Capítulo cuarenta y dos. | SEGUNDA TEMPORADA.

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Narrador omnisciente.

— Bájate. —Ordenó Tom haciendo que la mujer de piel morena arqueara una ceja al escuchar a su novio, volviendo a verlo cuando sintió que sus manos la tomaban por la cintura.— Bájate, por favor.

— Estoy acomodando las cosas. —Explicó Moa, aquella mujer se encontraba arriba de una silla pequeña que le ayudaba a alcanzar de mejor manera las gavetas superior que debido a su altura natural, no podía alcanzar. Era unos cuantos centímetros más baja que el rubio pero vaya que esos centímetros hacían la diferencia.

— Ya lo sé darling, pero bájate, te puedes caer.—Repitió quitándole de su mano el frasco de café que estaba por guardar.— Yo lo haré.

Moa le sostuvo una mirada recriminatoria que Tom optó por ignorar, le gustaba la idea de que el ojiazul estuviera alegre con su paternidad pero aquella mujer creía que sin duda la llevaba un poco lejos.

Estaban cercanos al cumpleaños de Tom, Magdala cumplía su segundo mes de embarazo y por petición del rubio, al querer solo gente muy muy cercana, estarían solo Granger, Potter, y Darke, claro, aquel Weasley–Delacour que no le terminaba de agradar.

Tom tuvo que reprimir su emoción para no correr y contarle a su cuackie, Emma, aquella gran noticia.

Moa por su lado mantenía sus nervios andantes por la reacción que podría tener su hermano, Daniel a veces era impredecible.

— Vamos, bájate. —Insistió Tom haciendo que Moa bufara fastidiada, a veces la agobiaba el hecho de que su amado fuera un poco protector.

— ¿Sabes que puedo hacerlo sin problemas, cierto? —Preguntó Moa irónicamente bajando de la silla mientras que Tom tomaba su lugar. La morena optó por ir pasándole las cosas poco a poco para que este las acomodara.

— Claro amor pero no quiero que te subas.

— Estoy embarazada, no incapacitada.—Resongó haciendo que el rubio soltara una risa pequeña negando con la cabeza.

Tom realmente cuidaba de aquella mujer, a duras penas quería dejarla sola en su hogar, casi siempre insistía en que se quedase a dormir con él o que él se quedara en casa de la morena, a Moa no le molestaba pero a veces anhelaba tranquilidad, no es que no la tuviera pero solamente quería la tranquilidad de hace semanas donde podía hacer las cosas sin problemas a tener a su amado siguiéndola a todos lados cuidándola.

— ¿Compraste nueces? —Preguntó aquella mujer curiosa al ver aquel tarro con las nueces en su interior mezcladas con también Almendras.

— Oh, sí, también crema de nueces.

— ¿Por qué no de maní?

— Porque leí que puede ser dañino.

— ¿En serio?—Respondió sorprendida, ella solía consumir desde tiempo atrás la crema y nunca le dio complicaciones.

— Sí, en las embarazadas puede provocar un aborto. —La morena rodó los ojos, a eso se refería cuando decía que deseaba la tranquilidad.

Realmente no le molestaba su atención sin embargo solía sentirse hostigada, Tom no la dejaba comer ciertas cosas, incluso, por el frasco de café que había comprado había casi rogado al rubio comprarlo.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora