26. Adrian.

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Un ambiente pesado rodeaba a todos en el desayuno, de eso no cabía duda. Rose no quería bajar a comer y la rechazaba si se la llevábamos a su habitación, eso nos comenzaba a preocupar. Todos nosotros estábamos abatidos y turbados con lo que pasaba, varios en este momento solo agarraban los cubiertos y empujaban la comida sin apetito, otros definitivamente ni hicieron el intento por comer.

–¿Así qué primos eh?–habló Lissa para entablar conversación pero no contesté sabiendo que no saldría nada bueno de eso después de escuchar su pelea con Rose en la biblioteca.

–¿Adrian?–me llamó viendo mi falta de habla.

Apreté los puños controlándome antes de decir algo inapropiado.

–¿Primos?–preguntó sorprendida Mia.

–Oh si, noticia vieja–le contesté ya que mi enojo no era hacia ella, por el rabillo del ojo notaba la expresión incrédula de Lissa.

–No, lo será para ti pero para nosotros es algo... bueno, tú sabes–no dijo "incómodo y sorpresivo" lo que seguramente todos pensaban, debido a la relación que tuvimos Rose y yo.

Me encogí de hombros–Le dan mucha importancia–

–Adrian...–comenzó a hablar Lissa.

–¿Cómo te atreviste a decirle eso?– le pregunté  enojado sin poder contenerme.

–Yo no quise hacerle eso a Rose...–sus facciones mostraban arrepentimiento.

–Sin embargo lo hiciste– dije importándome poco sus sentimientos–Estate segura de que esa no te la perdonará con facilidad–

–Yo te juro que no sabía lo que hablaba hasta que me di cuenta de mis palabras–

–No lo parece, la heriste. Ella ha sacrificado y hecho de todo por ti ¿Así se lo agradeces?– presioné hasta obtener una verdadera reacción de ella pero solo por primera vez desde que era reina se mostró vulnerable y se encogía en su asiento con cada palabra que decía.

–¿Cómo te sentirías si fuera Christian el que estuviera en ese hospital? ¿Eh?– seguí escupiendo todo lo que sentía. –Para que después tu mejor amiga te eche en cara que no puedes tener hijos sabiendo que es un tema difícil de hablar–

Sydney tiró de mi brazo alejándome de ahí sin duda temiendo que empeorara la situación pero ya era tarde. Me llevó hacia una habitación vacía donde su única decoración eran unas cuantas pinturas y algunos sillones acomodados en la esquina.

–Yo también lo oí Adrian pero no por eso voy a gritarle a ella o a quien sea.– me examinó preocupada.–No solucionaremos nada con eso–

Suspiré sentándome en uno de los sofás–Lo sé pero no podía dejar el asunto como si nada, ella tiene que darse cuenta de su error–

–Lo hará, es mejor no meternos–se sentó a mi lado.–Ahora Rose necesita nuestro apoyo aunque no lo demuestre. Tu sabes cómo es ella– hizo una mueca.

–Tienes razón–la acerqué a mi besándola delicadamente. Quise aligerar el ambiente–¿Haz pensado en tener un hijo amor?–bromeé.

Ella me miró asustada–Ni se te ocurra, aléjate de mi–se levantó rápidamente tomando una distancia segura–¡Ya tenemos uno! Y falta poco para que me gradúe de la universidad–

–Pues ese será tu regalo de graduación–reí tomándola de la cintura pegándola a mi cuerpo.

–¡¿Perdiste la razón?!–se liberó de mi agarre.

–Un hijo nuestro... tu sabes–sonreí de lado.

–Hay que tomarnos el tiempo para pensarlo–sacudió la cabeza aún alejándose de mi.

Linaje restauradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora