27.Sydney

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Lo que pasaba era algo realmente terrible, jamás me imaginaría estar en una situación como ésta, ningún familiar o algún amigo mío se había encontrado en un hospital por una herida de bala o algo grave, la vida de alquimista era medianamente segura liberándonos de situaciones semejantes. Dimitri se había convertido en un amigo fuera del hecho de que prácticamente éramos familia, la noticia me cayó de golpe al escuchar las palabras de Lissa y Christian y no pude evitar que mi primer pensamiento fuera en lo fuerte que era Rose. Yo jamás podría parecerme a ella, hubiera perdido la calma si estuviera en su lugar, no puedo imaginarme lo que está sintiendo en este momento.

Todos se enteraron gracias a Adrian lo que había pasado entre ella y Lissa, tenía conocimiento de que la mayoría de las veces nadie se metía pero notaba algún distanciamiento de varios con ella.

Rose se la pasaba de ida y vuelta al hospital poniendo excusas para comer, solo pasaron cuatro días y se notaba su repentina pérdida de apetito además de la inusual palidez en su rostro, no hablaba casi con nadie encerrándose en su habitación y apenas si la veíamos durante el día.

Salía del cuarto de los niños después de dejar a Declan en su cama para dormir, eran alrededor de las ocho de la noche sintiendo el peso de un largo día. Lissa caminaba por el pasillo en el momento que cerré la puerta, cuando notó mi presencia nos vimos envueltas en un incómodo silencio.

–Probablemente estés molesta igual conmigo–se decidió por hablar primero.

–¿Tu crees?–solté sin poder evitarlo.

–Yo me siento muy mal...–bajó la cabeza avergonzada.

–Mira, eso es entre ustedes dos. Además yo no sería de ayuda, por lo que has demostrado no te agrado mucho.–

–Eso no es cierto–se mordió el labio inferior–Es solo que... tú la ayudaste en Rusia. Yo fui una egoísta que ni siquiera la apoyó en su decisión–apartó la mirada.

–Eso está olvidado. Cada una tiene una relación diferente con Rose, sería una tontería que no nos lleváramos bien solo por eso. En este momento necesita más que nada nuestro apoyo– la miré aún un poco molesta.

–Solo quiero que me perdone–dijo en un hilo de voz.

–Como dije, no me meteré ni opinaré sobre ello–fue lo último que dije antes de ir hacia la habitación de la morena.

–¿Rose?–pregunté al mismo tiempo que abría la puerta.

–Pasa–indicó, abrí completamente para encontrarla con la cabeza metida en un cajón–Espera un momento–

Parecía buscar algo en el armario pero no pude evitar enarcar una ceja ante todo el desorden frente a mi. Ropa tirada por todos lados ya que la arrojaba tras de sí, fragmentos de cristal en la alfombra al igual que el tocador estaba hecho un lío con la joyas revueltas y frascos de perfume partidos a la mitad.

Suspiré empezando a recoger los trozos de vidrio con cuidado de no cortarme.

–No tienes que hacerlo–miró lo que estaba recogiendo–De todas formas fui yo quien lo hizo–

–Eso no importa–dije tirando todo en el bote de basura–Creo que ya se quien es el ordenado de la relación– bromeé.

La miré de soslayo y pude ver un fantasma de sonrisa en su rostro–Jamás se quejaba–dijo–Solo recogía sin reclamarme nada–

–Admiro su paciencia–dije pero no respondió, solamente sonreía perdida entre algún recuerdo.

Decidí ir por algo al baño para recoger todo el líquido derramado por los perfumes rotos, al enrollar el papel vi algo en el bote que llamó mi atención. Pruebas de embarazo.

Linaje restauradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora