Capítulo 2.9- El cuarto de juegos

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Me entregó una rosa, sonriendo al verla con el clásico traje formal, mientras detrás suyo, la cena estaba servida, solo para nosotras, el viernes siguiente a todo lo que había pasado en la cabaña.

Lo hablamos demasiado, tuve mi tiempo de pensarlo y decidí que (aunque no sea la manera) podría recordarla en ese cuarto que aún no había entrado.

Sentí como cubrió mis ojos, dejando un suave beso en mi hombro descubierto, sin poder evitar sonreír, mientras me sentaba guiada por ella.

- Manos atrás.- Mis muñecas fueron cubiertas por alguna extraña y resistente tela, similar a unas esposas, entendiendo rápidamente.- Abre tu boca.- Una porción de pasta entró y solo pude sentir como ella limpiaba la salsa derramada con sus mismos labios, era suave.

Estaba cuidándome demasiado y yo de cierta manera sentía su mirada en mi, en ese conjunto de lencería que incluía unas extensas y extrañas medias.

Me la imaginaba con su clásica sonrisa, mordiendo mi labio inferior por inercia, al imaginarme su vestimenta como si fuera una importante empresaria, cuando suponía que tenía el suficiente dinero como para poder hacer todo esto.

- No hablarás?- Sonreí levemente, sintiendo sus labios posados sobre los míos.

- Me genera intriga saber qué estás haciendo, o qué piensas en estos momentos.- Escuché su risa nasal, mientras tomaba mis mejillas.

- Me deleito observandote.- Sus labios se posaron en mi cuello.- Disfruto tenerte para mí, poder observarte y detallar lo perfecta que te veo.- Estaba rescatando su comentario "inapropiado".- Y estoy alimentandonos e intentando controlar mi deseo de tratarte como solo una sumisa, pero quiero ser suave, la palabra novia te resalta sobre lo sumisa que te encuentras hacia mí.- Gemi de satisfacción.- Ahora, voy a darte de beber la última cosecha que se hizo en California y llevaré el vino y los hielos hacia arriba, para que antes de que te des cuenta, te estaré cargando junto y te arrodillaras solo si quieres.- Mis hormonas estaban disparadas y podía sentir la humedad aumentar debajo mío.

- Este fin de semana, soy tu sumisa y me arrodillaré siempre que quieras.- Me besó suavemente, sintiendo como lentamente un extraño pero buen vino se posaba en mis labios, sintiendo esa mezcla frutal con el roble, sin entender de qué se trataba.

Sentí como me alzó, sin poder evitar reír junto a ella, hasta que me dio una nalgada, volviendo a transformar el momento en algo lleno de emociones, sintiendo como podría venirme apenas me penetre.

- Te enseñaré el cuarto, pero solo será un minuto para que veas lo máximo posible y volveré a ponerte el antifaz.- Asentí suavemente, intentando adaptar mi vista a la luz tenue.- Tienes un minuto para terminar de decidirte si quieres entregarte a mí de esta forma, o no volver.-

- En algún momento vendremos.- Supuse observando cada detalle, cada fusta, cada látigo, cada "accesorio".

Creo que no había pasado el minuto y ya me había arrodillado como lo recordaba, sintiendo como ella se acercaba detrás mío, tensando mi cabello, antes de volver a cubrir mis ojos.

- Puedes decirme cuando quieras que pare, intentaré no dejarme llevar y no lastimarte.- Asentí suavemente, poniéndome de pie junto a ella, llegando a un extraño sillón, donde mi pecho quedó sobre el tapizado y mis piernas colgaban de cada lado, sintiendo sus manos recorrer mi cuerpo a mis espaldas.

- Recuerdas las reglas?- Asentí suavemente.- Palabras, Daniela.-

- Sí, señora.- Una nalgada consiguió que lance un incómodo gemido.

- Espero no tener que recordartelas.- Era excitante su forma de hablar y referirse a los hechos, generando confusión en mí cuando hace menos de tres horas era demasiado tierna.

Sentí como una punta fría fue posada en mi trasero, estaba húmedo y solo podía sentir sus dedos intentando relajarme, hasta que su misma boca llegó a mi entrada trasera.

- Relájate.- Su lengua entró en contacto, sintiendo como su dedo estimulaba lo suficiente.- Relájate, Daniela.- Me sentía inundada, como si todas las sensaciones me atacaran junto, intentando relajarme cuando dejé de sentir su respiración chocando con mi zona baja.

La punta se adentró lentamente en mí, saliendo cuando no me sentía capaz de tenerlo dentro, sin entender cómo había pasado tan rápido dentro mío.

- Muy bien.- Dejó un suave beso en la zona, sintiendo como otra punta fría se adentraba en mi vagina, volviendo a ponerme de pie.

Sentí como sus labios tomaban los míos, besandome con cierto frenesí, caminando incómoda hacia atrás.

- Te molestan?- Negué suavemente.- Si te molesta puedo quitarlos, pero vas a disfrutar, solo tienes que dejarte llevar.- Asentí volviendo a sentir sus labios, demostrandome su parte tierna, en la que me cuidaba.

Me volví a arrodillar cuando me lo pidió, sintiendo perfectamente como su cinturón y su cremallera salían, tomando mis mejillas para acercar mi rostro hasta chocar con otra cosa dura, su "cosa" dura.

Sentí cierta satisfacción en ella cuando mi boca tuvo dentro su miembro, pasando mi lengua por el tronco, sintiendo como ella se encargaba de dar rápidos movimientos, entendiendo que se encontraba excitada.

No sabía que hacer, mi cuerpo actuaba sólo, dejándome llevar por lo que suponía que era correcto, notando como ella parecía gustarle eso.

Hasta que algo dentro de mi comenzó a sacudirse, callando mi gemido al tener su miembro en mi boca.

Por un momento me imaginé la clásica escena porno en la que la mujer se guiaba por lo que el hombre le decía y solo él disfrutaba.

Pero aquí, ambas estábamos disfrutando.

Mi Jefa- [Caché]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora