Capítulo treinta y tres. | SEGUNDA TEMPORADA.

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SE RECOMIENDA EXTREMA DISCRECIÓN.

La mirada severa de aquel varón de ojos azules estaba sobre ella, apenas Moa podía levantar su mirada sin toparse con la de Daniel quien le observaba de una forma de reproche.

— ¿Es que acaso no conoces los riesgos? —Preguntó aquel hombre con el ceño fruncido.

— Relájate, el cáncer no es hereditario.

— Ya lo sé pero eso no quita el hecho de que eres propensa por tener antecedentes.

— Relájate.

Potter únicamente atinó a rodar los ojos de simplemente notar la calma con la que aquella mujer hablaba, no bastó mucho para que se escuchara en la sala como es que se daba una gran bocanada de aire dejando que este entrara por todo su cuerpo tratando de liberar todo tipo de tensiones.

— Magdala.

— Daniel...—Moa imitó a Horace, como solía hacerlo, causando que el fruncido ceño del varón se viera deshecho por su comentario.— No tienes nada de que preocuparte ¿Sí?.

— Pero es q—Fue interrumpido.

— ¿Sí? —Volvió a insistir.

La mirada de aquel hombre se volvía severa pero también blanda, como si en su interior luchara contra algo lo cual era correcto, él mismo se preguntaba si estaba bien en no insistir pero no quería ponerse en contra de su hermana ahora que ya la tenía cerca.

— Bien... —Dijo resignado, Daniel se acercó a ella haciéndole compañía a un costado llevando su brazo por encima de los hombros de la mujer.— Si no fuera porque con mamá pasamos esos mareos y vértigos, diría que estás embarazada.

La morena soltó una carcajada negando con la cabeza.— Por favor... No, yo no quiero hijos, estoy bien así, mi familia es Tom y Willow y pueden serlo hasta el fin de mis días. —Dijo de forma simple a pesar de que no pensaba del todo así.

Moa quería una familia, desde luego, pero no se sentía preparada para tenerla, rozaba casi los 30 años por lo que tenía presente que si esperaba más tiempo llegaría un momento en el que sería complicado un, embarazo. Aquella morena, cuando tuvo la oportunidad de ser la segunda madre de Kenia podía mencionar que se sintió como una mujer realizada.

No es que toda su felicidad lograda a base de sus metas se vieran minizadas, no, pero la idea de ser madre le agradaba, le hacía sentirse bien aunque no fuese el momento, ella tendría que consultarlo con su ginecólogo en todo caso.

Ella quería una maternidad deseada, quería que todo fuese planificado cuando realmente se sintiera preparada.

— ¿En serio, ni un hijo siquiera? —La mujer negó consiguiendo la sonrisa divertida de su hermano.— Admito que no me sorprende.

Y ese comentario fue lo que hizo a la morena reír.

Ninguno de los dos adultos en la sala se había percatado de que Tom estaba cerca, él regresaba a la sala para avisar que la mesa estaba puesta para poder ir a cenar, aquel rubio estaba por pisar el salón cuando escuchó el comentario de Daniel con referencia al embarazo sintiendo un mar de emociones placenteras. Tom siempre tuvo en mente que quería una familia, una gran familia o simplemente una pequeña pero que en ambas estuvieran siempre llenas de amor.

Detrás de la cámara. © [Tom Felton] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora