Capítulo 2.8- Intentarlo

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》Narra Calle《

Sus embestidas eran fuertes, profundas, como si sintiera que me estaba partiendo en dos y al mismo tiempo me seguía excitando al escuchar sus gemidos roncos.

Lanzó un pesado suspiro contra mi cuello, intentando regular su respiración, mientras que yo acariciaba su cabello.

Era ahora o nunca.

- Puedes azotarme?- Me miró extrañada.- Solo si quieres, quizás me ayude a recordar.- Ambas reímos.- Quiero sentirlo y si me duele, te diré.- Parecía pensarlo.- Quiero ser tu sumisa, que trates como al principio, que te dejes llevar.- Salió de mí suavemente.

- Arrodillate y espérame aquí.- Eso aumentó mi excitación (si es que era posible).

Observé que traía un antifaz y una corbata de satín, arrodillandose frente a mí.

- Cuando quieras parar, tienes que decirlo, yo no seguiré más de la cuenta.- Asentí suavemente.- Quiero palabras.- Gruñó succionando el lóbulo de mi oreja, sintiendo mi cuerpo vibrar.- Y que me trates como alguien superior.- Gemi con cierta satisfacción

- Sí, señora.- Tragué en seco cuando cubrió mis ojos, besandome suavemente.

- Manos en tu espalda.- Mis muñecas se juntaron, siendo atadas por la corbata, dejando mi pecho sobre el tapete.- Necesito que tu trasero esté en pompa.- Apenas me dé una embestida iba a venirme, e imaginarlo no contribuía.- Buena chica.- Volví a gemir, sintiendo sus manos posadas en mis caderas, antes de que intentara abrir mis piernas, lanzando un gemido de satisfacción al sentir su lengua acariciar mi clitoris, dándole pequeños apretones.- No puedes venirte, solo lo harás cuando te lo permita.-

- Sí, señora.- Mordí mi labio inferior, empinando aún más mi trasero al sentir como su experta boca me daba placer, estando tentada a moverme en busca de más fricción, cuando la primer nalgada llegó.

Iba a explotar.

Dejé de sentir su calor corporal y toda clase de movimiento que me dé placer, sintiendo como me alzaba sin ningún problema.

- Aquí podría vernos un pervertido, si es que alguien entró por el bosque.- Creo que era algo tarde para recordar eso, pero no me importaba en absoluto.

Me sentó en el comienzo de la cama, tomando mi mentón, obligándome a abrir mi boca, sintiendo la punta de su miembro adentrarse, suspirando levemente.

- Daniela.- Gimio acelerando sus movimientos, sin sentir necesariamente una ahorcada, entendiendo que solo era una pequeña parte de su miembro la que estaba en mi boca.

Me giró, volviendo a dejarme en la misma posición de antes, sintiendo el clásico sonido de que algo era abierto.

- No sabes cómo me pones.- Dios, solo podía disfrutar su lenguaje sucio, ese que aumentaba aún más mi deseo de que me deje llegar al orgasmo.- Pídeme lo que quieres que haga ahora mismo.- Apretó mis nalgas a su antojo, chocando con su pelvis.

- Cógeme.- Lancé entre jadeos, moviendo mi trasero ante cada apretón suyo.- Duro.- Finalice, sintiendo una de sus manos en mi hombro, mientras que la otra sostenía mi cintura.

Se enterró en mí con demasiada facilidad, sintiendo nuestros cuerpos chocar y sus embestidas aumentar.

- Damelo.- Gruñó mordiendo mi hombro.- Gime, di mi nombre, llega.- Mi cuerpo terminó por desarmarse, cayendo rendida en la cama, mientras que ella seguía embistiendome.

- María José.- Grité, antes de morder las sábanas, ganandome otra nalgada.- Dios.-

- Me encantas.- Ella seguía dentro mío y sorprendentemente, seguía dura.

Las nalgadas solo hicieron que mi despertar fuera con una sonrisa extraña; me dolía todo el cuerpo, pero al mismo tiempo, lo había disfrutado demasiado, me había encantado.

Ella salió de baño en ropa interior, apreciando ese bulto adormilado dentro del clásico Calvin Klein, mordiendo mi labio inferior, sintiendo como se acercaba a besarme.

- Buenas tardes.- Susurró invadiendo mis fosas nasales con su aroma a menta fresca.- Descansaste?-

- Demasiado.- Susurre sonriendo.- Tu familia no venía hoy?- Asintió suavemente, mientras se ponía uno de sus jeans.

- Vendrán en la noche, están esperando al novio de mi hermana.- Asentí suspirando suavemente, sentandome en la cama a duras penas.

Nicolás.

- Dejé preparada la bañera, para que te relajes aún más.- Alcé mis cejas, mientras que ella sonreía.- Y luego, te recostaras desnuda aquí y te pondré una pomada.- Esos extraños cuidados me confundían y al mismo tiempo me encantaban.

Me recosté boca abajo, sintiendo como la fría pomada era posada en mis nalgas, dándole un pequeño masaje que solo aumentaba mi deseo, sin cumplirlo, vistiendome rápidamente.

Acomodamos el cuarto, sintiendo como ella sonreía mientras almorzabamos, sin perder el tiempo y besarla repetidas veces.

- Tienes pendiente enseñarme tu cuarto de juegos.-

Mi Jefa- [Caché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora