Linaje restaurado

34. Rose.

—¿Qué tal St. Petersburgo?–pregunté entre un bostezo. —Podemos abordar ahí el avión. Son como cuatro horas de viaje en tren, podríamos irnos al amanecer.—me froté los ojos debido al cansancio.

—Si es que nos tienen vigilados no sería muy prudente ir a una estación de tren. Podrían atacarnos allá.—dijo Dimitri concentrado estudiando el mapa. En este momento él era todo negocios.

Hice una mueca—Tienes razón pero ¿Cuál es la probabilidad de que nos estén vigilando 24/7?—me incliné hacia adelante apoyando mis codos en las rodillas.

—Ese es el problema. No lo sabemos. Nos estamos guiando en una nota que es muy posible que este logrando su cometido. Distraernos no sería algo ilógico en su plan.—se pasó una mano por el rostro claramente frustrado. Llevábamos horas discutiendo esto.

—Entonces hagámoslo por orden de prioridad– dijo mi madre quien estaba sopesando la situación.

—¿A qué te refieres?—fruncí el ceño confundida por su comentario. No contestó pero en cambio Eddie lo hizo.

—Se refiere a que saquemos del país a los moroi en los que tenemos un peso de más responsabilidad— dijo serio.—Como a Lissa y Christian—

—¿Qué? ¡No!—exclamé sorprendida por la sugerencia—¿Estás pidiéndome que elija entre mis amigos a los que considero más merecedores de protección?– dije incrédula mirando de mi madre a Eddie.

—Rose...—trató de cortarme Dimitri.

—¡No!—lo interrumpí para luego girarme nuevamente a mi madre—Si me estás pidiendo eso, lo siento pero no lo haré. No puedo.—

—No se trata de ser merecedores de protección. Solo que prioricemos a los que están en verdadero peligro. Van a por la reina, el rey consorte y su hijo, hasta por la princesa. Por ustedes dos en especial.—dijo Abe señalándonos— Ustedes son su verdadero objetivo.—

—No puedo creer que estes de acuerdo con ella. Pero claro que sería lo normal.—dije esto último por lo bajo.

—Más respeto niña. Te recuerdo soy tu padre—Me lanzó una mirada filosa a lo que yo hice lo mismo.

—¿Por qué mejor no nos calmamos? Es obvio que todos estamos frustrados y necesitamos descansar, no llegaremos a nada si nos ponemos a discutir—Mikhail interrumpió la guerra de miradas entre el viejo y yo, haciendo su papel de la voz de la razón. Él no había dicho mucho, solo lo necesario y se mantuvo pensativo en su mayoría.

—Como sea—rodé los ojos levantándome del sofá.—Avísenme si se les ocurre algo. A la próxima seguramente planearán un sorteo con los nombres de cada uno— dije mordazmente.

Me fui de ahí molesta con los puños cerrados a causa del enojo. No podía creer que tan siquiera estuvieran considerando esa absurda idea. Subí las escaleras a paso rápido sin fijarme en Sydney quien me miró con expresión perpleja.

Abrí bruscamente la puerta del cuarto y la cerré de igual manera dirigiéndome al baño. Una ducha aclararía mis ideas. Me haría olvidar por un momento todo, lo necesitaba.

Me desvestí tirando la ropa en el cesto de ropa sucia y me metí a la ducha abriendo la llave de agua caliente. Mis músculos se relajaron por el contacto del agua con mi piel y suspiré más relajada.

Oí la puerta del cuarto abrirse. Debía ser Dimitri pero no hice nada al respecto. El chorro de agua caía sobre mi alivianando el peso de esta semana. No le había dicho a Dimitri que estaba embarazada, no sabía como hacerlo. No era el momento para una noticia como esa, lo que me hacía sentir mal conmigo misma.