Capítulo cuatro.

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Moa.

Lo que antes era en mi vida, momentos de tranquilidad, ahora comenzaban a verse más y más opacados por el ruido y la calidad y formidable presencia de mi amor platónico.

Tom.

Claro, no solo la pasaba con él pues en ocasiones solía estar con Daniel o Robert, incluso con Emma aunque a ella no la veía tan seguido como hubiese querido.

La compañía de Tom no era mala pero tampoco me ayudaba si quería dejar de quererlo, no me hacía bien tenerlo tan cerca de mí, no me hacía bien para nada.

Porque siempre, vagamente pensaba, en que yo podría estar quizá junto a él.

Pero todas las ilusiones que me hacía se derrumbaban en un abrir y cerrar de ojos.

Muy bien, mi cielo. —Escuché a Tom responder al celular.— Sí, sí, descuida, llegaré, claro... Yo te amo más. —Colgó.

— ¿Jade? —Preguntó Daniel que acariciaba mis piernas puesto que las tenía encima de su regazo.

Nos encontrábamos en mi casa, por lo que podía darme la libertad de hacerlo, Daniel llegó primero y como acostumbraba, no se iba hasta que el cielo se viese más oscuro (Aunque a veces, siquiera se movía de mi casa para irse a la suya) Tom llegó después diciéndome que pasaba solo a visitarme.

— No, Rupert. —Respondió Tom en son de burla lo que nos arrancó una risa a mí y a Daniel.— Sí, era Jade, quiere ir a cenar.

— Oh ya veo, genial, ve entonces antes de que se haga tarde.—Respondí dandole una sonrisa suave a lo que Tom asintió regresandomela.

— Claro. —Caminó hasta el mueble en el que estaba previamente sentado posterior a levantarse a responder la llamada.— Fue un placer saludarte, Moa, nos escribimos.—Tomó su chamarra.

Bajé mis pies del regazo de Daniel para que entusiasta, me levantara a despedirme de Tom con un beso en las mejillas.— Claro, con cuidado, avísame cuando llegues a casa, por favor y salúdame a Jade.

Dije con una sonrisa, Tom quien se despedía de Daniel asintió antes de salir por la puerta principal.

Nos dejó a Radcliffe y a mí solos.

— Lo amas.

— Como no te imaginas. —Dije con una voz muy airosa mientras caminaba de nuevo al mueble para estar en la posición en la que estaba.

Puse mis pies encima de su regazo.

— Pero no puedes tenerlo.

— Es evidente. —Hice una mueca.— Él halago que sacrificara mis sentimientos para que fuese feliz.

— ¿Él lo sabe?

Negué.— ¡No! Moriría si lo hiciera... Solo que en su cumpleaños, hablando con James, escuchó cuando dije que sí él estaba feliz, yo era feliz, obviamente, cree que es otra persona de la que hablábamos.

Asintió con calma.

— Sigo sin entender porque nunca se lo dijiste.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora