Treinta y ocho

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Circe.

Tenía el presentimiento de que el ayudar a Ivy a espiar a los chicos sería mala idea, sin embargo el espectáculo que servían los torsos desnudos de Esdras y Theo justo al frente de nuestras narices, no era algo de lo que estaba arrepintiéndome precisamente. Ambos chicos se batían entre sí con espadas de madera, hacía un rato desde que habían decidido deshacerse de sus prendas superiores y ahora en su lugar, una brillante capa de sudor era todo lo que cubría sus pechos trabajados. Obviamente imaginé que fue idea de Esdras, para llamar nuestra atención tan pronto repararon en nuestra presencia en el gimnasio.

— A ver si entendí, ¿planean pasar toda la mañana viendo a esos chicos mientras yo le perforo la oreja a Circe? — Preguntó Lucas con aguja en mano.

Tenía fe en la palabra de Ivy. Pero he de decir que su practicidad me sorprendió bastante, ya que no me esperaba para nada hacer las dos cosas que habíamos acordado a la vez.

— Si, hazlo rápido. — Respondió Ivy, incapaz de apartar la vista de la escena. No la culpaba.

En el gimnasio no había asientos. Solo un campo plano y techado en el que por un extremo había ciertos aparatos y el otro estaba directamente destinado a prácticas y enfrentamientos como el que presenciamos.

Por esa razón, yo no tuve más remedio que sentarme en el suelo a lo indio. Lucas, se arrodilló a mi lado dispuesto a empezar su labor, yo por alguna razón empecé a experimentar una sensación de arrepentimiento estremecer mi cuerpo tan pronto sus dedos hicieron contacto con la piel de mi oreja. Ni siquiera la espalda de mi ex novio a la vista y sus músculos contrayéndose fue suficiente distracción.

— No tengas miedo. — Susurró Lucas al percatarse de mi reacción. — Si no lo soportas grita lo más fuerte que puedas y yo pararé.

Gritar no era un problema, considerando que no había nadie más aquí para presenciar la mutilación de mi oreja. Ivy me había informado que luego de la primera perforación, se me dormiría la oreja así que casi no sentiría tan intensamente lo demás.

— Dioses, si la vida fuera más sencilla yo sería novia de Theo. — Dijo Ivy admirando las alas tatuadas en su espalda. — Pero por alguna razón las cosas nunca son tan simples, y te termina gustando el amigo sarcástico, sabiondo e irónicamente inalcanzable.

No estaba segura de si ella lo decía esperando alguna respuesta de nosotros dos, por un segundo consideré que tal vez ella lo había pensado y por error las palabras salieron de sus labios.

— Peor sería que te guste el amigo que es más idiota, ridículamente encantador y narcisista en exceso. — añadí sin pensar. — Pero peor que todo eso es que conozcas más personas como Theo, y aun así nunca puedas superar al idiota.

La aguja traspasó la piel. No me dolió tanto como pensé.

— ¿Y por qué no vas tras él? — Inquirió Lucas.

Repasé mentalmente lo que había dicho, y me sentí culpable de haber sacado todo eso en frente de Lucas. El no merecía esto sin duda alguna y traté de ver su rostro para hacérselo saber, pero él parecía evitar mi mirada mientras rebuscaba entre mis gemas para ensartar la primera en su lugar.

— No quise decir eso... no de ese modo. — Me sinceré.

Ivy en su lugar mordió sus labios y visiblemente incómoda decidió alejarse de nosotros. Se acercó caminando hacia los chicos y les dijo algo que los hizo reír, un segundo después, Theo le extendió su espada y se retiró para tomar algo de agua, dándole la oportunidad a ella para ocupar su lugar e iniciar un amistoso duelo contra Esdras.

Ylia  | Academia de Brujas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora