Capítulo cincuenta y cuatro. | SEGUNDA TEMPORADA.

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Tom.

Siempre me había preguntado si era posible estar enamorado de alguien amando profundamente a otra persona.

Y en aquella sala de hospital obtuve la respuesta.

Sí.

Miles de sentimientos se aglomeraban en mi interior aprisionando mi débil cuerpo en esos momentos, mis ojos veían con tanto deleite a la morena de cabello oscuro que sostenía con cuidado aquel pequeño cuerpo frágil. Moa observaba en silencio como es que el pecho del bebé se alzaba, dormía plácidamente entre el calor y aroma natural de su madre, sus ojos cristalizados se alzaron a los míos conectandonos y yo en un débil intento por querer hablar solo pude sonreír dejando escapar una pequeñas lágrimas que sin prisa pude limpiar.

Me acerqué a la camilla donde ellos dos reposaban sentandome en el filo mientras ambos nos perdíamos en la sencillez de la existencia de esa nueva vida.

Mi mano timidamente se acercó a la piel rosada del recién nacido para tocarla, estaba envuelto en una manta afelpada que Daniel se había encargado de traer así como los trajes.

Sus dedos largos y delgados aprisionaron mi dedo con fuerza cuando quise acariciar su mano, esa pequeña y respirangada nariz pareció fruncirse del mismo modo en el que su madre solía hacerlo cosa que arrancó una risa pequeña. Mis ojos examinaron con delicadeza todo su rostro, pocos cabellos rubios adornaban su cabeza pero ligeramente rizados por herencia de su madre al parecer.

— Hola... —Susurré muy por lo bajo.— Soy tu papá... Tu mami y yo estuvimos muy ansiosos por conocerte. —Moa llamó mi atención con un gesto que hizo. La mire en el instante que noté su intención por cederme el pequeño cuerpo cosa a la que yo negué pero siendo insistente puso entre mis tensos brazos al bebé.

A mi hijo.

¿Y si se me caía? El miedo me había invadido haciéndome estar duro cual roca, Moa sonrió ante mis nervios, su suave mano empujó mi brazo que en consecuencia me hizo acunar el pequeño cuerpo en mi pecho.

— Es... —Susurré a medias cautivandome por la sensación cálida que recorría mi pecho cuando noté al bebé reacomodarse.— Muy pequeño.

— Muy pequeño. —Acertó a mi comentario con una sonrisa pequeña y ladina.

La puerta se abrió dejando ver a Daniel quien parecía estar nervioso, Erin y James estaban tras él. Emma había logrado ver al bebé desde las incubadoras al igual que los gemelos. Los tres entraron a la habitación siendo la mujer de aquel trío la que extendiera en la mesita del costado de la camilla un peluche hipoalergénico en forma de lobo cosa que a mí me hizo reír.

— ¿Es para mí? —Preguntó Moa emocionada por aquel peculiar pelucha.

— No tonta, es para el bebé. —Respondió Erin con gracia acercandose a mí esbozando una sonrisa amplia al divisar al bebé.

— Esta feo. —Soltó Daniel consiguiendo la risa de todos así como un golpe de su novia por la falta de sensibilidad.— Parece un camarón.

— Dann, cállate la boca mejor. —Pidió Darke.

Moa rió mientras se recargaba su cabeza sobre mi hombro observando a nuestro hijo, estábamos tan conmocionados que no eramos capaces de hacer conversación con nuestros amigos.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora