Capítulo diez.

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Tom.

— ¿Y bien? —Preguntó Jade una vez estuvo cerca de mí.

— Durante tu ausencia, estuve viendo a Moa, salí con ella en algunas ocasiones a comer y ver películas.—Respondí de forma serena.

— ¿Algunas veces? —Preguntó de nuevo.— ¿Cuantas veces fueron esas 'algunas veces'? A mí no me dijiste nada.

— Cariño, tú estabas con tu familia y siquiera respondías tu celular, apenas y hablábamos.

Jade intensificó su mirada frunciendo su ceño con ofensa e incredulidad.

— ¿Y esa es razón para que vayas de libertino? —Ahora fui yo quien frunció el ceño.

— ¿Qué? —Me reacomodé en mi lugar.— A ver, no, relájate.

— Estoy relajada. —Su seca voz sonó en la sala sorprendiendome a mí.

— Pues no lo parece.—Tal parece que mi respuesta no es lo que se esperaba, o más bien, la manera en la que lo dije.— En primera, no estuve de "libertino" como tú lo dices, en segunda, no tolerare que involucres a Moa en escenarios que no tienen nada que ver solo porque tienes una inseguridad.

Callé por unos segundos antes de volver a tomar aire mientras que los ojos de mi novia me miraban con una mezcla extraña de sorpresa e incredulidad.

— La conversación ya la hemos tenido, Jade, no puede ser posible que sigas insegura.

Con anterioridad, en nuestra relación se habían presentado fallas.

Discusiones tan estúpidas a las que nunca les di importancia tanto como esta.

Pero es que la simple idea de que a Moa la involucrara me provocaba una horrible sensación, con ella no, con ella simplemente no podían meterse así como con Emma.

A mis chicas nadie las toca.

— Jade. —Nombré.— Yo te amo y no se que tanto hacer para demostrarte que en verdad lo hago, que no juego contigo, que no te engañaría. —Extendí mi mano hasta su rostro con la intención de acariciar su mejilla.

Peligrosamente se alejó echando su cabeza levemente hacia atrás.

— No sería insegura si no me dieras motivos.

Solté una carcajada sin gracia, irónica.— ¿Que motivos te he dado?

— ¡A esa! ¡Moa! Todo comenzó cuando llegó a tu fiesta, muy bien, sí, la conocí pero de ahí qué ¡Comenzaste a salir con ella! Comenzaste a verla más frecuentemente

— ¡Porque tú me diste la iniciativa!

— ¡Iniciativa? —Preguntó con sorpresa, ofendida, tal parecía que no recordaba que ella me animó.

— ¡Sí, cuando falleció su madre y no le di mis condolencias tú misma me insinuaste salir para hacerlo!

— ¡Pero solo una vez! —Gimoteó poniendose de pie para caminar furiosamente hasta el baño.— ¿Tan grande es el luto de su madre muerta o es que en realidad se aprovecha para resbalarse sobre ti?

— ¿Pero de que carajos hablas, mujer? —Me puse de pie siguiéndole.— Te pido que respetes a ambas mujeres.—Exigí.

— ¿Como me pides respetar a la mujer que aún sabiendo que tienes pareja, viene y se pasea con él mientras tú estás lejos? ¡Cómo, Tom?

— En un principio no estaríamos lejos si tan solo me permitieras acompañarte en lugar de dejarme aquí.

Su rostro palideció y su cuerpo se tensó.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora