Capítulo 32: Mi punto de vista

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Marylin

Tenía que conseguir respuestas.

Tenía que aclarar las cosas.

Tenía que corroborar.

Tenia... tenía que saber que estaba pasando, así que fui a su casa.

Me arrepentí al tocar el timbre. Me había excedido. No tenía un plan, no tenía una excusa, no tenía derecho de estar ahí parada, pero no podía hacer el ring-raga. Me había obligado a mí misma a quedarme. Esperando a que abrieran.

-Hola- al verme, se arrepintió tanto como yo de abrir la puerta- Marilyn- me dijo rencorosamente.

- Nos vemos de nuevo, María- intenté sonar normal. Intente sonar cómo que sabía lo que hacía, aunque fuera lo contrario.

-¿Que haces acá?- me preguntó con descaro.

Entré. No lo notó, pero había visto como Mora se escondía para seguir escuchando, bueno, Margaret. No podía decir nada que me dejara en descubierto. Se me hacía más difícil.

-¿Que?- intenté sonar indignada- ¿Ya no querés verme?

-Y, después de lo que pasó...

 -Vamos. Ya supéralo. Además, ni siquiera me preguntaste porque estoy acá antes de echarme- la interrumpí antes de que dijera algo.

-Ni siquiera me pediste permiso antes de entrar a mi casa.

Espere a que siguiera, ella esperó a que yo respondiera, pero no. Nos dedicamos a simplemente fulminarnos con la mirada. Había odio en sus ojos.

-Hola ma- entró la espía, antes de fingir darse cuenta de que estaba ahí- ¿Interrumpo algo?- me miró.

-No. Nada- le dijo rápidamente- por lo menos nada importante. ¿Que pasa?

Ella quería estar tranquila. Si iba a hablar conmigo, quería hacerlo sin público. No quería que su hermosa familia se diera cuenta que existía odio en su corazoncito. Siempre haciéndose la buena, pero yo conocía su lado oscuro.

-Nada, solo venía a buscar un vaso de agua- linda escusa.

-Anda- la echó su mama discretamente- vos tranquila.

Se fue a la cocina, y seguimos hablando, suponiendo que ya no gotera. Igual no iba a decir nada muy revelatorio. No me iba a arriesgar.

-Entonces... ¿Que pasó?- me interrogó.

-Yo- por eso digo que me excedí. No tenía escusa, pero se me ocurrió una perfecta- vine a decirle algo a mi hija. Al parecer Mora y Margaret se volvieron muy amigas.

-Lo sé. Lo sé porque ella, a diferencia de su madre, avisa antes de meterse en la casa de una persona- el odio que podría tener una persona en muchas personas, junto, era el odio que María me tenía a mi.

-¿Y dónde están?- hice más creíble la idea de que la buscaba.

-Bueno, chau- entró con un vaso de agua. Supe que nos había escuchado.

-¿Puedo acompañarte a buscar a mí hija?- me entrometí. Quería comprobar.

-Si, supongo- aseguré que no estaban ahí. Sino no me hubiera dejado. Piensa que no se nada.

Bajamos las escaleras. A cada paso me daba más cuenta de que era mi hija. Los mismo gestos, la misma forma de caminar, todo era lo mismo. Excepto su cara.

-Margaret- dijo. La miraron raro. Ya era obvio lo que estaba pasando. Pero ¿Que onda con ellos dos? ¿Sus amigos también lo sabían? Y bueno. Se iban a enterar tarde o temprano -tu mamá está acá.

-Hola- dije- perdón Por interrumpir, solo venía a decirte algo- vi la puerta. Me acordé la última vez que vine. Cuando los atrapé.

Había llegado cuando María no estaba.

-Hola- me abrió Mateo- cuánto tiempo.

-Hola- le respondí amablemente.

-¿Que haces por acá?

-Venía a buscar algo- me excusé- me acordé que había dejado algo cuando María y yo éramos socias, y quería venir a buscarlo.

-Por supuesto. Pasa.

Y después, había echo lo que hice.

-¿Que pasa?- preguntó la que ahora estaba en el cuerpo de mi hija.

Guarde silencio. Seguía mirando la pared.

-Mamá- empezó a decir mí hija- ma ¡Marilyn! ¿Que pasa?- intentó que no me diera cuenta, pero no le di importancia.

-Nada- dije rápidamente- me tengo que ir.

Cuando subí, me dirigía a la puerta y María me freno.

-Apropósito- dijo- todos sabemos que no venias acá por tu hija. Te descubrí. Ahora, me encantaría que me hicieras el favor de irte de mí vida y dejarme en paz

Después de eso, cerró la puerta en mí cara.

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