Capítulo cincuenta y tres. | SEGUNDA TEMPORADA.

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El ritmo era acelerado y preocupante trayendo consigo miles de inseguridades.

Y de pronto, el silencio reinó.

Abril comenzaba lo que traía más ansiosos a ese par de padres primerizos pues se trataba del último vez de embarazo y en el que el pequeño bebé que habían engendrado nacería por fin. Habían previamente agendado una cita para el parto así que estaban tranquilos aguardando al día en el que llegase el momento de recibir a ese pequeño o esa pequeña.

Había sido algo más pesado de lo que esperaban pues habían comenzando a comprar las cosas esenciales como lo era una cuna que habían instalado en el interior de la habitación donde ellos descansaban pues Magdala se negaba a la idea de dejar a su bebé durmiendo en otra habitación.

Por ropa o juguetes no se habían preocupado, Daniel se había encargado de colmar a su hermanita de ropa y pequeños juguetes de desarrollo para su sobrino o sobrina al igual que Emma.
En conclusión, muchas cosas no les hicieron falta.

Frunció el ceño al sentir el ardor en su piel quemar, haciéndose cada vez más consciente logró darse cuenta de que el sol entraba por la ventana de la habitación la cual no había sido cubierta por la noche. Moa sonrió enternecida al recordar como es que ella y su prometido se habían pasado parte de la noche hasta caer dormidos observando la ventana así como muy en la lejanía la luz de las estrellas que se marcaban débiles.
Se removió en su lugar con cuidado pues mantener un vientre que rebasaba casi más de los tres kilos no era cosa sencilla.

Sintió la frialdad y frescura de la parte en donde dormía su querido amado dándole a entender que aquel se había despertado desde hace mucho, cerró sus ojos mientras buscaba en su interior las ganas de poder moverse y levantarse de aquella cama que le resultaba tan atractiva.

Tom últimamente había comenzado a hacer preparativos para su trabajo lo que lo traía un poco estresado, más de lo que debería a pesar de no mencionarlo.

Esos 5 minutos en los que había simplemente cerrado sus ojos se habían vuelto una hora con 43 minutos donde había conciliado el sueño, y probablemente hubiese dado rienda suelta a su estado de descansado de no ser que sintió como su estómago rugió en capricho por querer comida.
Jadeó fastidiada ante la idea de levantarse y tener que ella misma prepararse algo de desayunar, con un poco de suerte podría comer cereal sin problema en lo que se despabilaba.

Entrando a la habitación con el cabello aún húmedo yacía Tom dandole los buenos días a su prometida que le observaba atenta al notar que aquel vestía de forma deportiva ¿Haría ejercicio?

— Buenos días, dormilona. —Saludó Tom acercandose a la cama para acostarse bocaabajo estirandose para darle un beso en los labios a su amada así como un beso al vientre de la chica.

— ¿Que haces así vestido? —Preguntó la morena luchando porque sus ojos no se volvieran a cerrar por el sueño.

— Saldré, iré con los gemelos a jugar golf, volveré pronto corazón.—Le sonríe con calma mientras sale de la cama para ir a la zapatera y tomar sus tenis deportivos.

— ¿Puedo ir? —Preguntó olvidándose de aquella sensación de sueño que en un principio parecía luchar contra ella y su productividad.

De los labios de aquel rubio salió una risa al verla sentada ya en la cama a la espera de una respuesta, a lo que tranquilamente negó.

— No has desayuna cielo, no puedes malpasarte.

Moa frunció el ceño.— ¡Pero puedo comer cereal!

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora