Ocho

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•  C I R C E  •

El camino hasta la Academia se me hacía eterno, el oleaje constante que azotaba la barca me ponía nerviosa. No podía esperar a desembarcar en tierra firme.

Eso no parecía molestarle a Ivy, quien no dejaba de hablar y maravillarse por cada cosa que veía, pura ordinariez en mi opinión. Partimos desde Pineville antes de que el sol saliera, y también mucho antes de que el culto matutino iniciara.

El trabajo de mis padres como representantes de la corona, me había permitido conocer muchas regiones, pueblos y ciudades a lo largo de todo nuestro continente. Pero nunca había estado en uno tan pequeño como lo era Pineville, con tan pocas familias no era más que un simple aquelarre. Por ese motivo, había algunos años en que no había brujos en edad para ser enviados a la Academia. Pero este éramos tres.

Mi padre decidió que lo más prudente sería que tanto Ivy como Lucas viajaran conmigo, era eso o hubiera tenido que venir por mi cuenta ya que ninguno de mis padres me iba acompañar. Como siempre, su trabajo estaba antes que yo.

—Lucas despierta, ya puedo ver el islote —. Ivy zarandeaba a un cansado Lucas, quien había estado durmiendo en el asiento que estaba entre nosotras desde hace algunas horas.

—Si, si eso está bien —respondió sin abrir los ojos.

Verlo dormir fue suficiente para hacerme sonreír.

Lucas Tamber, había logrado construir una sólida amistad conmigo; podría pasar horas hablando de cualquier cosa y el prestaría atención, otras veces nuestras clases se resumían en el desahogándose por el estrés que le producía vivir en la torre de las wiccianas, algunos días cuando estaba de humor simplemente hablábamos de sus plantas y proyectos.

Era la clase de brujo que sabías que obtendría lo que quisiera si se lo propusiera en el futuro.

—Estás babeando — observó Ivy sonriente, sacándome de mis pensamientos.

—Claro que no.

— ¿Sabes? Creo que deberías dar un paso si quieres que te preste algo de atención —. Dijo volteando la vista hacia mí —. No lo tomes a mal pero, si alguien más en la Academia se fija en él, podrías perderlo.

La idea tenía bastante sentido. No pensé mucho en ello ya que no quería mostrarme vulnerable frente a Ivy.

—No hables de él como si fuera un trozo de carne — me indigné.

—Como si ya no hubieras fantaseado con él — se burló —No debes de incomodarte, los brujos hablan de las brujas todo el tiempo.

—La costumbre no lo hace correcto —fruncí el ceño.

Ivy se divirtió ante mi gesto.

—Ustedes son tal para cual, par de aburridos.

Sin darle más importancia al asunto, volteó la mirada hacia la ventana.

—Hemos llegado —anunció ella.

Por fin conoceríamos la Academia. Frente a nuestra barca se expandía un camino de piedra que concluía en una especie de fortaleza rocosa, la cual intuí que sería la academia.

Me dispuse a recoger el equipaje que cargaba conmigo, pensando que quedaba un poco de caminata a pie hasta las instalaciones.

—Creo que necesitas ayuda.

Lucas había despertado. Sin darme tiempo a responder, arrebató de mis manos un par de bolsas y las llevó sin rechistar.

¿Podía ser más dulce?

Por los Dioses Circe, este chico te está volviendo loca. ¡Reacciona!

Salí del trance y me disparé tras él para no perder el paso.

—Ivy está demasiado emocionada —señaló — ¡Puedes creer que casi me deja dormido en la barca! 

Solo podía ver a la distancia una figura pequeña y de largo cabello blanco, que estaba atravesando a saltitos las puertas de la fortaleza.

—Siendo sincera, las ocurrencias de tu promiscua amiga son el menor de mis preocupaciones en este momento.

— ¿Estas segura de eso? — Lucas me rodeo y se aproximó a mi espalda, tanta era la cercanía que podía percibir su aroma a menta y flores.

Despegó algo detrás, y descubrí en sus manos una nota de papel que ponía: PROPIEDAD DE LUCAS.

Sentí la sangre arder en mis mejillas.

—Mi promiscua amiga siempre tiene bromitas pesadas — se puso a mi lado otra vez y admiró la nota con cierta ternura —lo peor que puedes hacer es darle el gusto de hacerte pasar un buen rato.

Ya Lucas me había advertido con anterioridad sobre ella. En el juego de Ivy, te reías con ella o eras la broma. No había punto intermedio y temí que era algo con lo que tendría que cargar este periodo.

La bruja me intimidaba, es por ello que había hecho un buen trabajo evitándola estos últimos dos años en Pineville. 

—Por cierto, solo yo puedo llamarla promiscua sin que se enoje. Debe ser nuestro secreto. —sugirió Lucas sonriente.

Él prosiguió caminando y al avanzar un poco, noté que en su espalda también había una nota similar, pero esta ponía: PROPIEDAD DE CIRCE.

Eso me divirtió. Tal vez podría soportar la compañía de la brujita después de todo pensé.

—Sí. —Le sonreí —Será nuestro secreto. 

Cruce junto a Lucas las puertas de la academia, y decidí que no advertirle sobre la nota era lo mejor.

Cruce junto a Lucas las puertas de la academia, y decidí que no advertirle sobre la nota era lo mejor

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