30. Hogar.

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Kuroo

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Kuroo.

Me gustaría poder describir la oleada de sentimientos que estaba experimentando por dentro en este preciso instante, pero no podía.

Nuestras respiraciones seguían un tanto acelerada. El suave sonido que emitía su aliento al salir por su boca resonaba encima de mi cabeza mientras que el mío acariciaba su cuello.

Su cuerpo hacía contacto con el mío por debajo de las sábanas. Estaba más caliente que de costumbre, producto de lo que habíamos hecho no mucho antes, pero era tan suave que deseé no separarme de él nunca. Su piel era tan tersa y estaba tan cuidada que solo incitaba a acariciarla.

Sus dedos se encontraban inmersos en mi pelo, jugueteando con algunos mechones mediante caricias y lentos desplazamientos. De vez en cuando sus manos acariciaban mi cara, de una forma tan involuntaria que despertaba en mí las ganas de que sus delicadas y finas manos no se separaran de mi cara nunca.

Porque se sentía tan bien que por primera vez en mucho tiempo me sentí protegido bajo unos brazos que no iban a soltarme con tanta facilidad y que solo velaban por mi bienestar.

Tan cálido y seguro como si fuera un hogar. Porque lo era. Ella era mi hogar.

Dos personas que le sonreían a la vida para evitar no venirse abajo mientras que por dentro todo estaba a punto de desmoronarse.

Dos personas que se conocieron por casualidad.

Dos personas que eran muy conscientes del estado en el que se encontraba el otro.

Dos personas que necesitaban ayudar al otro a reconstruirse.

Eso éramos nosotros.

Eso era ella para mí.

Ella me reconstruía a mí y yo la reconstruía a ella. Ella me daba comodidad y yo le daba luz. Ella me brindaba confianza y yo le brindaba apoyo. Ella me mantenía en pie y yo la impulsaba hacia adelante.

Dos hogares en ruinas que encontraron uno en común donde refugiarse.

—Kuroo —susurró por encima de mí con una nota suave por culpa del agotamiento que de seguro había golpeado su cuerpo—, estoy tan cansada.

No pude evitar reírme. Su inocencia a veces me resultaba tan graciosa. Esta chica era todo un caso. Mi caso.

—Es normal. Deberías dormir, ya es tarde —respondí removiéndome en el hueco de su hombro para estar más cómodo.

—Pero es que tengo curiosidad —insistió con un tono sereno como si pareciera que el sueño le estaba venciendo.

—¿Sobre qué? —pregunté con curiosidad.

—¿Por qué has venido?

Comprendía su curiosidad. La forma en la que había aparecido en su casa, tan tarde y sin avisar no había sido la mejor y era bastante obvio que sintiera curiosidad por saber el motivo. Porque si solo hubiera venido a pasar el rato con ella la habría avisado con antelación para evitar molestarla a ella y a su tío.

La mánager ━━Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora