Capítulo 3: Complejo de princesa.

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Un apuesto y caballeroso jovencito latino viaja ilusionado en uno de los cientos de autobuses que circulan por las principales avenidas de Seúl.
De manera gentil sonríe, se pone de pie y cede su asiento a una atractiva señorita asiática, quien coqueta le devuelve el gesto; agradece y acepta el lugar de inmediato.

Él, de naturaleza un tanto seductora, le mira fijamente sin desdibujar la radiante sonrisa de sus labios. Ella ruborizada mantiene su vista al piso por unos instantes, pero luego de sentirse insistentemente observada, alza la cabeza y le ve también.

Nadie puede negar lo atractivo que es el sarcástico Víctor. En su país natal siempre fue popular con las chicas; no sólo por su físico, sino también por su contagiosa alegría y su personalidad auténtica. Sin embargo, jamás ha sido un mujeriego. Le gusta el divertido juego de la seducción, pero respeta a la mujer ante todo. Ha sido educado como un verdadero caballero.

Ahora, mientras viaja en ese autobús repleto de asiáticos, es de esperarse que muchas miradas se posen sobre él. Destaca entre todos ellos por su bronceada piel, sus grandes ojos castaños y su atlético cuerpo. Es normal que llame la atención de más de una fémina; alguna más discreta que otra.

El extrovertido latino lo nota, se siente acechado, pero no le incomoda. Al contrario, le halaga. Deja escapar una traviesa risita luego de ver que un grupo de jovencitas murmuran mientras le miran curiosas.

Devuelve su vista a la mujercita a la que minutos antes cedió su asiento. La contempla detenidamente al tiempo que comienza a palpar los bolsillos de su saco con una mano, mientras que con la otra se mantiene en equilibrio.

Extrae una tarjeta de presentación y la entrega a la sonrojada chica. Hace una señal con su mano simulando un teléfono, sonríe, guiña un ojo y mueve lentamente sus labios indicándole que debe llamarlo.

Las ya enrojecidas mejillas femeninas elevan su color luego de apreciar tan atrevida actuación. Y las expresiones de sorpresa de unos y de disgusto de otros no se hacen esperar.

En ese momento el travieso Víctor dirige su atención hacia la calle a través de la ventanilla y se percata de que se ha pasado del lugar exacto donde debe descender de la unidad.
Apresurado comienza a abrirse paso entre la apretujada gente que viaja de pie.

--Con su permiso, con su permiso. Lo siento, linda --se disculpa sonriente con una dama a quien probablemente pisó, pues le miró con molestia--. Por favor, tengo que bajar. ¡Oh, lindo bolso, señorita!, ¿sería tan amable de permitirme pasar? Se lo agradezco. Bonito labial, invita a besar --comenta de forma juguetona a otra agraciada mujer antes de bajar del colectivo.

--¡Oye! -Protesta ofendido el caballero que la acompaña.

--¡Lo siento! --grita desde la acera y suelta una maliciosa risita--. ¡Tch! El transporte público de aquí no dista mucho del que brinda mi ciudad --murmura irónico alisando su vestimenta.

Peina un poco su lacio y castaño cabello con sus dedos, mira su reloj de pulso y comienza a correr a toda prisa en dirección al enorme edificio YG. 

Acelerado y también agitado arriba al famoso inmueble. Se detiene en seco luego de percatarse de que el resto de los empleados le miran con desconcierto. Se inclina un poco, coloca las manos sobre sus muslos e intenta recuperar el aliento mientras ríe con dificultad.

--¡Hola, Víctor, qué alegría verte! --exclama su descubridor aproximándose a él.

--Director Jang, buen día --saluda sonriente e irguiéndose.

--¿A qué se debe esa traviesa expresión que adorna tu rostro? 

Esa pregunta trae de nuevo a su joven mente el recuerdo de la divertida escena que vivió a bordo del autobús que lo trasladó hasta ahí. Deja escapar una juguetona risita que sólo consigue aumentar la curiosidad de su agradable interlocutor, quien lo mira expectante.

--Es increíble la cantidad de cosas que uno se atreve a hacer cuando se encuentra en un país que no es el propio. 

--¿Qué has hecho, muchacho loco? --cuestiona intrigado y se une a la risa de su protegido.

--Algo que no acostumbro, ni siquiera en mi ciudad de origen. Acabo de darle mi número telefónico a un desconocido; una chica, para ser preciso. Era tan bella que no me resistí --revela vergonzoso.

El gentil empresario comienza a carcajearse luego de escuchar lo anterior y de ver el casi imperceptible rubor que se apodera de las mejillas del audaz latino.

--Definitivamente te falta un tornillo, hijo. ¿Crees que te llamará? ¿Cuándo piensas que lo hará? --interroga con semblante de complicidad.

--Eso espero. Ojalá lo haga pronto --responde alegre.

--Te deseo suerte entonces. Me retiro --mira su reloj de pulso--. Te veré más tarde. Deberías ir a buscar al equipo de staff, seguro se están preparando para salir. 

El apuesto chico asiente, se despide del director Jang y se encamina en búsqueda de sus compañeros de trabajo.

Mientras tanto, la atractiva y caprichosa rubia se halla de muy mal humor dentro de una de las oficinas del lujoso edificio. Con actitud altiva y visiblemente impaciente, juega con un bolígrafo entre sus manos mientras aguarda sentada en una cómoda silla ejecutiva.

--Señorita... --irrumpe su inofensivo manager con nerviosismo.

--¿Lo encontraste? --pregunta poniéndose de pie rápidamente--. ¿Nos vamos ahora? --nira su elegante reloj de pulso.

--No, lo siento, pero aún no llega a la compañía --responde temeroso y cabizbajo.

--¡¿Aún no?! --grita furiosa--. ¡Eish! ¿Cómo es posible? ¿Qué demonios se ha creído, que lo voy a esperar el tiempo que a él le plazca?

--Todavía no es tiempo de irnos, señorita. No debe tardar en llegar. Además no es necesario que él...

--¡Cállate, no pedí tu opinión, tonto! --regaña con fastidio, haciéndolo callar de inmediato--. Llámalo. ¿Te aseguraste de conseguir su número?

--No --dice con timidez--. El único que debe tener ese dato es el director Jang, pero a pesar de haberlo buscado por todas las oficinas no lo encontré.

--Eres un incompetente, no sé porqué te tengo a mi lado --se queja con hastío--. Ve a buscarlo de nuevo, rápido. Esta vez no vuelvas si no consigues lo que te pedí.

--Señorita, perdone si me entrometo, pero no me parece que sea apropiado hacer lo que usted está pensando. Se puede malinterpretar la situación y no es conveniente para su imagen.

--Sólo haz lo que te digo, manager Cha, ahora --ordena conteniendo su enojo.

--Pero señorita...

--¡Largo! --grita furiosa.

Ese estruendoso chillido llega a oídos del sarcástico Víctor, quien camina despreocupado por un largo pasillo. Al escucharlo se detiene rápidamente, se encoge de hombros, cubre sus oídos con ambas manos y muestra una mueca de disgusto. Posteriormente suelta una burlona risilla y continúa con su camino.

A unos metros de él, ve cómo el angustiado representante sale despavorido de uno de los despachos. Ríe discretamente y espera a que este último vaya a su encuentro.

--Joven, gracias al cielo que lo encuentro --emite aliviado--. Lo he estado buscando por todo el edificio, pero no había rastro de usted. Intenté contactarlo vía telefónica, pero recordé que no tengo su número y me di a la tarea de buscar también al director Jang para que me lo proporcionara. Ha sido una mañana bastante ajetreada y difícil. Además la señorita está de mal humor y... --parlotea con nerviosismo mientras el jovencito le mira confundido.

--Manager Cha, por favor recupere el aliento primero --dice burlón--. Cálmese un poco y luego continúa...

--Es que no hay tiempo para eso. Si no lo llevo frente a ella ahora, me comerá vivo. Tiene un carácter bastante difícil de manejar y a veces es muy aterradora. Ni siquiera mis hijos adolescentes se comportan de esa manera, es ridículo. Es tan agotador tener que lidiar con todo esto, que he pensado seriamente en...

--¡Hey, tranquilo! --palmea el hombro masculino para tratar de serenarlo y esboza una encantadora sonrisa--. Tranquilo, hombre, no hay nada que temer. A esa caprichosa chica sólo hace falta que alguien la ponga en su lugar. ¿Ya se siente mejor?

--Sí, joven, gracias. -.contesta avergonzado.

--Bien, ahora dime qué sucede. ¿Sabes qué? --lo interrumpe antes de que comience a hablar--. Mejor que sea ella quien me lo diga. Vamos.

Seguido del temeroso individuo, Víctor camina con paso firme hacia la habitación donde la gruñona rapera se encuentra impaciente. Golpea sutilmente la puerta y entra sonriente; listo para enfrentarse a ella como sólo él puede hacerlo.

--Ya era hora de que llegaras, extranjero --comenta arrogante--. ¿No se te dijo antes tu horario laboral?

--Lo siento, jefa --responde irónico--. No creí que fuera tan tarde. No se preocupe, me haré responsable. Puede usted encargarse de que se rebaje de mi salario el tiempo que... --mira su reloj de pulso--. ¡Oh, espere! ¡Pero si he llegado quince minutos antes de lo establecido por la empresa! --ríe divertido--. Entonces por favor encárguese de que se me remunere por ello.

La talentosa artista siente que su irritabilidad aumenta. Se pone de pie rápidamente y clava su intenso mirar en ese mordaz latinoamericano que parece nunca perder los estribos.

--Hace más de media hora que mi representante te busca. Si vas a trabajar conmigo, deberás facilitarme tus datos de contacto. Así te llamaré cuando haga falta, sin necesidad de tener que rastrearte por todo el edificio.

--¡Tch! Debiste decirlo antes. Hablando se entiende la gente, ¿qué necesidad hay de angustiar a este pobre hombre? --señala al representante--. Creí que se infartaría del temor.

--No, joven, no es así --se apresura a decir luego de percibir que la rubia cantante le observa con enojo.

Mirando detenidamente a la caprichosa señorita, el apuesto muchacho extrae de su bolsillo una tarjeta de presentación y alarga su brazo hacia ella; quien con aire presuntuoso espera a que sea su manager el que la reciba. Éste de inmediato se acerca y la toma con evidente incomodidad.

--Siento no haberte proporcionado esto antes, pero no acostumbro dar mis datos a desconocidos... a excepción de hoy --murmura esto último, después de recordar el acontecimiento en el autobús, y sonríe de forma traviesa.

--Supongo que estás enterado de que hoy se realizarán las pruebas de vestuario para las fotografías promocionales.

--Supones bien, Ciel. --ríe.

--CL, extranjero, C-L --corrige impaciente.

--Es lo mismo --manifiesta mofándose--. ¿Alguna vez te han dicho que tu nombre artístico suena como una marca de agua embotellada? --se carcajea--. Está bien, basta de bromas --emite luego de notar la molestia de ella--. De todas maneras dudo que la conozcas. 

--Te decía, las pruebas de vestuario se harán hoy y tú debes acompañarnos. Irás conmigo, en mi coche --cruza sus brazos y le contempla con arrogancia.

--¿Yo? --cuestiona sorprendido y ríe--. Tengo entendido que el equipo de staff viaja en automóviles especialmente destinados para esas tareas.

--Sí, pero yo quiero que vengas conmigo. ¿Hay algún problema con ello? -Replica desafiante.

--¿Estás consciente que lo que me pides puede ser malinterpretado y causarnos problemas?

--No hay razón para que se malinterprete. Por ahora eres mi fotógrafo y tendrás que acatar mis indicaciones. Nadie tiene derecho a decir nada, todos los chicos del staff conocen mi manera de trabajar. Saben que si no están de acuerdo con mis decisiones, pueden irse cuando quieran --asegura con firmeza y fija su soberbio mirar en su interlocutor.

--Bien, me queda claro --muestra una encantadora sonrisa--. ¿Entonces nos vamos? --se dirige a la puerta, la cual abre cortésmente--. Las damas primero --menciona al tiempo que señala la salida--. ¿No gustas un poco de café antes de irnos, Ciel? ¿O prefieres un delicioso frappé? --deja escapar una traviesa risita.

--¡CL, extranjero, C-L! --corrige con hastío--. ¡Y deja de usar el lenguaje informal cuando hables conmigo! --exclama apresurando el paso.

El bromista muchacho occidental ríe nuevamente y camina despreocupado tras ella. Siempre le han desagradado las personas con actitudes como las que esa caprichosa rubia muestra, pero por alguna razón ahora le divierte burlarse y hacerla rabiar con su característico sarcasmo.

Una vez en el estacionamiento de la prestigiosa empresa, el gentil manager pulsa el botón del mando a distancia para desactivar la alarma del lujoso coche. El atento Víctor se adelanta y abre la puerta trasera para permitir que la talentosa rapera entre primero.

--Adelante, Ciel --dice mostrando una irónica sonrisa. Ella se limita a lanzarle una mirada de disgusto.
Mientras tanto, el representante camina hacia el lugar del piloto y se dispone a tomar asiento.

--¡Alto! --lo detiene la soberbia jovencita--. Tú conduces --le indica al apuesto latino y sonríe maliciosamente.

