3. Competitividad vs. Salud.

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Habíamos llegado al momento del partido donde cada uno daba todo de sí cada vez que el contrario anotaba un punto. La rabia de perder y la frustración de no poder detener los balones iba haciéndose notar en todos los chicos. Habíamos llegado al tercer set, el primero se lo llevaron ellos y el segundo nosotros. Todos estábamos cansados, pero teníamos energía suficiente para terminarlo.

Solo actuaba cuando mi equipo iba perdiendo más de un punto, por lo demás solo los apoyaba y se lo dejaba a ellos ya que en eso consistía el entrenamiento. Cuando iban en desventaja, salía yo al rescate, poniéndonos un punto por encima de los otros.

Con el marcador a 17-16, me dispuse a sacar con un saque normal. Lo recibieron bien, pero armaron su jugada muy rápido, impidiendo que tuviera tiempo para cambiarme con el líbero y volver a mi posición como bloqueadora. 

Si el bloqueo está incompleto, recibiré.

Me posicioné cuando vi que el armador dirigía la pelota hacia Taketora, quien saltó y golpeó la pelota con un grito que manifestaba su enfado. Por un momento juré ver que se iba a desviar, pero la acción de moverme para seguir mi instinto hizo que el balón impactara contra mi estómago al tratarse de un remate directo.

Joder, no me imaginaba que los chicos tuvieran tanta fuerza cuando estaban tan molestos.

—¡Taketora, imbécil, mide tus fuerzas! —reprochó el líbero contrario callando la celebración del otro chico.

—¿¡Shiraiwa-san se encuentra bien!?

Cuando me di cuenta tenía a todos los chicos a mi alrededor, mirándome preocupados porque todavía seguía tirada en el suelo luchando contra el dolor. Se veían tan grandes desde aquí abajo que empecé a sentirme presionada e incómoda.

—¡Eh! Abriros, la estamos incomodando —dijo el capitán abriendo sus brazos y alejando a los chicos de mí.

—Estoy bien, no os preocupéis —no, no lo estaba, pero no se lo iba a decir.

Intenté levantarme, pero sentía el cuerpo tan pesado que me costaba mucho. El pelinegro que estaba delante de mí me tendió su mano y no tuve más remedio que aceptarla para que me ayudara a levantarme.

—¿Puedes seguir o mejor te sales y seguimos nosotros?

—Ya he dicho que estoy bien —insistí molesta, soltando su mano y tragándome el dolor. El partido iba a ser nuestro sí o sí—. ¿¡A qué esperáis para volver a vuestros sitios!?

—¿Estás segura Shiraiwa?

Asesiné con la mirada al entrenador Naoi, quien pitó indicando que podían sacar.

Ya habíamos pasado los 20 puntos, yendo igualados con los otros. Sacaban los de tercer año y yo había dejado al líbero en su posición, quedando al lado del chico de primer año de pelo blanco. Me quedé observando cómo giraba la pelota en las manos del capitán hasta que empecé a verla borrosa. Un fuerte dolor recorrió mi magullado cuerpo hasta concentrarse en mi cabeza. Mis piernas fallaron y sentí cómo me desmayaba al perder las pocas fuerzas que me quedaban.

Kuroo.

—¡Tenemos que llevar a Shiraiwa-san al hospital cuanto antes! —de todos, Lev era el que más preocupado, se notaba que le había cogido afecto muy rápido.

—Antes de nada cálmate —trató de calmarlo Yaku.

—Kuroo cógela, la llevaremos a urgencias para que la traten, se ve muy pálida.

Seguí las indicaciones de Naoi y le quité a la chica de los brazos de Lev para acomodarla en los míos. Se veía tan delicada y mal que me puse nervioso por si hacía algo que empeorara su estado.

La mánager ━━Haikyuu!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora