54. Cuestión de segundos

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Bakugou

– ¿Por cuánto tiempo más piensas estar molesto? Bueno, más de lo usual – no entiendo por qué si hay más sitios donde puede acomodarse, le gusta sentarse en el suelo, justo al pie de mi cama.
– Por el tiempo que ese brócoli respire – las cortinas de mi habitación se movían frenéticamente. Al dirigirme a cerrar la ventana, pude ver cómo nubarrones considerables se formaban en la distancia, lo que inmediatamente me generó un mal presentimiento.
– Yo no creo que sea un inconveniente que él lo sepa – hojeaba el libro que sostenía luego de que me alejé de los cristales en los cuales ya se veían algunas gotas, dejándome caer sobre mi cama, aliviado de no tener que pasar la noche a solas si, como suele suceder en este tipo de condiciones, la lluvia estaba acompañada de los malditos rayos. – Quizás sea un indicio de que es tiempo de darlo a conocer – sus dedos se escurrían en mi cabello. Claro que no vas a estar de acuerdo conmigo, de lo contrario el maldito nerd no estaría tan campante como siempre, pero había algo más. Mientras solo él y yo supiéramos de esto, era mucho más fácil. Sin tomar en cuenta que no tendría que escuchar las insignificantes opiniones de los demás al respecto. Quería que esto sólo nos perteneciera a nosotros dos, y nadie más.
– Me hubiera gustado que fuera nuestra decisión – maldición, de todos justo él tenía que ser quién nos viera. Sentía como si cada vez que mi mente repasaba ese día, una úlcera hacía casa en mi estómago, con el nombre de ese idiota escrito en ella.
– Yo creo que es una muestra de cómo lo tomarían los demás
– Me tiene sin cuidado lo que piensen esos extras. – Volteándome sobre mi pecho, para mirarlo de frente. – Sin embargo, ¿cómo crees que reaccionaría tu viejo? – Ésta también era otra razón. Sus ojos se expandieron y desvió la mirada. Como el héroe con el más alto ranking, siempre estaba en el ojo público, incluidos los allegados a él, en especial el hijo que también era aspirante a héroe profesional.

Me había contado que la antorcha había intentado llevarse mejor con él, desde la última pelea que tuvieron, pero años de maltratos no iban a desaparecer en cuestión de semanas, meses e incluso años. Éste era un tema delicado para él, que aún ha dejado secuelas en él y sus hermanos, pero aún más en su madre, quien está aislada en un hospital psiquiátrico justo por la misma razón.

Aparentaba estar apaciblemente indiferente, pero sus dedos blancos aferrados al tomo del libro de Historia del Arte del Héroe Moderno, evidenciaban lo contrario.
– No tienes que responder – moviéndome para acomodarme en el espacio entre sus piernas.
– Quisiera demostrarles lo importante que eres para mí – colocando sus manos alrededor de mi cintura. Estando tan cerca de su rostro, podía detallar los diferentes tonos de gris y turquesa que sus ojos destellaban. Podría mirarlos indefinidamente.

Mis manos se dirigieron a su rostro y su expresión se suavizó, cerrando sus ojos a mi contacto, dejándose llevar por los movimientos repetitivos de mis pulgares en sus tersos pómulos. Justo por esta cara tan angelical es que te llaman "príncipe" y sólo yo puedo acariciarla.
– Eres muy ingenuo a veces – apretando sus mejillas, haciendo que mohines distorsionaran sus facciones, apretando el agarre de sus manos en respuesta. Verlo así siempre me provocaba una sonrisa involuntaria, que sólo él tenía derecho a ver. Justo por eso quería que esto fuera sólo de nosotros dos, que nadie más viera cómo somos a solas, cómo todo lo demás es inexistente mientras estamos en los brazos del otro.

Permanecimos unos momentos en silencio con los ojos cerrados, arrullados por el ruido de la lluvia en el exterior y nuestras respiraciones pausadas, pero siempre que estoy tan cerca de sus labios es inevitable que no me sienta tentado a tenerlos juntos a los míos, donde pertenecen. Fue un beso lento, donde nuestros labios se intercalaban mientras el ligero roce de nuestras narices provocaba un cosquilleo en cada oscilación.

– Katsuki... Tengo que estudiar – dijo entre jadeos, intentando disimular inútilmente una sonrisa
– ¿Prefieres estudiar que pasar tiempo de calidad conmigo? – recorriendo su barbilla, hasta llegar a su clavícula
– No sé, quizás sea porque aún tengo marcas visibles desde la última vez – protestó, cuando mis labios estaban en el área de su yugular
– Habrá que renovarlas entonces – riendo sobre su cuello
– ¡Katsuki! – intentando alejarme, sin éxito, lo que me hizo sonreír.

Solo Nosotros Dos 💥 🍰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora