Loto [ Feng Xin x Qi Rong ]

269 46 5
                                    


—¿Cómo es... que... ustedes?

—¡NO SEAS MOJIGATO! —replicó Qi Rong al tartamudeo atónito de Xie Lian, sentado en la cama, la túnica interior abierta y doblando una pierna.

La acción dejó más a la vista de lo que habría deseado verle jamás y, lamentablemente, menos de lo que ya le había visto.

—Mi bicho divino y yo, no hemos hecho nada que tú, y ese Lluvia Carmesí, no ... Sí han ocupado esa posición, ¿no?

—Clar... —la lengua de Xie Lian se detuvo, y dirigió una mirada a Feng Xin, quien evadió el asunto arreglándose la ropa—... A eso no me refería. El asunto es... ¿cómo ustedes —¿Morbo, interés, preocupación o shock lo que lo instaba a investigar?— lo... hicieron?

Considerando pasado y personalidades, ¡¿cómo...?!, ¡la cabeza le estaba doliendo!

Qi Rong entornó los ojos, cruzó los brazos y alzó el mentón, orgulloso. Mal, muy mal augurio:

—Pues como se hacen las cosas cuando las vergas funcionan bien —respondió en seco.

Feng Xin tosió de forma descontrolada al atragantarse con su propia saliva, y Xie Lian, quien creía estar acostumbrado a lo descarado y grosero que podía ser Qi Rong... descubrió que no, aún había niveles más inquietantes, profundos y perturbadores a los que su primo podía llegar.

—¡No cuentes detalles! —reclamó Feng Xin, rojo de la vergüenza y la tos.

—¿Cuáles detalles? —cuestionó, casi inocente, Qi Rong— El falso loto blanco contempló los suficiente entrando, sin avisar —acusó—, a tu templo. Y ni que hubiera sido una posición escandalosa —metió el meñique en su oído. Lo giró, esculcando la cerilla—. Sólo tenía mis piernas alrededor de tu cintura mientras saltaba encima de tu verg...

—¡Ah! —censuró Feng Xin.

Qi Rong lo ignoró:

—Te estaba gustando la exprimid...

—¡Ah!

—... Con mi cu...

—¡Ah!

Xie Lian no sabía si reír, llorar o qué.

—Loto...

—Mantenme fuera —solicitó Xie Lian, cansado, y dio la media vuelta. Vino ver a Feng Xin, y lo vio... en exceso. Podía marcharse en "paz".

—No te hablaba a ti. Me refería a la posición interrumpida. En cuanto te vayas, haré que este bastardo —señaló a Feng Xin— la repita. Al maldito le cuesta encontrar mi próstata, y de esa forma lo logró perfecto.

Un escalofrío le recorrió la espalda, y escapó sin siquiera ver la expresión de Feng Xin.

Hay cosas que es mejor desconocer, por las cuales vale la pena no preguntar, y de las que es preferible permanecer ignorante. La relación de esos dos, habría sido una de ellas para Xie Lian.

Festival de 31 BendicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora