Capítulo 33

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Querido diario:

Hay muchas cosas que contar. Después de aquella plática con mi mamá, Seiya y yo regresamos a casa.

- Sabes Bombón, estuve pensando en algo... - dijo mientras me daba un apretón en la mano que llevaba unida a la suya.

- ¿Y en qué pensabas?

Caminábamos cerca de un parque, así que avanzó más rápido y me jaló con él hasta que llegamos a una banca, cerca de un frondoso árbol que se mecía con el viento.

- Ven, siéntate.

Obedecí, él hizo lo mismo.

- Sé que desde hace mucho estoy viviendo en tu casa, que dije que era por unos días pero al final no me he ido...

Dirigió su mirada hacia el horizonte, respiró profundo y luego me miró.

- Pensaba, que... bueno, claro, si tú quieres...

- Ya dime que me impacientas... - dije desesperada.

- Podríamos hacer esto oficial.

- ¿Cómo?

- Sí, mudarme definitivamente contigo, claro si tú quieres... a mí me encanta estar siempre a tu lado, dormir contigo, despertar y verte entre mis brazos... todo esto es una locura lo sé, pero quiero tenerte cerca siempre... ¿Que dices?

Su rostro denotaba esperanza, sus ojos me mostraban que de verdad quería estar a mi lado, mi corazón palpito cual caballo desbocado.

- Claro que sí, claro que quiero que vivamos oficialmente juntos.

Mi sonrisa fue reflejo de la suya. Me tomo de la nuca y me acercó a él, un casto beso cerró nuestro acuerdo.

Los días que han pasado solo nos han hecho unirnos más, Seiya sale a trabajar antes que yo, pero siempre se despide con un dulce beso. Por las tardes veníamos a comer a casa y luego el vuelve a sus labores y yo me quedo aquí trabajando. Algunas noches, me invita a cenar y otras al cine. Me siento tan atendida y mimada como hace mucho no lo sentía. Me siento feliz.

Ayer Haruka vino a casa en un estado muy inconveniente, sí, borracho, bueno y también llorando.

Era  como la una de la mañana y el timbre comenzó a sonar, Seiya y yo nos despertamos asustados, pero cuando él fue a asomarse por la ventana y vio que era Haruka, le abrió sin pensar.
El pobre venía todo desaliñado, su estado era deplorable.

- ¡Seiya! ¡Seiya! amigo mío... ¡vengo a quitarte un peso de encima! - decía hipeando.

- Ven acá, siéntante... - Seiya lo jaló para que se sentara en el sofá.

Yo salí de la habitación para ver que era eso que quería decirle.

- ¿Qué haces aquí Haruka? - le preguntó.

- Te seguí hace unos días... y supe... que vivías... aquí... - dirigió una mirada hacia a mí y me apuntó - ojalá.. tú no salgas... como ella...

- ¿Qué pasa? ¿Porqué vienes?- preguntó Seiya.

Yo me encontraba parada en el marco de la sala. Me sobresaltó que se dirigiera a mí.

- ¿Cómo te llamas? - seguía mirándome e ignorando a Seiya.

- Serena - respondí.

La verdad es que ver a Haruka en ese estado era no impactante pero si muy raro, siempre estaba bien vestido, tenía mucho porte, era muy guapo, su cabello rubio siempre bien peinado, y aunque nunca lo había tratado, ambos sabíamos quienes éramos.

- Bonito nombre preciosa... - me echó una sonrisa muy coqueta pero se desdibujaba por todo su aspecto.

- Haruka...  - Seiya carraspeó por el coqueteo.

- Sabes... - ahora sí volteó a verlo - tal vez y solo tal vez... si no fuéramos rivales... seríamos amigos...

Y de pronto, se sujetó el rostro con las manos y comenzó a llorar.
Seiya y yo no dirigimos una mirada, estaba igual de perplejo que yo. No entendimos que hacía Haruka aquí, ni porqué decía todo eso.

- Haruka, cálmate y explícame qué pasa... - lo sacudió un poco para llamar su atención.

- ¡Ya no tengo amigos, no tengo familia, no tengo nada! - sollozó - sólo a mi hijo, porque es mi hijo Seiya, no me lo quites, es mío, yo lo sé.

Su declaración nos tomó por sorpresa, sabíamos que él siempre había jurado que ese bebé era suyo pero por el modo en el que lo decía, parecía que realmente era verdad.

Me acerqué a él y le di un pañuelo.

- Haruka... - me senté en la mesa de centro frente a él - sabremos quién es el padre hasta que haya una prueba... ¿qué te hace pensar que en realidad tú eres el padre?

Se limpió la cara y me dirigió una mirada triste. Sus ojos estaban rojos, su pelo despeinado, el pobre me daba una pena enorme.

- Sabes Serena... yo amo a Michiru, más que a mi vida... me tiene como loco... pero jugó conmigo, así como lo hizo contigo...  - le apuntó a Seiya y luego regresó su mirada a mí - y ahora quiere hacerle crecer que es su hijo - unió sus manos junto a su boca, simulando decirme un secreto - pero yo sé que no es así - escuchar esas palabras hizo que mis ojos se abrieran muy grandes, voltee a ver a Seiya, estaba igual.

- Pero no puedes estar seguro... ¿o si? - preguntó mi amor temiendo la respuesta.

Nunca obtuvimos respuesta... Haruka cayó inconsciente sobre el sofá y comenzó a roncar.

El Diario de Serena TsukinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora