XXV

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La semana pasó como de costumbre, Levi sumido en el trabaja prefiriendo quedarse en su oficina para concentrarse mejor, si bien las cosas el lunes no habían terminado bien, al día siguiente solo les bastó verse y abrazarse para que las cosas volvieran a la normalidad.
Por una extraña razón Levi sentía la necesidad de hablarle a Mikasa cada vez que llegaría tarde o si de plano no llegaba para quedarse con Hange como sucedió el Jueves.

Mikasa de igual manera le hablaba por WhatsApp mandándole fotos de cada actividad que hacía, incluso una selfie de ella haciendo un puchero y tras de ella Sasha y Farlan caminando de la mano.

Mensaje de Mikasa

A que hora llegas?

Temprano, solo pasaré a la oficina a dejar unos papeles, estarás en casa?


Si, puedes llegar tipo 7?
Quiero cocinar algo rico pero
termino la ayudantias a las 4.

Bien, bien.
Iré al centro comercial necesito
comprar mi perfume, necesitas algo?

Nop, solo se puntual.

Levi llegó 30 minutos antes de lo acordado pero no quería pasar a llevar lo solicitado por Mikasa, por ende se quedó en su auto terminando una serie.

Cuando ya eran las siete en punto bajo del auto y tomó el ascensor para subir hasta su piso. Una vez entró al departamento todo estaba oscuro salvo por unas velas que habían en la mesa de entrada, como era otoño más cargado a invierno oscurecía más temprano por lo que era muy poca la luz del lugar.

Sacó su chaqueta del trabajo colgandola en el perchero y dejó sus llaves en la mesa de noche.

—Lo siento— la voz de Mikasa resonó en su oído, sintió algo frío en su muñeca y luego un sonido.

—Que haces mocosa?— sonrió divertido sin resistencia alguna.

Ella tomó su otra mano y la esposó quedando ambas hacia delante.

Levi la miró de arriba para abajo sin poder apartar la vista de su roomie.
Vestía un traje de cuerina negro ajustado, muy ajustado, delineando su figura y con un generoso escote en forma de corazón que realzaba sus pechos, el vestido contaba con un largo tajo desde su muslo izquierdo hasta el inicio de su pelvis. Una ligas de cuero adornaban su muslos y desaparecían por el corto vestido.

—Mierda mocosa— rió nervioso al ver el látigo en su mano—no usarás eso verdad?

—Mocosa?— preguntó deslizando el látigo por su rostro y bajandolo hasta su entrepierna.

El tragó duro y movió sus manos para cubrirse.

—Mikasa—Ella asintió y se acercó a él.

—Dime, te has portado bien esta semana o mereces un castigo?—de manera inocente mientras sus manos desabotonaban los primeros botones del chico.

—Un castigo—dijo hipnotizado mirando sus pechos que en cualquier momento iban a hacer estallar las costuras.
Intentó alcanzar con sus manos la pequeña cintura de Mikasa pero ella fue más rápido y lo arrastró del cuello de su camisa.

Notó que su cuarto había sido vaciado de cualquier cosa que pudiese estorbar dejando solo velas sobre las mesas, las sabanas ya no eran las clásicas blancas ahora eran rojas, vaya que se había tomado molestias.

《 Maravilloso Desastre 》  •R•I•V•A•M•I•K•A•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora