《 Maravilloso Desastre 》 •R•I•V•A•M•I•K•A•

Final [parte 2]

—Levi? Eres tú?— una chica de pelo naranjo tocó el hombro del azabache haciéndolo voltear.

Su camisa tenía algunos rastros de chocolate al igual que sus mejillas.

Bajo la vista hasta el pequeño que minutos antes había dejado los brazos de su papá

—Petra, como estas?— el niño se hecho a correr en busca de sus amigos dejando a ambos solos en el salón de la guardería— Trabajas aquí?— dijo al ver su delantal con dibujos, un poco extrañado pues conocía a todas las educadoras habidas y por haber.

—No, solo estoy reemplazando a Lane, ella es la que hacía el plan nutricional de los niños— dijo guardando sus manos en los bolsillos— y tu?

—Oh, es el día del padre y vine a ver la presentación de León.

—En verdad fuiste padre— comentó sorprendida.

—Sigue haciendo las mismas preguntas obvia— pensó Levi.

—Si, tiene tres años— volteó en dirección a su hijo quien jugaba con otros niños.

—Es tu viva imagen.

—Lo es— dijo satisfecho pero con la personalidad de Mikasa— Lo siento, pero nos tenemos que ir, fue un gusto verte, mándale saludos a Edward.

Caminó hasta su hijo y le explicó que si bien papá tenía el día libre aún tenía cosas por hacer como ir a buscar unas tareas a casa de tía Hange.

Ya cuando estaba apunto de echar a andar el vehículo su hijo decidió hablar.

—Te acusaré a mamá— dijo el niño mirando desde el espejo retrovisor a su padre.

—De que hablas mocoso?— dijo divertido mientras abrochaba su cinturón.

—Le diré que hablaste con otra señora, una de pelo naranjo como la bruja de los cuentos de mami— dijo trabándose con una que otra letra.

—Por que harías eso? Y por que tu mamá te cuenta esas cosas?— dijo ya muy intrigado con toda esa información.

—En las teleseries de la abuela Kuchel siempre los papás se separan porque se enamoran de otra señora, la abuela las llama mujermuelas.

—Hey! No digas eso, menos delante de tu mamá— masajeó su frente, que su mamá nunca lo dejaría en paz?

—Que son las mujermuelas?— preguntó inocente el niño.

—Aún eres muy enano como saberlo, solo no le hagas caso a Kuchel, nada de lo que te enseñe lo repitas, estamos?

—Si papá— contestó ya distraído con el broche de su silla.

Entraron a la casa de Hange encontrandola de cabeza con los pies apoyados en la pared.

—Que haces?— preguntó Levi desde la entrada con la mano de Leon tomada.

—Holaa chicos! Leí en internet que esto podía ayudar para quedar embarazada— dijo aún en la postura.

—Pensé que pediste licencia por que estabas enferma.

—No podía ir. Leí que funcionaba dentro de las 24 horas después del coito...

—Oye cuatro ojos está mi hijo— espetó tapando los oídos del pequeño— Por eso después habla cosas extrañas.

—Lo siento— dijo dejando el ejercicio de lado— no hay un abrazo para la tía Hange?

El niño corrió a estrecharla con sus pequeños bracitos mientras Hange lo apretaba.