CAPÍTULO 23: "Viejas heridas"

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    La mañana del domingo nunca se sintió tan bien para Nicholas, observó a Danielle, dormir por más de una hora y la sonrisa en su rostro no se iba con nada, estaba comprometido con la mujer de sus sueños, la única capaz de hacerlo sentir amado, importante, especial... Finalmente lo había conseguido, nunca supo cuánto quería hacerlo hasta que ella lo rechazó por primera vez, y en ese entonces ni siquiera era consciente que le gustaba, ella era un reto y le encantaban los retos, sobre todo si eran tan atractivos y sensuales y dulces como ella...

— Buenos días dormilona —le susurró al oído besándola con cariño
— Mmm...
— Vamos, el desayuno se enfría
— Un ratito más...
— Hoy tenemos invitados

Soltando la almohada que abrazaba se levantó para sentarse en la cama y encontrarse con un Nicholas, perfectamente duchado y vestido tan elegante como siempre con su pantalón de vestir negro y su camisa azul marino, la observaba sentado al borde de la cama observándola con esos ojos oscuros tan dulces

— ¿Qué hora es?

Sonriéndole a su prometida se inclinó para besarla suavemente en los labios echándole un buen vistazo a sus pechos desnudos antes de tocarlos con ambas manos amasándolos

— Son casi las 11 de la mañana ¿tienes hambre? Porque yo estoy hambriento —insinuó seductor
— Sí, y mucha sed
— Vamos a desayunar

En un ágil movimiento la sacó de la cama para llevarla al cuarto de baño

— ¡Nic, estoy desnuda!
— Lo sé —sonrió con picardía dejándola frente al espejo admirando su cuerpo a través del reflejo en el espejo
— Deja que despierte al menos, creo que aún sigo dormida
— ¿Qué hacías sentada en la alfombra del vestidor de madrugada?

Al no sentirla en la cama esa madrugada se levantó a buscarla y la encontró en el vestidor muy concentrada en su libreta.

— Yo..., no quería despertarte, el Doctor Kaen, me dio un "ejercicio" y anoche fue la primera vez que sentí que era una buena idea llevar un diario para...
— Tranquila, pero la próxima vez no utilices el piso, puedes ir a mi despacho o al lugar que desees de la casa, incluso la cama
— Gracias —le sonrió con cariño
— Nada de gracias, dame un beso y refrescarte antes que tu té se enfríe
— Sí mi amor

Lo besó antes de alejarse para cubrirse con la bata de Nicholas. Se cepilló el cabello y refrescó su rostro. Tuvo un delicioso y romántico desayuno en la cama con su novio/prometido.

Después que Danielle, tomara una ducha y que Nicholas, la supervisara minuciosamente, ayudándola con la toalla y a encontrar ropa limpia en las compras que le regaló Wes, y de protestar y discutir por que otro hombre le compre cosas, consiguieron bajar a la sala donde Muffin, dormía en el sofá envuelta en una felpuda manta. Con un chillido de alegría al verla Danielle, corrió hasta su gatita y nada más acariciarla esta se despertó y comenzó a ronronearle mientras se dejaba mimar.

— A mí no me tocas así

Gruñó Nicholas, tomando asiento en el sofá para luego jalar a Danielle, cerca de él. Divertida acomodó su cabeza en el regazo de su novio recostándose con la gatita sobre su estómago.

— Serás gato —rió—. Para ti tengo guardado otro tipo de caricias, ya las conoces bien celosito
— No quiero compartirte
— Yo tampoco pero aun así tengo que hacerlo —admitió hablando en serio
— ¿De qué hablas Dani? —arrugó su ceño confundido
— Vanessa, anoche —le recuerda—. Si mi memoria no me falla la última vez que esa mujer y yo hablamos le dejé bien claro que no la quería revoloteando a tu alrededor
— No me atrae en lo más mínimo
— Tampoco lo hacía la bruja de Frida —solo mencionar su nombre le produjo una arcada
— Danielle —estaba advirtiéndole
— No, no, tú te pones celoso de mi gatita y yo de personas, no te pases —lo apunta con su dedo índice sosteniéndole la mirada con decisión
— Wes, no puede seguir comprándote cosas —añadió muy en serio
— Eso es entre él y yo, y no me cambies de tema

Sí SeñorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora