Cuarenta y seis

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Circe.

Había vuelto al palacio, mi antiguo hogar. Siempre había imaginado este momento de qué se sentiría regresar a este mundo del que una vez formé parte, en todos los escenarios que se plantearon en mi mente yo entraba destrozada a él. Pero la realidad no fue así. Tenía sentimientos encontrados por culpa de Esther y sus amigas, unas brujas que se encargaron de hacerme la vida imposible en su tiempo y que ahora luego de dos años tenía que soportar ver en la misma habitación. Afortunadamente, ellas no parecían haber reparado en mi.

Esta vez no era una niña ingenua y débil, ahora tenía nuevas amistades. Y es que la presencia de Lucas, Ginger y Rosie , quienes se sentaron a mi lado durante el culto, me hacía sentir bien. Incluso Ivy, quien toda la ceremonia trató de evitar mi mirada, era alguien que apreciaba tener en mi vida.

El ritual nocturno siguió como siempre, con los brujos trayendo sus velas azules, las sacerdotisas dirigiendo las oraciones y la capilla del palacio llena de trabajadores atentos al culto. Al final de todo, cuando los brujos iban saliendo Ivy me esperó en la salida. Yo arqueé la ceja.

— Oye no sirvo para estas cosas, así que diré que lo siento y listo. — Dijo removiendo sus dedos incomoda.

Yo resople.

— Ivy, si solo lo hubieses pedido yo te podría haber ayudado con Aiden, no había necesidad de hacer todo eso.

Ella me dedicó una mirada arrepentida que con ese vestido lila y suelto que llevaba, su corta estatura y el recogido en su cabello, la hacía parecer la cosa más inocente del mundo. Gracias a los Dioses que la conocía lo suficiente para no caer en esa trampa.

— Te daré una oportunidad. No la desperdicies.

La noticia provocó que las comisuras de sus labios se curvaran en una sonrisa. A nuestras espaldas se escuchó alguien silbando, al darme la vuelta descubrí a Lucas quien junto con las gemelas nos miraban orgullosos como si acabara de pasar un gran evento.

— Ya era hora de que hicieran las paces. — Apreció Lucas.

— Deberíamos celebrarlo. — Chilló Rosie emocionada.

Se me hacía algo sumamente exagerado, no era la gran cosa en mi opinión y en ese momento solo quería volver a mi antigua habitación y quitarme el apretado vestido que me estaba cortando la respiración.

— Chicas, no creo que sea necesario. — Empezó diciendo Ivy, sorpresivamente estaba de acuerdo con ella. — Mañana será un largo día y es mejor que descansemos-

— Traigo alcohol. — Interrumpió Ginger con una sonrisa de lado.

Ante eso Ivy se tragó sus palabras y la miró con cierta seriedad.

— ¿A qué te refieres?

— Ron barato, del que te gusta.

— Pues ya estoy convencida, no sé ustedes. — Respondió con tanta seguridad que de pronto el delicado vestido y el fino recogido empezaban a verse fuera de lugar.

Rodé los ojos.

— Yo decido el lugar. — Les dije rendida.

• ✧ •

Mi antigua recámara se veía distinta, ya que le faltaba ese toque de que alguien había vivido ahí. Las paredes estaban pintadas de blanco, los muebles cambiados por nuevos y se veía tan pulcro que me hacía sentir enferma. A pesar de que la nostalgia golpeaba fuerte, no pensé mucho en eso cuando tenía a Rosie sentada en mi cama haciéndole una trenza Ivy, la segunda se sentó en la alfombra dispuesta a emborracharse con Ginger a su lado. Lucas y yo, nos sentamos en un sillón aterciopelado frente a ellas y no nos podíamos creer cómo fueron capaces de bajarse toda botella de ron por si solas.

Ylia  | Academia de Brujas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora