Veintinueve

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Aiden.

Luego de mi encuentro con Circe, el resto de la tarde pasó de forma demasiado lenta. Con los estudiantes en la academia alarmados por las calificaciones no había nada entretenido que hacer y otra aparición pública ese mismo día no era buena idea, si bien nadie reparó en mí no quería llamar la atención.

— ¿De donde sacaste tanta información para hacer la tarea? — Me preguntó, o más bien me gritó Esdras desde su habitación.

Él se había encerrado minutos después de que los cuatro llegamos a nuestra torre, el sonido del agua corriendo y derramándose me indicaba que se daba un baño.

— Ivy me ayudó. — Grité de vuelta.

Yo me había pasado toda la tarde acostado en uno de los muebles de nuestra sala pensando en qué podría estar haciendo la bruja, si bien había intentado sacar la información de Circe pero ella parecía estar tan ajena a la situación como yo. El hecho de que ella estuviera con alguien más me tenía incómodo y no paraba de pensar en qué podría hacer para recuperar su atención.

— Qué romántico. — Chilló como respuesta.

— Oigan, me gustaría regalarle algo por ayudarme sin pedírselo. — Obviamente me había ayudado solo para que yo la perdonara por su atrevimiento de besarme el otro día, pero ellos no debían saber eso. — ¿Alguna idea?

Theo abrió las blancas puertas de su habitación con un estrépito. — Una mascota. — Dijo mirándome intensamente.

Esa era la cosa con Theo, a primera vista se veía como un tipo muy musculoso e imponente cubierto de tatuajes en sus manos y espalda. Pero debajo de la tinta y sus gélidos grises ojos estaba la persona más blanda que conocía. Una noche podrías encontrarlo levantando una considerable cantidad de peso en el gimnasio como un poseso, al otro día podías verlo en un campo jugando delicadamente con conejitos recién nacidos.

— Eso te gusta a ti, pero no sé si ella piense igual.

— Solo piensa, algún animal tiene que gustarle. — Se acercó a mí. — A menos que sea un monstruo.

— No lo sé Theo... estaría metiéndola en una gran responsabilidad.

— Si no lo acepta podemos conservarlo nosotros, ya tenemos dos animales y otro más no molestara a nadie.

En el segundo que las palabras dejaron sus labios, Moll abrió la puerta de su habitación y se asomó luciendo muy manchado de pintura.

— ¿Me acabas de llamar animal? — Me sorprendí de que hubiera podido escuchar nuestra conversación, al parecer las paredes debían ser más delgadas de lo que pensé. — De Esdras lo entiendo, ¿pero yo qué tengo de animal? — Reclamó Moll ofendido.

Theo tanteó la cabeza a los lados, pensando antes de responder. — Pensándolo mejor, tú irradias la misma energía de un niño de cinco años.

Moll estuvo a punto de reclamarle pero cerró la boca y pareció pensárselo por un momento. — Me vale. — Con eso volvió a su recámara y no salió más.

— Pues bien. — Theo volvió a mí. — ¿alguna sugerencia?

—Creo que le gustan las Quimeras. — Respondí. Recordé que precisamente el día que estábamos en la biblioteca se veía muy absorta devorando un libro sobre los felinos. — Pero no sé dónde podríamos encontrar eso aquí.

— Déjamelo a mi. — Theo sonrió de lado.

***

El plan de Theo funcionó bastante bien. Luego de contactar con algunos de sus clientes en la academia, se informó lo suficiente para dar con pistas de dónde podríamos encontrar los felinos, los cuales al parecer vivían en el bosque de los alrededores de la academia y solo haría falta estar atento para dar con ellos.

Ylia  | Academia de Brujas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora