Calamidad [ Gemelos Yunmeng Jiang y Jin Ling]

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Sentados el uno al lado del otro en lo alto de las escaleras de la suntuosa Torre de la Carpa, en Lanling, presenciaron la llegada del amanecer. Suspiraron aliviados, las ropas destrozadas y manchadas de sangre.

Seguros de que ya no vendrían enemigos, Wei WuXian se tiró hacia atrás extendiendo los brazos, apenas sosteniendo a Chenqing, y Jiang Cheng se dobló al frente, Zidian retraído y los codos apoyados en las rodillas. Que dura fue la batalla y que bien se sentía haber ganado...

—Como en los viejos tiempos —jadeó Wei WuXian, cubriendo con una mano sus ojos, la garganta seca de haber tocado la flauta por horas y horas.

—¿Cuáles viejos tiempos? —reclamó Jiang Cheng, pateando el pie ajeno en floja queja—, suenas como un viejo.

Wei WuXian rio y luego guardó silencio.

Como en los viejos tiempos, pensaron, al unisón. Cuánta razón en unas simples palabras y cuánto consuelo.

Se necesitó a tres sectas sumadas a la facción de Lanling Jin, que se rehusó a reconocer a Jin Ling como líder, aludiendo a sus raíces y su juventud, para que dejaran el pasado y pelearan juntos. Fue un tira y afloja, un objetivo común, el generador del milagro, de los héroes gemelos de Yunmeng Jiang luchando de nuevo hombro a hombro, feroces y protectores de los suyos, de su gente, del hijo de su amada hermana.

Como en los viejos tiempos...

A-Cheng, A-Xian, una voz incorpórea acarició sus pensamientos, proveniente de la zona más cálida de sus corazones. Un llamado tierno y agradecido por su hijo y por ellos.

El cielo se iluminó.

La voz de Jiang YanLi resonó a sus espaldas:

—Gracias.

Los gemelos se levantaron de golpe, encontrando de frente una figura conocida que los observó perplejo por su repentina reacción:

—Sólo quería agradecerles —dijo Jin Ling, intimidado por la intensa e incomprensible expresión de sus tíos.

El chiquillo apretó puños, la vista al suelo.

— ¡Quería agradecerles llevar la calamidad a mis enemigos!, es todo —tartamudeó girándose para regresar a la oficina donde firmaba, tutelado por ZeWu-Jun, el esposo de su tío Jiang Cheng, los documentos que oficializaban su liderazgo.

Jiang Cheng y Wei WuXian intercambiaron miradas, como en los viejos tiempos, como en las tantas ocasiones en que, unidos, fueron desgracia de sus enemigos —e incluso de amigos—. Y sin notarlo, sonrieron (uno descarado y uno mesurado), reteniendo en un abrazo a Jin Ling.

El tiempo es cíclico y siempre, tarde o temprano, vuelve a su punto de origen.

* * *

Nota: Siempre me hará falta que estos dos arreglen sus problemas, y sean los tíos sobreprotectores de Jin Ling.

Festival de 31 BendicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora