Veintisiete

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Aiden

El salón de clases se hacía muy extenso, demasiado para tan solo cuatro brujos que estaban a la espera de la presentación del trabajo final. El profesor Saías había cruzado el salón y brindándonos una de sus mejores sonrisas a modo de saludo, nos informó que la presentación empezaría en breves minutos.

Los pasillos de la Academia se inundaron con tristeza, alegría y desconcierto, todo ello por ser el día de la presentación del trabajo. Había tanta tensión en el ambiente, pues las malas calificaciones no eran una opción cuando vivías en un mundo donde la perfección era exigida donde quiera que miraras. Todo se me hacía abrumador, sin embargo no tenía nada que temer considerando que toda mi infancia y mis estudios giraban entorno a este periodo de mi vida, lo único que tendría para preocuparme era el futuro pues era lo único incierto que conocía.

Muy bien, mis queridos alumnos podemos empezar. — Saías sonreía tanto que sus alargados ojos desaparecía entre sus mejillas. Sin dudas debía de ser uno de los maestros que disfrutaban ver los brujos menores arder en desesperación pensé. — ¿Le importaría pasar al frente, su alteza?

Él se se dirigió a mi, y algo en su tono se me antojaba a un reto. Si quería demostrar algo conmigo estaba equivocado ya que ser un adicto a los estudios es lo mejor que sabía hacer, y me encargaría de dejarselo muy claro.

— Allá vamos. — Dije para mis adentros mientras me posicionaba al frente de todos, fruncí el ceño cuando descubrí que tenía delante a tres anormales que me lanzaban besos desde sus lugares.

— Los motivos de Coryanne para revelarse contra los demás Dioses. — Empecé introduciendo ignorando a mis amigos. Saías se había posicionado en un lugar vacío del fondo. — Pues bien, hace muchos años solo existía un Dios del cual no se sabe mucho, y es a quien se le denominó como el Dios de la creación pues su labor fue crear los seis Dioses.

Saías asentía desde la distancia dándome la razón.

— Entre ellos tenemos a Coryanne, quien reinaba en el inframundo y se le otorgó la raza de los demonios. Otro Dios muy importante en esta historia es Izar, de la raza de los Ángeles y quien según mi investigación tuvo una relación amorosa con Coryanne en algún punto de la historia.

— Eso debió de ser tan sexy. — Interrumpió Esdras con una mirada lasciva.

— Prosigue. — Pidió Saías ignorandolo.

— Pues básicamente su relación terminó cuando Coryanne lo sorprendió siéndole infiel con una de sus sacerdotisas, los libros cuentan que gracias a su enojo fue capaz de calcinarlos a ambos en un segundo y mandó a sus demonios para erradicar todos los demás Ángeles. Cómo es lógico, esto no les pareció correcto a los demás Dioses y para vengar la memoria de Izar y sus Ángeles, tuvo lugar la gran guerra contra Coryanne. Mucho tiempo pasó hasta que ella finalmente pierde la batalla y muere.

Los presentes tenían las bocas abiertas en sorpresa, todos menos Saías, quien tanteaba su barbilla con su pulgar, analizando mi participación. Me causó gracia pensar que parecía uno más de nosotros en ese asiento, perfectamente podría pasar por un estudiante ya que no lucía muy mayor.

— ¿Y que pasó con los demonios luego de la guerra? — Inquirió el profesor.

— El mundo se dividió en tres partes: alta, media y baja. Los demonios quedaron desterrados al inframundo, la parte más baja. Desde que Coryanne se fué, no son más que bestias incapaces de ser controladas.

— Impresionante. — Observó Saías. — Es de lo mejor que he escuchado en todo el día, y hasta casi ilegal me atrevería a decir.

Lo mismo podría decir de sus clases, pensé decirle, yo también sabía reconocer cuando alguien hablaba a partir de libros ilegales, pero como eso no era propio me contuve.

Ylia  | Academia de Brujas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora