Esta vez falté la primera hora porque me había pasado gran parte de la noche despierta, solo había conciliado un par o tres horas de sueño. No paraba de pensar en la muerte de mis padres, en cómo se lo tomaron en mi antiguo instituto, en todas las preguntas que me hacían los periodistas y lo más importante, en cómo iba a reparar los fallos del equipo.
Realmente no eran nada nuevo para mí, no teniendo en cuenta que había visto en primera línea cómo entrenaban equipos profesionales, pero el reto de ayudarlos a mejorar me gustaba. Al fin y al cabo tenía la misma ambición que mi padre. Además, mi madre también entró en el equipo de mi padre para ayudarlos a mejorar, yo no podía hacer menos.
Me puse el uniforme de la escuela y me encaminé hacia la estación mientras me comía una manzana como desayuno y escuchaba música. Si no me dormía hoy iba a ser un milagro.
Llegué justa a la siguiente clase, menos mal que el profesor se tomaba unos minutos antes de venir. Acomodé mis cosas sobre la mesa sintiendo la mirada de todos sobre mí. ¿Por qué me miraban tanto? Les dediqué una mala mirada suficiente como para que me dejaran en paz un rato.
Entonces caí.
Había cometido el error más grande en toda mi vida. Ahora por mi culpa y por la suya todo se iba a volver a repetir. De nuevo iba a tener que irme. Otra vez iba a tener que huir por haber hablado de más.
Sentí un fuerte dolor de cabeza que me obligó a llevarme la mano sobre esta. ¿Era el sueño o el estrés que me provocaba esa situación?
—¿Shiraiwa se encuentra bien? —preguntó el profesor provocando que todos se me quedaran mirando de nuevo.
No, otra vez no. No me miren tanto, no me miren con esas caras, no sientan pena por mí, no por favor.
—Ne-Necesito salir —mascullé con dificultad antes de salir de la clase en dirección al baño.
Vomité lo poco que había desayunado, sintiéndome aún peor, para acabar llorando mientras me apoyaba con las manos por encima de la tapa del retrete.
Intentaba verme fuerte pero dolía, dolía mucho, dolía pasarlo sola, dolía ser tratada así.
Yo era una alumna como todas, no tenían que sentir tanta pena por mí. Era consciente de lo impactante que era ver de frente a la hija de uno de los jugadores de vóley más queridos y conocidos del país y de la mejor mánager de los equipos de la temporada después de la muerte de estos, pero ellos no entendían que su forma de tratarme o las caras que ponían no ayudaban en nada.
Me tomé unos 10 minutos para calmarme y volver a armar mis escudos que me hacían ver irrompible, porque así lucía yo, indestructible por fuera y destrozada por dentro. Cuando regresé a la clase, les amenacé con la mirada para que me dejaran y, como siempre, lo conseguí. Los ojos negros de mi madre en mí helaban lo suficiente como para replantearse dos veces lo de mirarme.
El descanso llegó y yo me quedé allí, mirando mi almuerzo sin ganas de probar bocado, pero por mi bien tenía que obligarme a comer algo.
Kuroo.
—¿Creéis que Shiraiwa-san venga hoy a vernos? —preguntó el mitad ruso mitad japonés antes de empezar a comer.
—No sé, creo que hoy no ha venido, no la he visto en el tren —dijo Shibayama.
—Ojalá venga, me encantaría tenerla como mánager, es tan bonita —y volvió el Yamamoto que todos conocemos.
Suspiré aburrido para dirigir la mirada hacia la pantalla que había delante de Kenma, el cual le prestaba toda su atención.
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La mánager ━━Haikyuu!!
FanfictionAunque no puedas huir de la oscuridad del pasado, siempre llegará la luz que ilumine el presente. 承| Donde Shiraiwa Kata deberá aprender a soltarse de las cadenas que la atrapan para luc...