21. Lo que siento por ti

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Todoroki

No quería verme con Bakugou después de lo que me había dicho, así que fingí haber ido a la enfermería. El resto del día, solo fui capaz de hacer estiramientos y un leve entrenamiento. Estaba agotado, con el cuerpo adolorido y disgustado. No podía concentrarme. Luego del almuerzo, me retiré a mi habitación; no quería estar con nadie.

Me percaté de que había quedado dormido, cuando al tomar mi celular, éste marcaba las 4:45 pm. Sentía sintiéndome igual de pesado. Decidí bajar a la cocina por algo de comer para subirme los ánimos. Bajando las escaleras, pude ver a Kirishima y Sero frente a la habitación de Bakugou.
– ¿Crees que está dormido?
– Él no suele dormir a esta hora – respondió el pelirrojo. – Ni siquiera bajó a comer y no responde mis llamadas o mensajes
– Debe estar agotado por la pelea de esta mañana – posando sus manos en los hombros del otro – Mina y Kaminari nos esperan para ver una película. – al verlos alejarse sentí la urgencia de escabullirme. Supongo que para que no pensaran que estaba interesado en el estado de Bakugou, pero, sí lo estaba.

Una vez llegué al área común, varios de los chicos estaban viendo en la televisión.
– Hola Todoroki, ¿te encuentras bien? – Yaoyorozu fue la primera en acercase a mí, llamando la atención del resto. No quería ser abordado por nadie.
– Sí, ya me encuentro mejor. – Mentí
– Siéntate con nosotros, Todoroki – me invitó Uraraka, acompañada de Iida, Tsuchan y Midoriya.
– Solo vine por algo de comer. – Tomando un panecillo y leche de fresa. – Saldré a caminar un rato. – Me dirigí al jardín sin esperar sus reacciones.

Estuve caminando por un rato pensando en las posibles motivaciones que llevaron a Bakugou a querer enfrentarse a mí. Al principio pensé que se trataba de la insistente revancha que me pedía por mi deficiente desempeño en el Festival Deportivo, para presumirle a los demás que era mejor que yo, pero se sentía distinto, su rostro después de golpear mi estómago era contemplativo, no agresivo. Por los segundos en que esperó a que me recuperara, por primera vez, parecía... afligido. Recordar eso hizo que me doliera le pecho, aún más después de lo que me dijo una vez terminó la pelea: "Ahora si tendrás motivos para ignorarme".

El sol comenzaba a descender. Miré mi reloj y faltaba una hora para que iniciara el toque de queda. Sabía que debía retirarme al dormitorio, pero, pensando en que Bakugou no se encontraba en su habitación, me sentí tentado a confirmar las sospechas de su paradero. Me adentré a las instalaciones de la academia, al cuarto de suplementos administrativos, para ser más exacto. La vez en que ambos compartimos la asignación de limpieza de clase, fuimos a guardar los elementos de limpieza luego de utilizarlos. Yo me encargué de acomodar los desinfectantes, mientras él acomodaba las escobas.

Esa tarde, él se había detenido en la ventana del cuarto. Era la primera vez que lo había visto hacer algo tan ajeno a él; miraba el atardecer. La vista a contraluz de su silueta contra la ventana hacía como si su cabello destellara llamaradas anaranjadas producto del atardecer. Verlo me provocó un sentimiento extraño, pero, agradable. Podría haberlo contemplado por más tiempo. En otra ocasión, cuando compartí la limpieza con Yaoyorozu, comprendí lo que observaba: él sol descendía justo en dirección perpendicular a la ventana, provocando que el reflejo de los rayos crease motas de luz que descendían, parecidas a luciérnagas o cenizas al fuego. Era una vista agradable.

A medida que me acercaba al referido cuarto, sentía mi corazón latir con fuerza. Pensaba que se trataba del agotamiento por subir hasta el cuarto piso del edificio, pero eran nervios. No había tenido una plática decente con Bakugou desde hace mucho tiempo, aunque ahora que lo pienso, "decente" tal vez no era el término indicado; pero extrañaba que me molestara, gritara o que me demostrara sus atenciones de la única forma en que lo sabe hacer: con agresividad. Era divertido molestarlo y ver cómo se exasperaba con tanta facilidad. Extrañaba hablar con él y entrenar, mientras se regodeaba de ser el mejor; verlo así de feliz me divertía.

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