Cincuenta y tres

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Notita:

Hey! esta es una parte faltante del especial que me reservé de publicar en navidad porque no tiene nada que ver con navidad. Ya entenderán a que me refiero.

Nos seguimos leyendo el viernes. Ya se viene el final de la primera parte de esta historia ;)

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Esdras volvió con la noticia de que su hermana Esther estaba bien, la explosión solo había logrado mancharla de un polvillo negro tanto a ella como a toda su habitación. Ivy se defendió diciendo que tenía todo calculado y que se ofendía porque siquiera pensaran que era capaz de hacerle daño. Luego de unos momentos todos se marcharon a sus respectivas habitaciones, pero Ivy decidió seguir a Aiden hasta su habitación, Milo la imitó.

—¿crees que Esdras se enojará? — Preguntó la bruja mirando hacia el río desde el inmenso balcón de Aiden.

— Él sabe que Esther es una persona despreciable, incluso se lo recuerda a diario. Conociéndolo bien se asusto más por el hecho de que sus padres le echen la culpa a él.

Ivy suspiró pesadamente.

El balcón no era precisamente tan bello como el invernadero de la academia, pero tenía vista a la luna y las estrellas. Eso era suficiente pensó Ivy.

— ¿Pasa algo? — Cuestionó Aiden con ambos brazos descansando sobre la baranda de concreto.

— Solo estaba... pensando en cómo sería lanzarse desde aquí al río en verano. Creo que sería divertido.

Él brujo se echó más hacia delante para poder ver su rostro con detenimiento.

— En ese caso, yo te diría que es una horrible idea porque el río está atestado con piedras y cristales filosos para prevenir ataques enemigos desde el agua. Y también te diría que no te creo, así que más te vale ser sincera.

Ella suspiró, la acción hizo mover un mechón de cabello que se había escapado de su trenza.

— Es solo que Esther me dijo tantas cosas horribles que obligó hacer a Circe que no entiendo como alguien se dejaría.

Él relamió sus labios.

— Hace mucho tiempo atrás, desde antes de conocer a Theo, siempre fuimos Esdras, Moll, Circe y yo. Peleábamos, jugábamos y rompimos miles de ventanas como cualquier niño. Pero Circe con el tiempo fue cambiando y alejándose de nosotros. Yo siempre supuse que fue la madurez pero considerando lo que dijiste hoy... pienso que ella quiso pertenecer más a las chicas, y se enfrascó tanto en eso que se olvidó de nosotros.

Ivy parpadeó. Luego un músculo en su mandíbula se tensó.

— No sé como no me sorprende, la gente de aquí es tan presuntuosa y despreocupada. Tienen tantas cosas que no saben en qué mejor entretenerse que aprovecharse de la inocencia de los otros.

— ¿ A que te refieres? — Él alzó una ceja.

— A toda esta mierda Aiden. Todo este castillo y los que habitan en él se basan en las apariencias, en que vestido bonito van a comprarse el día siguiente y en miles de bobadas por el estilo. Pero nunca piensan en los que confeccionaron ese vestido, en aquel que les trajo la comida o siquiera tienen la sutileza de saber el nombre de sus soldados que detienen juntos a sus habitaciones cada maldito día. Todo es tan falso que me asfixia.

Aiden lucia herido. Ella sintió ganas de disculparse, pero recordó a su madre, la mujer que poseía esos mismos ojos azules y la forma en que olvidó como si nada la amiga que había llorado horas antes de la cena.

Ylia  | Academia de Brujas ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora