CAPÍTULO 54: "La familia Allen-Ross"

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— ¡Despiértala, ya es suficiente! —exigió alzando la voz
— Controla tu temperamento, ella está agotada, va a despertar cuando se sienta mejor —lo frenó Wes, con impaciencia
— Tranquilo, solo está preocupado —lo calma Theo

Theo, decidió intervenir al notar que tanto Nicholas, como Wes, estaban a punto de perder la paciencia, ambos intentaban mantener la calma pero el no tener noticias de Danielle, comenzaba a alterarlos. Ya han pasado 27 horas desde que dio a luz. Es el segundo día en el hospital, a las bebés, las mantuvieron en observación luego de hacerle los exámenes de rigor, luego de 24 horas fueron trasladadas a la zona de recién nacidos dónde Nic, no dejaba de pasearse, junto con los gatitos de su esposa, hizo que Glenn, le consiguiera unos pequeños arneses para que no estuvieran encerrados en su jaula todo el tiempo. Las observaba y observaba a través del vidrio sin saber sus nombres, confiaba en Danielle, quería que ella las nombrara y necesitaba desesperadamente conocerlas oficialmente, pero con ella, no quería hacerlo solo.

— Estoy asustado, y ya no me queda paciencia, perdóname Wes
— Lo sé, yo también, pero ya para o cuando se despierte se dará cuenta de tu malhumor
— No dejo de tener estos pensamientos negativos y..., no puedo
— ¡Chicos!

Los interrumpió Lee, apareciendo por el pasillo con una resplandeciente sonrisa en el rostro.

— Ya van a calmarse Lee, no te preocupes —advirtió Theo
— Está despierta, controlen sus mierdas, en una hora podrán verla

Tan sonriente como apareció Lee, se marchó. Se aseguró de examinar a Danielle, y ponerla al tanto, le explicó que sus bebés estaban muy bien y esperaban conocer a su mama y en ese momento comenzó a llorar. Nicholas, intentó calmarla cuando llegó a verla junto a Wes, pero no lo consiguió, ella no quería ver a nadie, no deseaba ver a las niñas, solo se abrazó el vientre y cerró los ojos mientras lloraba desconsoladamente

Una hora más tarde volvió a dormirse, nadie se explicaba lo que le sucedía.4 horas más tardes se despertó nuevamente, Lee, intentó averiguar lo que le sucedía pero ella se mantuvo callada, se negó a ver a las niñas, en su lugar solo preguntó por sus cosas, quería sus cosas y nada más.

— Oye Dani, dime que sucede ¿por qué estás tan alterada?
— Nic, necesito mis cosas, mi libreta, quiero mi libreta, yo no..., no puedo hacerlo aún, por favor, no me presiones
— Al menos dime sus nombres, ayúdame a no perder la calma
— Aún no, por favor, necesito estar a solas
— Dime algo
— Yo..., quiero, yo necesito..., ya no están dentro de mí y..., siento que me falta algo, no me presiones...

Asustado porque se tratara de depresión post parto no le volvió a insistir, había leído acerca de eso pero era muy pronto para que mostrara alguno de los síntomas, había leído mucho sobre todas las posibilidades. Con una opresión en el pecho le dio el espacio que necesitaba. Fue a ver a las niñas nuevamente antes de subir a la cafetería por un poco de café.

Dos horas más tarde Kristall, lo sorprendió llegando hasta su mesa con un par de osos de peluche color rosa en una bolsa de regalo.

— No te ves muy feliz de ser papá, hermanito

Sorprendido al escuchar la voz de su hermana se levantó de su silla de golpe, cargando a los gatitos que dormían en su regazo.

— ¿Qué haces aquí? —preguntó mirando a su alrededor
— Tranquilo, vengo sola y tu secretaria me dijo que estabas aquí, me alegra que no le prohibieras darme ese tipo de información
— Kris..., hola —suspiró dejándose caer en la silla nuevamente
— No seas bruto, mira estas cositas peludas, dámelos

Sí SeñorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora