Capítulo 35

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Querido diario:

Después de lo que nos dijo mi ginecólogo, Seiya y yo volvimos a casa, ahí me quedé y él se fue a buscar a Haruka, necesitaba hablar con él antes de enfrentar a Michiru.

De pronto, alguien tocó a mi puerta.

- ¿Sí? - dije al abrir, pero mi cara de felicidad se me fue en un momento al ver a Michiru parada frente a mí.

Tenía una sonrisa triunfante y un vientre enormemente abultado que se acariciaba exageradamente para mi gusto.

- ¿Puedo pasar? - preguntó, pero antes de poder responder ya me había hecho a un lado.

- ¿No te enseñaron modales? - respondí entre dientes.

Ella ignoró por completo mi comentario y fue hasta la sala y se sentó en el sofá, sonriente y radiante, la verdad debo admitir que el embarazo le sentaba muy bien, la mujer tiene mucho porte y si no la odiará como la odio, juro que la alagaría.

- ¿Me puede decir a que vienes? Seiya no está. - dije desde el marco de la sala.

- Sí, lo sé, lo vi salir ¿A dónde iba?

- A buscarte. - mascullé.

- ¡Ah! - dijo en tono de pena - Te das cuenta... siempre vuelve a mí - sonrió maliciosamente - bueno, aunque tú ya estás acostumbrada  ¿no? - Me miró de pies a cabeza - Siempre voy a ser la primera en su vida, siempre; y ahora con nuestro hijo - deslizó su mano en el viente mostrando lo grande que era - ya nada podrá separarnos.

Te juro que tenía unas ganas inmensas de sarandearla, pero me contuve, no podía dejar que viera cuánto me desagradaba su presencia, mucho menos debía saber que Seiya sabía la verdad, tenía que aguantar un poco más mis ganas de gritarle en la cara lo maldita manipuladora que era.

Respiré profundamente.

- Me quieres decir de una vez ¿a qué vienes?

- ¡A que me veas! - dijo sonriente y se puso de pie.

- ¿A que te vea? - dije atónita.

-¡Por supuesto! quiero que veas cómo el hijo de Seiya crece sano y fuerte dentro de mi vientre, éste sí va a nacer, no como el tuyo que se murió - sus primeras palabras me parecieron una estupidez, pero que mencionara a mi hijo me noqueó por completo ¿cómo lo sabía? - creo que no naciste para ser madre, por eso se murió - ¡no! ¡no! ¡no! mis ojos se comenzaron a llenar de lágrimas sin control - por eso es que quiero que me veas - se regodeó - quiero que veas lo que nunca podrás ver en ti y sobre todo que Yo si le pude dar un hijo a Seiya, no como tú, creo que por eso siempre serás la segunda.

¡¡¿QUÉ?!! Dejé de escuchar lo que dijo después de que mencionó a mi bebé.

Si quería herirme lo logró, el hecho de mencionarlo de esa manera, pudo con todo el autocontrol del que disponía. No lo pensé, no razoné, mi cuerpo reaccionó por si solo, me acerqué a ella y le di una bofetada tan fuerte que le volteé la cara.

- ¡No te atrevas nunca, nunca, nunca a hablar sobre mi bebé! ¡NUNCA!

Ella se sostuvo la mejilla y comenzó a llorar, le había dejado mi mano marcada en la cara, Seiya entró en ese momento.

- Bombón, se me olvidó... - se interrumpió asimismo al ver la escena. Ambas llorábamos pero Michiru tenía roja la mejilla - ¿Que haces aquí? - se puso entre las dos.

- ¡Seiya! corrió hasta él y lo abrazó.

Yo estaba tan llena de furia y dolor que no me permitirán moverme.

El Diario de Serena TsukinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora