Crasper.

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Caminaba con sumo sigilo pegado al suelo, sentía mi respiración, mis fuertes patas que se enterraban en la tierra blanda y el fuerte olor a petricol inundando mis fosas nasales.

- ¿Eres un animal?

Mi vista se posó en Alexander que estaba parado de brazos cruzados a mi lado mirándome con una sonrisa divertida, rodé mis ojos y volví a mi forma normal estirando mi cuerpo.

- ¿Qué haces aquí Crasper?

Miré el acantilado frente a mi y después las pequeñas gotas de sangre que se perdían en el precipicio.

- Nada.

Mi voz sonó apagada y eso solo hizo enfurecerme, apreté mis puños a mi costado.

- ¿Nada?

Apreté los dientes y sentí esa horrible sensación de frio paralizar mi cuerpo. No se en que momento se había movido pero solo sentí su mano cálida en mi rostro haciéndome abrir los ojos.

Alexander era un chico alto, robusto, un hermoso cabello castaño oscuro y con una actitud calmada y organizada. Miré sus labios rellenos que estaban rojos gracias al frio que se estaba empezando a sentir, apreté su cuerpo contra el mío y sonreí pegando su nariz a la mia.

- Nada...

Yo era todo lo contrario. Le sobresalía por lo menos tres cabezas, musculoso, mi pelo pelirrojo totalmente en desacuerdo con mi profesión y una actitud fría, arrogante y totalmente desordenada.

- No te creo... Esos ojos verdes no me mienten Crasper y menos sin tu estúpida mascara de hielo.

Suspiré con cansancio y afloje mi agarre en su cuerpo, hoy su largo cabello iba recogido en un moño desordenado que me hacia darme cuenta que no había dormido mucho la noche anterior. Trate de alejarme pero el ya tenia el método efectivo para que no huyera.

Se colgó de mi cuerpo como un Kohala haciendo que yo gruñera.

- Nos pueden ver.

El rodó los ojos.

- Si que estás mal ¿Desde cuando eso te importa?

Bufé y traté de quitármelo de encima pero tenia unas piernas muy fuertes.

- Siempre me a importado.

- A si claro y por eso te encanta follar con las ventanas abiertas.

Sonreí haciendo que el se colgara mas de mi cuello y empezara a mover sus pies detras de mí. Lo tomé del tracero para que no se me cayera.

- Ahora si me dirás que demonios te pasa.

Miré detrás donde la luna parecía reirsé de mi.

- Mami ¿A donde vamos?

Esos malditos ojos verdes se clavaban en mi memoria de manera feroz.

- ¿Crasper?

Miré a Alexander que me miraba preocupado.

- Un día como este fui abandonado.

El cuerpo de Alexander se tensó y yo me sentí totalmente sin fuerzas. Un día como hoy estaría con el alcohol hasta la cabeza follando con cualquier prostituta que se me atravesara, pero hoy Alexander se había encargado de animarme y estar conmigo sin saber el motivo de mi taladrante tristeza.

- ¿Que?

- Una humana que no sabía como lidiar con un lobo. Me abandonó en un inospito plano de Islandia yo solo...

Alexander tomó mi rostro entre sus manos y hizo que lo mirara.

- Hey, este no es un muy buen lugar para hablar de esto además me estoy enfriando en trasero.

Te Encontraré. #segundo LibroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora