Capítulo doce. | SEGUNDA TEMPORADA.

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D O M I N G O.

La mañana de aquel domingo era recibida pot un caluroso día, para ser las primeras horas del alba se sentía esa acalorante sensación en todo ser pensante.

Robert, amanecía sintiendo como su cuerpo sudaba a pesar de tener el aire acondicionado encendido y no porque fuese tal aquella sensación térmica sini porque los grados del mismo aparato eran un tanto altos.

Miró a su costado.

Vacío.

Estaba solo.

Cada mañana desde hace casi dos años se había levantando viendo aquel tan pasivo rostro que le hacia olvidar cualquier problema que hubiese en la faz de la tierra, poder apreciar como la morena jadea entre sueños buscando la comodidad en esa espaciosa cama era algo que le causaba mucha ternura así como tranquilidad el verla llenar sus pulmones tan airosamente, y que simplemente de un día para otro ella no estuviera más ahí le dejaba una sensación de soledad que siendo consciente sabía que se intensificaria con el pasar de los días pero con algo de suerte, todo pasaría.

Hoy era ese día.

La noche anterior Robert se había tomado la libertad de fijar un horario y un lugar para reunirse con Tom.

La idea de reunirse con ese varón le causaba una sensación de ardor pero a su vez algo similar a un entumecimiento, sin embargo, no podía echarse para atrás con lo que había venido pensando desde hace días desde la conversación tan vaga que tuvo con Daniel.

Por otro lado, en esa misma ciudad pero en otra locación, con el alba se desplazaba Tom por su hogar siendo seguido por una peluda y emocionada cola que se batia de un lado para otro. Willow de buen humor como siempre recibía a su padre quien justo ahora se encargaba de darle de comer. Felton se había levantado sintiendo como su interior se removía sin cuidado alguno por la ansiedad que experimentaba ante la idea de verse con Pattinson.

No lo dejaba sin dormir esa cita sino la razón de ella. Magdala ¿Qué le diría?

Una oleada de calor, muy fuera de la que climáticamente ya había, lo golpeó ante la suposición que su mente le otorgaba con facilidad, tal vez el motivo de aquella cita era para que este dejarle en claro que necesitaba que se alejara de Moa cosa a lo que lamentablemente se negaría, desde luego, siempre y cuando supiera él que no había una relación de por medio pero tomando la vaga esperanza que le daban las palabras que Troian le dio estaba seguro de que no la había, y si no había una relación, él no la dejaría ir tan fácilmente.

Sus esperanzas se habían decaído por pensar que aquella bebé que cuidaba en brazos era su hija pero cuando Moa le dijo que no, desde ese momento tuvo la débil sensación de esperanza.

Él no la dejaría ir.

Estaba convencido.

Se resistiria a dejarla, él la amaba y demostraría que estaba convencido de hacerlo.

Magdala era la mujer a la que siempre amó, era la mujer que amaba.

Era a ella a quién realmente quería de esposa.

A medida que las horas avanzaban sentía como los nervios se recorrían su cuerpo sin cesár, había acordado que se encontraría con Robert a las orillas de la ciudad en un bar que este mismo conocía, le gustaba ir allí para apreciar bien la naturaleza del lugar, manejaba aquel Lamborghini Aventador color gris patinado escuchando la voz de una de sus inspuraciones en la música para calmar la ansiedad que sentía. Muy a lo lejos divisaba aquel bar pasando brevemente su murada de la pista al reloj que se marcaba en el tablero del auto.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora