Hojas [ Nie MingJue x Jin GuangYao ]

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Fue una escena complicada de asimilar.

Dos hombres de traje. Uno alto y de constitución poderosa, imponente, que paraliza la respiración a una mirada de sus terribles y fieros ojos enmarcados en un rostro severo, letal y leal. El otro, un tipo menudo de rostro amigable, servicial y suave, cortés, con un inesperado doblez de astucia al filo de sus parpados, un perfecto anfitrión. Polos opuestos atravesando a la carrera y a gritos la plaza.

El imponente corrió exigiendo la rendición de su presa y, como cualquiera en su sano juicio haría, una mole malencarada pisándole los talones, el pequeño se negó a ceder a la irracional solicitud, implorando a su persecutor se detuviera. La petición del anfitrión fue puesta a un costado y pateada.

—¡A-Jue! —rogó—, ¡ten piedad!, no fue mi intensión, ¡no tuve opción!

—¡¿Hasta cuándo continuarás con esa estupidez de "no tuve opción"?!

—¡Hasta que me creas! —respondió, desesperado, saltando una línea de arbustos delimitando una zona verde al aire libre, de la plaza invadida por su huida.

—¡Eso jamás pasará!

—¡Entonces no dejaré de decirlo!

—¡A-Yao! —vociferó, más molesto, Nie MingJue, apretando el paso en una explosión de adrenalina.

Alcanzó el cuello del saco de su víctima, tiró de él y propició una aparatosa caída.

Rodaron un metro por el pasto. Nie MingJue quedó encima de Jin GuangYao, sujetándolo de las muñecas contra la tierra, su pulcra apariencia echa un desastre de hierbajos y tela fuera de sitio.

—Desapareciste hace cinco años tras abandonarme a media propuesta de matrimonio, sin decir nada, ¡ni siquiera adiós!, y reapareces de nuevo, ¡siendo mi prometido!, ¿a qué clase de juego enfermo juegas?

Jin GuangYao estrujó los labios:

—No tuve opción.

—Si vas a seguir con eso, ¡al menos explícate!

—¡¿Qué quiere que explique, A-Jue?!, ¡hace cinco años era un don nadie!, tú familia ni siquiera se dignaba a mirarme, ¿cómo iba a arrastrarte conmigo, con una persona insignificante en comparación con la familia más rica de Asia?, ¡te planté porque no podía estar a tu par! —exclamó a ojos cerrados—, y cuando logré ser alguien, me las ingenié para obligar a la familia Nie a aceptar un matrimonio arreglado. ¡Así podía estar contigo!, incluso si tú no querías—se removió bajo el peso de Nie MingJue, soltando sus manos, tapando sus ojos, cubriendo el desbordar de sentimientos contenidos—, ¡no tuve otra opción! —repitió.

Nie MingJue guardó silencio. La gente los vio de soslayo, apresurando el paso sin querer involucrarse, pero tampoco ignorando por completo la peculiar escena, el morbo ganando.

—Tú nunca tienes otra opción —resopló, dándole la espalda a su prometido, sacudiéndose las hojas del alfombrado otoñal impregnadas en la ropa—. Arréglalo. No estoy dispuesto a consentir semejante excusa en mi familia.

Jin GuangYao respiró con pesadez tumbado sobre el naranja y café quebradizo, al marcharse Nie MingJue, aliviado y aterrorizado. Aliviado, porque A-Jue, su A-Jue, parecía dispuesto a darle una oportunidad a su muy particular modo, un hecho que superó sus expectativas; y aterrado, justo por las expectativas ajenas, que serían exageradamente altas.

—Lo conseguiré —se prometió a sí mismo, no a Nie MingJue.

Era realista, la excusa del "no tuve otra opción" no era fácil de extirpar de su persona. Lo que planeaba, era compensar y obtener el reconocimiento de A-Jue, muy a pesar de ello.

Lo conseguiré, se volvió a decir, feliz de la esperanza a la vista, tomando una hoja naranja de simbólico testigo, guardándola en el bolsillo de su pecho. Lo haré.

Festival de 31 BendicionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora