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Era muy tarde para revertir sus actos y volver a su casa junto a su padre y sin haber repleto el taller de mecánicos con papel de baño y pintura.
Hace semanas, el de cresta blanquecina y su hermano del alma con Cabellos rubios habían planeado un ataque de bromas a él taller con el cual Conway tenía tanta rivalidad, la verdadera historia era que en una de las fiestas organizadas en el Tequila-la-la, se habían encontrado con dos mecánicos, con los cuales habían comenzado a discutir y pelear dentro de un campo amistoso para no arruinar el ambiente, y tras varias peleas habían llegado a una especia de tratado. El que hiciera la mejor broma de Halloween ganaba 10.000 pavos. Obviamente, ninguno de los dos pudo resistirse a la tentadora apuesta y aceptaron, ellos ya tenían mucha experiencia en el campo de las bromas y travesuras, desde pequeños solían robar los chocolates que escondía la madre de Gustabo en el fondo de la alacena y reponerlos con los envoltorios vacios, eran unos perros, pero unos perros con una apuesta casi ganada.
Al principio habían comenzado con algo leve, como podía ser el pinchar las ruedas de todas las Grúas que estaban en mecánicos, Manolo y Tonet no tardaron en devolver la jugada causando algunos disturbios en Plaza Central y rompiendo las distintivas luces azules y rojas de dos patrullas que habían acudido, unos días más tarde, los anteriormente nombrados subieron la intencidad de las bromas difundiendo cosas falsas de ellos por algunas redes sociales, cosa que les tomó más de unos tres días para arreglar a Gustabo y Horacio para mantener su reputación en pie, después de todo, seguían siendo el hijo y el casi-hijo del Superintendente Jack Conway, tenían que dar una buena imagen.
Actualmente, ambos estaban pagando las consecuencias de lo que sería la broma que les daría la victoria asegurada.
Unos días antes habían comprado casi todo el papel de baño que habían encontrado en los badulaques y sumado a esto un par de latas de pintura de colores para dejar un poco de su marca en el lugar, esa misma noche, el jefe de mecánicos había cerrado el taller unas horas más temprano de lo normal y ellos se habían encargado de adentrarse al lugar trepando por las rejas de entrada y comenzar a llenar tanto Grúas como distintos vehículos de papel de arriba a abajo y de izquierda a derecha, básicamente parecían momias con ruedas. Y por si eso no fuese suficiente, con el poco tiempo que les quedaba antes de que alguien se diese cuenta de que se habían colado en el lugar, comenzaron a dibujar bastantes garabatos de cualquier cosa por todas las paredes de fuera del lugar.
Pero, como era de esperarse, los vehículos que pasaban por la carretera del frente de la entrada principal se habían percatado de lo que se estaba montando dentro del taller y llamaron a la policía.
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—¿no piensas explicarme nada? — le recriminó el ruso a su secreta pareja mientras manejaba su patrulla y el de cresta iba en los asientos traseros.
—No sabía que estabas de servicio— dijo inocente en un susurro mientras miraba por la ventanilla, observando las luces de la ciudad.
—Horacio, sabes que la mayoría de sospechas de la mafia que tenemos provienen de mecánicos, no? —le habló serio mirándolo a través del espejo retrovisor—Esa gente es peligrosa.
—Ya... Pero debes admitir que ah sido buena— dijo divertido soltando una risilla para alivianar el ambiente, se preguntaba como estaba Gustabo junto a Greco en el otro patrulla que los había retirado.
—¿A que te refieres? —
—Pues... Puede ser que con Gustabo hallamos iniciado una guerra de bromas contra dos mecánicos apostando 10.000 pavos— habló entre divertido y nervioso mientras sacaba su cabeza por entre medio de los asientos delanteros para estar más cerca de Volkov—, Pero puede ser, no te estoy afirmando y negando nada— dijo divertido.
El ruso suspiro pesadamente y aparco un momento el patrulla para apagar las cámaras y el audio, no se arriesgaría a que su jefe lo escuchase hablar con su hijo, y menos poner en juego su puesto.
Tomó la mano del de cresta, la cual estaba debajo de su mentón, sosteniendo su cabeza en el respaldo del asiento de copiloto, llevó sus nudillos a sus labios para dejar un par de besos en estos, causando unas ligeras risas tiernas del Moreno.
—Tienen que tener cuidado con quien se meten, nunca se sabe viviendo en una mierda de ciudad como esta— dijo aún con sus labios cercanos a los bronceados dedos del de cresta, este deslizó su mano hasta llegar a acariciar la mejilla del ruso con ternura antes de juntar sus labios dulcemente, siendo correspondido luego de unos segundos.
Retomaron su camino hasta, ahora con las cámaras y micrófonos encendidos, cuando llegaron lograron ver a un Gustabo con una cara de pocos amigos y a él de barba cercano a él esperando a él que suponían que era el Superintendente para que los regalara o algo, inmediatamente, Volkov y Horacio cambiaron un poco sus expresiones para poder hacer un poco más invisible su relación y se terminaron de acercar a los otros dos, el de cresta tomó asiento al lado de Gustabo.
—Crees que nos dará con la porra? —le preguntó un poco obvio al rubio.
—Hombre, raro sería que no te sacara a la calle a ti—dijo divertido, tenía suerte de no ser el hijo biológico a veces, por que por más que Horacio fuese el hijo de Conway al 100%, Gustabo había tomado un lugar parecido en el corazón del hombre de traje.
Detuvieron su silenciosa conversación al escuchar los pasos del padre del de cresta resonar por la resepcion de comisaría, ambos levantaron al mirada y vieron a su padre, impecable como siempre con sus gafas de sol y su traje perfectamente planchado y arreglado.
—¿que cojones habeis hecho ahora? —comenzó a hablar llendo directo al grano.
—Llenamos el taller de mecánicos con papel de baño—contestó el rubio.
—y pintura—siguió el otro, ambos sabían la manía que le tenía el mayor a el lugar, por lo que no se preocuparon el confesara al instante.
—¿Por que mierda-- —fue interrumpido.
—Nos insultaron a nosotros y a él CNP en una fiesta, no podíamos dejar las cosas así como así— y salió a la luz el pico de oro del rubio cambiando la historia por completo, chocando disimuladamente su puño con el de Horacio.
Un tiempo de silencio de parte de los comisarios y el Superintendente, hasta que esté habló.
—Quienes eran? —sonó más como una orden.
—Manolo y Tonet creo que se llamaban, no lo recuerdo bien— fingió inocencia el de cresta al ver como su padre notificada por la radio si alguien sabía donde podría encontrar a esos dos mecánicos.
Cuando el mayor se separó un poco de los otros cuatro para poder hablar, el de cresta conecto miradas con el ruso y le guiño un ojo con una sonrisa ladina, Viktor no pudo evitar curvar disimuladamente las comisuras de sus labios hacia arriba.
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Esta medio kk.
Me rindo gente que se joda mis horarios, hoy es noche de ver los caza fantasmas por quinta vez en la semana, siii? Naa? Siiuuu
