Comencé a atar mis zapatillas. Una lazada en el derecho. Otra en el izquierdo.
Ya habían pasado dos semanas. 14 días que pasaron volando. Dos semanas de entrenamientos continuos. 14 días donde mi cabeza había estado trabajando al máximo rendimiento.
Acomodé el asa del bolso sobre mi hombro y salí de casa. Faltaba menos de una hora.
Sorprendentemente, aquel feo conflicto que surgió de la noche a la mañana dejó de existir al día siguiente. Nadie me miró. Nadie murmuró. Nadie se rió. Nadie habló. También recibí las disculpas de todos los miembros del grupo que inició esa broma de mal gusto. No hubo excusas, tan solo pidieron perdón por sus actos, pero no fueron disculpas sinceras, o al menos no todas.
Estaba saliendo de clase cuando me topé con ellos. Sabía que querían hablar conmigo por la forma en la que me miraban. Arrepentidos pero forzados. Caras largas y cabezas bajadas. Algunos miraban el suelo sin ser capaces de sostenerme la mirada. Aunque era comprensible, yo misma lo entendí cuando leí el miedo en sus ojos. O al menos las trazas de temor que quedaban en ellos después de mi respuesta de ayer.
Yo también los miré. Mis cejas se alzaron en un gesto de sorpresa. Pensaba que su orgullo no los iba a dejar hacer algo como eso. Aunque no tardé en relajarme y mirarlos de mala gana. No quería hablar con ellos. No quería que mi agradable día se acabara por su culpa.
Hasta que la capitana, la autora principal de tal cosa tan patética, dio un paso hacia mí y se inclinó:
—Lo sentimos mucho, Shiraiwa-senpai.
Sí, era cierto. Yo era su senpai. Ellos estaban en segundo año, yo en tercero, y aún así se habían atrevido a hacer algo como eso.
Tan enfermiza era la envidia que apuñalabas a otras personas creyendo que eres superior cuando es todo lo contrario.
Volvió a erguirse. Mi mirada se encontró con la suya. Sentí la chispa de la molestia avivarse a través de su mirada. Su mandíbula estaba tensa. Su cuerpo rígido. Sus ojos ligeramente cerrados. Impasible, con una mirada fija y más seria de lo que debía estar cuando te disculpabas.
Estaba fingiendo. No era tonta, me percaté de ello al segundo de verla.
Por detrás de ella, el resto de sus amigos también se inclinaron y dijeron al unísono lo mismo que había dicho la chica rubia que estaba delante de mí.
Esta vez sonó más real.
Noté una mirada tras mi espalda. Una mirada que no se me hacía desconocida, por eso mismo no importó que la ignorara. Los ojos de la chica se movieron un segundo y de nuevo volvió a inclinarse.
—Lo que hice no estuvo bien. Retiro todo lo que dije sobre su padre, Shiraiwa-senpai.
Esta vez me acerqué yo a ella. Puse mi mano sobre su hombro. Todo su cuerpo se estremeció bajo mi palma.
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La mánager ━━Haikyuu!!
FanficAunque no puedas huir de la oscuridad del pasado, siempre llegará la luz que ilumine el presente. 承| Donde Shiraiwa Kata deberá aprender a soltarse de las cadenas que la atrapan para luc...