban a la gente del lugar, Greco y Volkov trataban de esposa a la mujer, pero se negaba a soltar el libro. Cuando la zona estuvo despejada, Horacio se acercó de nuevo y alcanzó a escuchar algunas palabras de la mujer.
