Capítulo 4: En el punto de partida

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La mirada de Diana estaba perdida y, con los ojos entreabiertos, no sabía identificar donde estaba. Escuchaba voces inconexas que tampoco sabía descifrar. Todo era confuso pero de repente notó una presencia cálida que la hacía sentir en casa. Poco a poco le pareció ver a la directora McGonagall, el profesor Longbottom, la enfermera Longbottom, Albus, Morgana y James.

- Es solo una crisis de ansiedad. - Dijo la señora Longbottom.

- ¡Todo es por vuestra culpa! - Exclamó Albus. - Si no os hubiéseis comportado como niños, Diana estaría bien. Joder.

- Señor Potter, le ruego que modere el lenguaje. - Advirtió la directora.

- Al, relaja. Mírame.- Le dijo el profesor Longbottom forzando que lo mirase. - Está bien. Solo ha sido un susto. Necesita descansar.

James y Morgana apretaban la boca y miraban hacia bajo avergonzados de pensar que era todo culpa de ellos.

- Al... Albus. - Balbuceó Diana.

Todos se acercaron a verla. Albus se sentó a su lado y le cogió su mano ante la mirada de su hermano.

- Hey, enana. Estoy aquí. - Respondió.

- Has perdido los estribos.Que sepas que  tu reputación de mueble ha quedado por los suelos. - Diana esbozó una pequeña sonrisa. - Se lo pienso decir a todos.

- Hola, Di. - Dijo James tímidamente.

- ¿Jamie eres tú? - Dijo Diana.

- Si, guapa. Soy yo ¿cómo estás?

- Jamie, no juegues conmigo por favor.

- Nunca jugaría contigo. - La besó la mano.

- Los chicos Potter sois unos imbéciles pero os quiero.

Y dicho Diana esto, se durmió con una sonrisa en los labios y cogida de la mano de los dos grandes amores de su vida.

Pasaron horas y Diana e iba despertando intermitentemente. A veces veía a James, otras a Rose, otras a Louis, Lily... pero mayoría del tiempo estaba Albus acostado en una butaca que habían puesto al lado se su cama. Se resistía a irse aunque en sus breves interacciones le decía que lo hiciese. Para cuando finalmente Diana puso levantarse, se dio cuenta de que ya era la mañana siguiente. Su amigo no estaba pero lo escuchaba al otro lado de la cortina.

- Albus, es mi novia. Soy yo el que tiene que estar con ella. - Se escuchó la voz de James. - Vete con Morgana.

- Es mi amiga, James. Y sabiendo que ibais a ir a Hogsmade no era buena idea juntaros a mi novia y a ti.

- ¿Vuelves a salir con ella?

- No somos nada serio pero supongo que sí.

- Al, eres bisexual. Puedes elegir entre chicos y chicas. Tienes literalmente el doble de oportunidades y te tengo envidia, así que ¿por qué Morgana? - Dijo James con un tono más alto. - A mama y a papá no le cae bien.

- Primero ¿De verdad crees que por ser bi tengo el...? Mira, déjalo. - Contestó Albus. - Segundo, me la suda lo que piensen mamá y Harry.

- Eres un egoísta, Albus Severus.

- ¿Yo egoísta?

- Egoísta y cretino. Ese hombre que llamas por el nombre de pila es tu padre y te quiere.

- No se me dan bien ni los estudios, ni el quiddich, ni soy buena persona, ni soy Gryffindor... Nuestro padre me odia, James.

Diana seguía ahí. Escuchando cada palabra que salía por la boca de los hermanos Potter como si fuera una agente secreto en mitad de una misión. Se sentía mal de estar espiando una conversación tan personal pero aún se sentía peor sabiendo que Albus estaba dolido. Ella sabía que el señor Potter no le odiaba. En efecto, suponía que de hecho era su hijo favorito. Pero Al se sentía solo y ella sabía cómo era sentirse la sombra de alguien.

- ¿Por qué sois tan ruidosos? - Dijo Diana.

Los chicos la abrazaron y llamaron a la señora Longbottom la cual le hizo una revisión. Cuando acabó les comunicó que estaba perfectamente y que en los siguientes días se tomara la cosas con calma. Diana asintió y se fue con ellos rumbo a los exteriores del castillo a respirar un poco de aire fresco. Cuando llegaron, estaban allí todos los primos Weasley, Scorpius, Lizzie y Morgana esperándoles. Ambas ex de James no se llevaban bien pero fingían ser agrables la una con la otra. Diana las miraba con desconfianza pensando que esto podía acabar como el rosario de la aurora.

- Bueno, todos sabéis lo que pasó ayer. - Anunció James. - y queríamos pedir públicamente  disculpas a Di tanto yo como Morgana.

- Lo siento, Diana. - Dijo Morgana. - James es un capullo. No sé que ves el en él

- Morgana... - Dijo Albus con tono amenazador.

- Ignoraré esto por hoy pro te sigo odiando aunque salgas con mi hermano. - Respondió James con una sonrisa. - Quiero anunciar delante de mis primos y mis amigos que, si así lo quiere, mis días de rompecorazones han acabado. Así que lo siento nenitas del mundo.

- ¿Qué quieres decir James? - Preguntó Diana extrañada.

- Querida Lady Di ¿Quieres ser mi novia?

Todos pegaron un grito agudo esperando pacientemente su sí. El mediano de los Potter, por otra parte, esquivaba la mirada para no ver el momento. Diana no entendía por qué el estaba siendo tan celoso teniendo novia. Él era feliz con esa chica y ella era feliz con James. Así debía de ser.

- Sí, James. Me encantaría. - Dijo Diana.

- ¡Por fin mi hermano me da una cuñada seria! - Exclamó Lily. - Tengo que decírselo a mamá

Todos se rieron y nos felicitaron. A Diana le parecía muy gracioso que su propia familia estuviera amenazando a James de cuidarla y no al revés. Albus felicitó a su hermano pero sus ojos no despredieron alegría al cruzarse con los de ella. Se veía tristeza y resignación y eso era algo que solo Diana podía ver porque lo conocía poco pero lo conocía bien.



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