59. "Y lo haría las veces que fuera necesario..."

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Kaminari

Estábamos en pleno apogeo de la tormenta, dirigiéndonos al generador de energía. Como Shinso había pensado, la cinta aislante, en efecto, había logrado que no fuera el objetivo principal de gran parte de los rayos, pero esta vez, mi avance era delimitado producto de las altas temperaturas que estaba generando mi cuerpo, al tiempo en que parecía un farol andante, que para bien o para mal, nos permitió avanzar en la tormentosa noche.
– ¡Resiste, estamos a medio camino! – y quería creerle, mi cuerpo estaba más allá de tolerar otra sobrecarga de energía.

A nuestro paso, varios árboles fueron el blanco de los rayos que yo esquivaba lo mejor que podía, pero mentiría si dijera que no preferí que fueran ellos y no alguno de nosotros dos. Sin embargo, pese a mis intentos, poco antes de llegar a la barandilla que delimitaba la estructura de metal que se encargaba de regular la energía del campus, un rayo impactó contra mí inclementemente, produciéndome dolorosos calambres.
– ¡Kaminari! – gritó mientras el chaleco improvisado caía a mis costados
– ¡Estoy bien! – intentando decir mi mejor mentira, mientras sentía mis músculos arder.
– ¡Tienes que hacerlo de acuerdo a lo que te indiqué! – Apenas podía escucharlo sobre los estruendos y el helado torrencial que espesaba el aire.

Poco antes de salir del almacén, Shinso me explicó que debía hacer conexión a tierra próximo a uno de los generadores de energía para desprenderme del exceso de carga que estaba consumiendo mi fuerza vital. Esto permitiría que, en el peor de los casos, la electricidad fuera absorbida por este sin causar mayores daños, o eso esperamos.

Me dirigí a la barandilla que salió disparada a mi tacto, ignorando que podía sentir cómo la carga eléctrica tensaba cada vez más mis músculos. El dolor era tan insoportable que pensé que en cualquier momento me desplomaría inconsciente.
– ¡Kaminari, resiste! – de nuevo, su voz me recordó que no podía hacer que su esfuerzo fuera en vano

Pese a mi borrosa vista, de alguna forma conseguí acercarme lo suficiente a la fría estructura de metal, aferrándome a ella, mientras buscaba el soporte de tierra, diseñada para mitigar la carga eléctrica de la que disponía de sobra. En un último esfuerzo, abrí mis ojos como si mi vida dependiera de ello (porque, de hecho, era así), y divisé una especie de poste amarillo brillante. Sin estar seguro de lo que hacía, coloqué mis manos sobre él y poco después fue rodeado por una intensa luz cegadora que me hizo pensar que me encontraba en el más allá, pues tampoco era capaz de escuchar la lluvia que durante esos breves segundos fue inaudible.

La luz poco a poco se fue apagando, y yo ya no parecía una luciérnaga en plena noche de verano, sin embargo, mis pies comenzaron a fallarme, pero lejos de sentir el golpe del suelo, unos brazos me sostuvieron.
– Te tengo – su voz se escuchaba melodiosa pese a la ventisca. La lluvia comenzaba a mermar y el clima en general parecía apaciguarse, pese a que algunos relámpagos aún eran visibles.
– ¡Shinso! – separándome bruscamente de él, temiendo que aún conservara residuos de estática o de cualquier cosa que pudiera electrocutarlo.
– Por lo que puedo apreciar, ya estás mucho mejor – mostrándome una sonrisa, visible gracias a la luz de la luna que destacaba entre toda esta penumbra. Podía sentir cómo mi cuerpo volvía a su temperatura habitual mientras recuperaba mis fuerzas. – Debemos irnos a los dormitorios – dijo jadeante. Fue entonces cuando mis ojos reposaron en su cuerpo, percatándome de que aferraba su brazo a su torso como si temiera que fuera a desprenderse, viendo cómo gotas de sangre se mezclaban con el charco de agua a sus pies.
– Tu brazo... – acercándome a él. Una vez de frente, la vista de su cabello pegado a su rostro era inusual; la sombra producida por la luna destacaba su fornida musculatura, y pese a la insólita situación por la que habíamos pasado, esos detalles lo hacían ver mucho más... atractivo.

Solo Nosotros Dos 💥 🍰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora