9. Empiezan los cambios.

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Colgué en cada puerta de mi armario una chaqueta para debatir entre cuál me pondría hoy.

¿La que se me queda bien porque se ajusta a mi cuerpo o la que es dos tallas más grande que la que uso?

¿Y si me pongo la del Aoba Johsai?

No puedo utilizar la de Shiratorizawa, aún es pronto.

—Dos tallas más grande está bien —la quité de la percha para ponérmela.

Además, eso le hará pensar que tiene todas las de ganar cuando va a ser todo lo contrario. Si de verdad piensa que me va a tener tan fácil puede ir preparándose. Aprendí a ser difícil cuando intenté conquistar al imposible de mi ex, aunque luego resultó ser un trocito de pan muy tierno e inocente. Fue una pena que lo dejáramos.

Cogí mis cosas y mientras bajaba las escaleras al piso de abajo preparé los cascos para escuchar música de camino a la estación.

—¡Tío ya me voy! —avisé desde la entrada poniéndome los zapatos.

—¡Vale, que te vaya bien!

—¡Gracias, a ti también! —y con eso me fui.

Llevaba desde hace poco esforzándome para ser más cercana a mi tío, al fin y al cabo él me había dado muchísimo desde la muerte de mis padres. Se hizo con mi custodia, aceptó mudarnos a TokIo, me trató como si fuera su hija, tuvo que buscar trabajo y muchas más complicaciones. Prácticamente cambió su estilo de vida por mí. Había llegado el momento de dejar de ser una desagradecida con la persona que estaba dejándose la piel para cuidarme.

Por el camino paré en una tienda para comprarme un bollo de carne porque aún tenía hambre. Que estuviera caliente solo conseguía hacerlo más apetitoso. Y tarareando alguna que otra canción, llegué hasta la estación.

Nada más entrar al bagón localicé a Shibayama sentado en el asiento que había al lado del mío. Esto era nuevo, siempre se sentaba cuando yo ya estaba allí.

—Buenos días Shiraiwa-san —me recibió con una pequeña sonrisa.

—Buenos días Shibayama-kun —aproveché su gesto de levantarse para dejarme pasar y llegar hasta mi sitio.

—Hoy había más gente, me he sentado para guardar los sitios.

—Oh, bien visto, gracias.

—De nada.

Aún no se acostumbraba a que fuera amable con él. Casi siempre que le agradecía algo o hacía cualquier cosa por él terminaba rojo de la vergüenza. Era tan tímido que solo conseguía verse más tierno.

Cuando llegamos a nuestra parada, fuera del vagón nos estaba esperando el primer inconveniente con el que iba a tener que lidiar.

—Buenos días chicos —los saludé una vez puse los dos pies fuera.

—Buenos días —dijo también el chico de primero que me acompañaba.

—Buenos días —murmuró Kenma sin dejar de jugar.

Vi como Kuroo me miró de arriba a abajo un par de veces antes de sonreír. Llevaba días sin ponerme la chaqueta.

—Hola, ¿cómo está nuestra mánager favorita?

En el momento que supe que quería poner su brazo en mi hombro retrocedí un paso para impedirlo.

—Bien —y sin añadir nada más, llegué hasta la par de Kenma para empezar a caminar hacia la escuela.

Shibayama me imitó y se puso a mi lado sin aportar nada más ante el silencio que había surgido entre nosotros.

¿No puedes dejar de mirarme Tetsurou? Sé que me miras porque te he arruinado los planes, era justo lo que quería.

La mánager ━━Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora