Margaret
El día siguiente a lo que pasó con Marcos, nos juntamos en el palacio, pero no encontramos nada así que los recluté un día después en "mi" casa. Justo Paula tenía planes y Mora una reunión, así que me tocó estar sola con Tom. A las cinco, después de que Marcos se fuera (porque si no se iba a enojar) llegó y fuimos al pasillo. Cuando nos encontrábamos frente a la puerta de madera, sin entrar, rompí el silencio.
-¿Y que onda?- dije y me senté en el piso. El me imitó.
-¿Eh?- preguntó después, sin entender.
-Que onda con tu vida- le expliqué- hace mucho que no hablamos.
-Bueno, en realidad nos vimos ayer.
-Agh, no entendés.
-Al parecer no- la conversación se había vuelto muy incómoda. Hace mucho que no hablábamos los dos. Solos.
-Lo que digo es- seguí- hace mucho que no hablamos solos. No, ni siquiera, hace mucho que no hablamos de algo que no importe, de pavadas. No podemos estar todo el tiempo hablando de cosas importantes, ¡Se nos va a secar el sentido del humor!- dije la última frase en tono cómico.
-Es verdad- concordó con el mismo tono que el mío- solo hablamos de cosas de cuadros, cambios de cuerpo. Uf- se tocó las cienes- mi cerebro ya está exsausto.
-¡Exacto! Además, no hablamos nosotros dos desde hace mucho. No desde... - dejé la frase en el aire.
-¿Desde qué?
-Desde tu interrogatorio.
-Ou, cierto. Esa ni de cerca fue nuestra mejor charla.
-Igual, se me ocurren peores.
-¿Eso existe?
-En la que te "conocí"- hice comillas en la última palabra, y no pude evitar sonrojarme al recordarlo. Era cuando supuestamente había conocido a Mora. Cuando el hermano de Mora había dicho lo de que le gustaba. Todos sabíamos que con la amiga hablaban de mi. Margaret.
-Aaaaa, cierto. Hablas de lo que dijo Marcos- asentí- si, eso... él... es que...
Se veía la tención en el aire.
-¡¡¡No me gustas!!!- me hizo entender. Lo miré feo. No era muy lindo lo que había dicho.
-Pero si cómo amiga- se apresuró a responder cuando noto mi cara- pero no demasiado- lo miré triste de nuevo, no entendía- no. No es eso, solo que...
Hubo un silencio.
-Ya lo arruiné, ¿No?- dijo avergonzado.
-Un poco- nos paramos.
-Al parecer no se nos da muy bien lo de hablar de pavadas.
-No mucho- concordé.
-Así que... ¿Que onda?- imitó mi frase del principio- ¿Algo más del cuadro que tenga que saber?
Pensé un poco, y luego me acordé de la inscripción en el marco dorado.
-En realidad si.
-¿Que pasa?
Abrimos la puerta y lo llevé al cuadro.
-Ves, ahí- le señalé- que dice intercambio por consecuencia. Cuando cambiamos de cuerpo creo que fue gracias a eso. Lo tocamos, o por lo menos yo.
-¿Y ahora?
-¿Eh?- ahora yo era la que no entendía.
-¿Sabés qué pasa si lo tocas ahora? Quizás puedan volver a cambiar de cuerpo- me impacté con su suposición.
-Eso... ¡Podría ser!- dije entusiasmada.
A continuación toqué el cuadro.
De repente, todo se puso negro.
Lo siguiente que vi me dejó sin habla.
Había dos personas, pero no pude ver sus caras. En la pared en la que estaba el cuadro hoy en día, había un portal. Era como un vórtice de colores brillantes que giraba, e irradiaba luz. Al mismo tiempo, era como un agujero negro. Todo se lo tragaba.
Después, una de las personas, que estaban en el piso, habló:
-¿Como lo paramos?- dijo angustiada.
-No se- le contestó la otra. Su aspecto me parecía familiar, pero no logré identificarla.
-Okay, pero tenemos que hacer algo, ¡Y ya!
-¿Que tal si usamos esto?- agarró el marco dorado que estaba en el piso, pero que en ese entonces era un espejo roto.
-¡¿Estás loca?!- olvidé mencionar que eran dos mujeres, como de mediana edad- ¡Está echa de pirita, podría absorberlo! Así se generaría un especie de portal interdimencional mucho peor que este- ¿Acaso dijo interdimencional?
- ¿Y tenés alguna mejor idea? Hay que hacer algo rápido, es nuestra única opción.
Acto seguido puso el espejo en la pared y todo paro.
Cuando abrí los ojos, estaba tirada en el piso de la sala con Tom en frente mío, mirándome preocupado. Cuando vio que abría los ojos me habló.
-¿Estás bien?
-Si- respondí confundida- al menos eso creo. ¿Que paso?
-Cuando tocaste la inscripción, te desmayaste- me dijo ayudándome a incorporarme- pero, en realidad parecía como si estuvieses soñando algo.
-Lo estaba- afirmé- pero más que un sueño, ero como una... - busqué la palabra adecuada- visión.
-¿Hablas de que viste el futuro?
-No. Más bien, parecía el pasado. El pasado de esto- señalé el cuadro- y creo que nos puede ayudar a descubrir cómo cambiar de nuevo.
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Intercambio
FantasíaCuando unos extraños cuadros las hacen cambiar de cuerpos, Margaret y Mora, unas chicas totalmente diferentes de 14 y 15 años, tendrán que hacerse amigas y descubrir como arreglar todo.