Capítulo treinta y dos.

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Narrador omnisciente.

08:43.

Se cumplía la primera semana de haber lleado, la mañana del Viernes fue la parte más pesada para una morena que justo ahora se encontraba en medio de la cama hecha bolita, sus ojos hinchados así como ardientes y un dolor de garganta para tragar saliva, y no sorpresa, después de todo lo esperaba tras llorar en medio de la madrugada para ser consolada por Robert quien en ningún momento habló, solo escuchaba los sollozos de la mujer que amaba sintiendo como miles de agujas picoteaban su corazón. Jadeó con molestia, tal cual como un bebé alguien se había levantado de mal humor y empeoró cuando recordó la razón de su llanto, las palabras de Tom se repetían con vividez en su cabeza.

Incluso el simple hecho de respirar la hacía molestarse por frustración y querer llorar.

Maldita sea la hora en la que fijó sus ojos en Tom.

Ella no quería a nadie más que no fuera a ese rubio y por esa misma razón se molestaba, tenía ganas de separarse en dos partes para cachetearse con salvajismo.
Estaba sola en la cama, con la televisión encendida pero en volumen bajó ¿Dónde estaba Robert? En medio del silencio quiso chillar como berrinche, le molestaba estar sola pero estaba segura de que la compañía también le molestaría, le molestaba haber despertada, le molestaba que su estómago rugiera en auxilio de comida pero ojalá esas molestias se convirtieran en valor para poder levantarse de la cama lo cual no quería hacer.

10:17.

Moa se había sumido en un sueño profundo al punto de que siquiera el hambre que sentía al momento de despertar le había impedido descansar.

Por otro lado, en la mesa de la cafetería se encontraban todos los amigos a excepción, evidentemente, de la mujer que trabajaba detrás de las cámaras. Robert solo había ido para comer algo ligero y llevarle algo a la chica que dormía con él en la misma cabaña, quiso despertarla más no tuvo el valor al verla con un rostro de aflicción y cansancio, con los párpados grandes.

Robert durante el desayunado había evitado ver a Tom, pasaba su mirada por alto pues conociéndose, sin soportar la idea de que aquel hombre la había lastimado lo golpearía haciéndose evidente muchas cosas que tal vez en un futuro serían un error ¿Cómo es que Tom parecía no cargar culpa alguna de fracturar el corazón de la morena? ¿Cómo podía estar ahí sin remordimiento, desayunando y riendo?

— ¿Moa? —Preguntó Daniel al de piel pálida.

— Se quedó dormida, no quise despertarla...—Dijo con simpleza a su amigo quien asintió simplemente.— Parecía estar muy cansada.

— Debiste hacerlo al menos para que desayune.

— Lo haré en seguida.

Tom, quien desayunaba había prestado atención a la corta conversación de aquellos dos amigos simplemente pensando en que Moa sí, solo tenía sueño, solo pensó eso y nada más.

Emma por su lado, que se había percatado de la ausencia de la morena esperaba que estuvuese bien, su mejor amigo no quiso contarle nada de la conversación que este había tenido con la morena pero algo le decía que no había terminado bien aunque realmente esperaba equivocarse.

14:45.

— ¿Y Moa? —La voz de Emma tomó lugar por encima de las demás voces.

— Es cierto, no vino al desayuno y tampoco al almuerzo. - Habló James con un poco de preocupación mientras Evanna le daba la razón.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora