Kirishima
Pese a la insistencia de Bakugou, no estaba dispuesto a separarme de él. Sabía que necesitaba de mi ayuda, y haría lo que fuera para que se sintiera mejor, el problema era que todo parecía indicar que la solución era Todoroki, y solo parecía empeorar cada vez que estaban juntos.
Bakugou
Estaba harto de dar vueltas en mi cama, sintiéndome cansado, pero sin la más mínima pizca de sueño. No podía dormir. Sin contar que, recostado o cada vez que lo veía, solo pensaba en lo que pasó en el templo días atrás. Mi corazón latía punzante y con fuerza contra mi pecho; odiaba sentirme así. Exasperado de sentirme frustrado, decidí prepararme un vaso de leche caliente. No es mi bebida preferida, pero dicen que funciona para dormir.
Eran las 3:18 am y procuraba hacer el menor ruido posible mientras buscaba en las alacenas los instrumentos que me facilitarían calentar el líquido blancuzco. ¿Por qué no podían dejarlos en el mismo maldito lugar?
Encontré un recipiente templado y ahora solo restaba verter la leche para entrarla en el microondas. Abrí el refrigerador, y al lado del recipiente totalmente marrón se encontraba uno similar, salvo que este tenía fresas en su embalaje. Maldición, ¿acaso iba a relacionar todo con él a partir de ahora? Cerré el refrigerador con más fuerza de la que calculé una vez tomé la bebida.
Cronometré el electrodoméstico con apenas un minuto y treinta segundos. Mientras esperaba, los recuerdos no dejaban de venir. Miré el sillón en el que me abrazó cuando mirábamos esa película infantil. Mi cuerpo se sintió pesado. ¿Desde cuándo el tiempo pasa tan lento? El cronómetro marcaba los cincuenta segundos restantes, y yo me concentré en su retroceso. Tan absortó estaba, que mi primera reacción al mirar hacia atrás, fue estar listo para provocar una explosión sin hesitar, y tras ver de quién se trataba, consideré en hacerlo.
Él estaba de pie, con un vaso de cristal. Cuando nuestros ojos se encontraron, rápidamente cambió la dirección de estos, caminó al refrigerador. Yo repliqué su gesto, y fue cuando confirmé que el tiempo parecía no querer fluir: al maldito microondas le faltaban treinta segundos para concluir. Mis manos estaban tan sudorosas que, ante el más ligero roce, comenzaban a crear chispas involuntarias; todo esto solo porque se servía de agua. Él suele tener el sueño pesado, ¿qué diablos hace aquí a media noche?
Desde la última vez que estuvimos a solas, no habíamos intercambiado palabras. Ambos procurábamos distancia. Empezaba a sentirme ansioso y él ya había terminado de servirse el agua; a lo mejor no tendría otra oportunidad para enfrentarlo después si no lo hacía ahora.
– Oye... – pronuncié cauteloso; él detuvo su retroceso sincronizado con el tintineo del aparato que anunciaba el fin de su función.No podía ser más inoportuno y, como si se tratara de una desagradable coincidencia, el pulpo se apareció al bajar las escaleras y poco después el cuatro ojos robótico también se presentó en la cocina, pidiéndonos regresar a nuestras habitaciones. El apático de Mitad–Mitad no pronunció palabra y pasó de largo al idiota del delegado. Yo tuve que aguantar unos cuantos minutos más su sermón... Debí echarle la leche hirviendo en la cara. ¿Qué demonios pasa con tanta maldita gente despierta a deshoras?
Ni siquiera me tomé la maldita leche por la cual me tomé tantas molestias. La causa de mi insomnio tenía nombre, apellido y una cicatriz en el ojo izquierdo. ¿Hasta cuándo me sentiría así?
Llevé una de las almohadas a mi cara y, era justo en la que él había dormido. Me sentía culpable de mantenerlo contra mi rostro, inhalando su aroma para luego lanzarla a un extremo de la habitación.
– ¿Por qué tuviste que arruinarlo todo maldito Mitad–Mitad? ¿Qué diablos fue lo que ocurrió? ¿Qué fue... lo que te hice? Las palmas de mis manos se sentían húmedas contra mi cara. Odiaba sentirme así.A las pocas horas después, mi alarma me sorprendió justo al borde de la cama. En algún momento de la noche, había caído rendido por el cansancio. Al llegar al curso, había olvidado que ese día debíamos crear ataques especiales. Poco antes de dirigirme al área de entrenamientos, le solicité a la pasa de enfermería que me administrara algún energizante; sin dormir y una jaqueca exponencial, iba parecer igual de patético que los extras de la clase.
Cuando llegué, todos estaban repartidos en la nave, en la cal se encontraban varios biomas y estructuras. Me dirigí a la parte más alta; era yo quien debía mirarlos desde arriba. Desde hace un tiempo estaba pensando en crear una especie de proyectil redirigido y concentrado, formando un espacio cóncavo con las palmas de mis manos. Como lo supuse, el tiro fue un éxito e incluso salió disparado con mucha más fuerza de la que imaginaba. Comencé a modularlos como proyectiles contra las estructuras de roca; me sentía extasiado. A lo mejor esto era lo que necesitaba para despejar la mente de... ¡Maldición!
Fue en ese momento, donde un considerable muro de fuego dividió el área y solo podía provenir de él. Tal demostración de poder, despertó el asombro de los demás, quienes no tardaron en elogiarlo, pero como siempre, se mantenía inexpresivo. Pensar que continuaba mejorando, mientras yo aun lidiaba con algo que no podía explicar, me molestaba.
Quería explotar todo y no ver a nadie más, pero tenía que demostrarle que no era el único que podía ser indiferente, sin tomar en cuenta que, nunca sería mejor que yo.
Comencé a aumentar la cantidad de disparos sin tomar en cuenta hacia donde los apuntaba, lo que causó que, tras un gran desprendimiento, éste se dirigiera a... ¡All Might! No me había dado cuenta de cuándo había llegado. Quise abalanzarme contra el gran trozo de concreto, hasta que una figura verde se atravesó; era el maldito de Deku. Con una fuerte patada, espació escombros que evitaron causarle daños al referido profesor. ¿Desde cuándo se había vuelto tan ágil?
Me aparté del borde de la estructura en donde estaba; si permanecía ahí, no sabía de lo que era capaz de hacer. El muy idiota había mejorado bastante sin que lo notase. No podía y no iba a permitir que un maldito nerd como él me superara; yo sería el número uno, sea como sea, sin tomar en cuenta que esos movimientos me resultaron demasiado familiares...
Volví al entrenamiento, considerando la precisión, fuerza de impacto y duración. Los ataques cada vez eran más precisos, causando el efecto que buscaba; ambos profesores también se percataron de ello y me felicitaron, pero a diferencia de otras ocasiones, la incomodidad que sentía no desaparecía. Los avances de Deku, el irreconocible estado del anterior héroe número uno; el inexplicable distanciamiento de él... Sentía que, con cada día, me estaba quebrando.
Luego supimos que estas técnicas eran para ser utilizadas en el examen que nos otorgaría nuestra licencia provisional. Al fin les demostraría a todos estos imbéciles mi superioridad. Se supone que íbamos a enfrentarnos a otras escuelas para héroes.
Con nuestros trajes de héroes, fuimos citados a un área dispuesta con diferentes ambientes, en el cual, como proceso de eliminación, debíamos enfrentarnos a los extras de las escuelas presentes, colocándoles tres esferas para derrotarlos; solo 100 obtendríamos las licencias. Esto se iba a poner interesante.
Como no quería ser arrastrado con los idiotas de la clase, me separé de todos ellos, salvo por los idiotas de Shitty–Hair y el tomacorriente, que se pegaron a mí como sanguijuelas. Como sea, solo tenía dos opciones con ellos; o los usaba o los ahuyentaba.
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Me estoy viendo el mítico anime de "Nana" y veré si vale la pena...
Dato #16
No me gusta mucho Kirishima, pero escribir este fic hizo que me cayera mejor...
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Solo Nosotros Dos 💥 🍰
FanfictionSinopsis Uno cuya impulsividad sólo rivaliza con su explosiva personalidad; el otro cuya frialdad va más allá de su gélido don, consiguen complementar bastante bien las diferencias que los acercaron sutilmente más de lo que jamás imaginaron, afortun...