--¡¿Yo?! --pregunta asombrado--. Pero ni siquiera tengo permiso para conducir. Si un agente de tránsito me detiene, estaré en graves problemas. Tampoco es conveniente para ti si eso sucede.

Con aire altivo, la perversa Lee Chae Rin camina hasta donde su apoderado se halla de pie, sorprendido ante la insensata petición de su inmadura representada; le arrebata la llave del automóvil, para luego posarse frente a su nuevo fotógrafo.

--Por eso tomarás laa precauciones necesarias para no ser atrapado --dibuja en sus labios una malintencionada sonrisa y lanza bruscamente la llave. Ésta golpea el vientre del atónito chico, quien de inmediato la atrapa--. ¡Apresúrate! ¿Piensas quedarte ahí parado todo el día? --deja escapar una malvada risilla y entra al coche.

Víctor permanece pensativo por unos instantes. Una inquietante expresión comienza a apreciarse en su rostro mientras observa a la famosa jovencita a través de la ventanilla abierta. Sonríe de forma misteriosa y se encamina hacia el lugar que por ahora le corresponde, el del conductor.

--No tiene que hacerlo si no quiere --manifiesta el representante en voz baja para evitar que la jovencita lo escuche.

--Lo haré. --asegura sonriente--. No se preocupe, tendré cuidado de no llamar la atención de las autoridades --se adentra al auto--. ¿Hacia dónde vamos? --cuestiona mirando a la testaruda cantante por el espejo retrovisor.

Ésta esboza una maliciosa sonrisa nuevamente y nombra la dirección exacta del lugar al que deben acudir. Por dirección exacta entiéndase calles y entre calles.

--Yo puedo indicarle por dónde... --comienza a decir el temeroso representante.

--¡Tú te callas! --ordena molesta--. No menciones nada si yo no te lo pido, ¿entendido?-- añade mirándole de forma intimidante. Él sólo asiente con su cabeza y permanece cabizbajo.

Minutos después arriban a tiempo y a salvo a un elegante edificio. Chae Rin baja del automóvil visiblemente enfadada y se introduce al lugar a toda prisa, dejando atrás a sus acompañantes.

El extrovertido occidental se percata de ello y la observa alejarse mientras ríe divertido. Intrigado, su compañero dirige su vista hacia la enfurecida chica y posteriormente hacia él.

--¿Qué sucede? --pregunta el individuo con semblante confundido.

--¿No se dio usted cuenta? --cuestiona sorprendido, recibiendo una negación no verbal--. Esa caprichosa niña debe aprender que conmigo no funcionarán sus artimañas. ¿Intentaba sabotearme? ¡Tch! No sabe con quién se mete --alardea al tiempo que alisa su atuendo--. Vamos --señala a su interlocutor, quien más desconcertado que antes lo sigue.

Dentro les espera un gran equipo de iluminación y vestuario. El ingenioso latino queda maravillado y aprecia todo a su alrededor detalle a detalle, cual niño pequeño en una enorme juguetería.

--¡Chae Rin-ssi ha llegado! --exclama un afeminado hombre que camina apresurado de un lado a otro--. ¡Preparen su guardarropa! ¡Muévanse, rápido! ¿Dónde está Chae Rin-ssi? ¡Chae Rin-ssi, querida!, ¿dónde estás?

--Fue a probarse el primer cambio de ropa --responde una ajetreada chica que revisa una serie de papeles.

--¡Magnífico! --exclama emocionado--. Eso quiere decir que terminaremos más pronto de lo que esperábamos. ¿Ya llegó el fotógrafo? ¿Dónde está el fotógrafo? ¿Y el resto del staff? ¿Están listos la iluminación y los escenarios?

--Hola --dice el atolondrado jovencito, acercándose al escandaloso individuo--, soy Víctor, el nuevo fotógrafo --extiende su mano para saludar, olvidándose por completo de las costumbres del país en el que se encuentra.

--¡Oh, es verdad, tenemos nuevo fotógrafo! Eres bastante apuesto y muy varonil --menciona de forma seductora y mirándolo de arriba abajo, mientras él sólo ríe incómodo--. Vaya, envidio la suerte de mi bella Chae Rin-ssi por tener en su equipo a un extranjero tan bien parecido. Lo merece, ella es una reina. ¿No te parece que es una chica adorable?

--Sí, claro --contesta irónico.

--Mientras ella se prepara, te mostraré las posibles escenografías. Ven conmigo.

--¿Siempre hacen pruebas fotográficas simuláneas a las de vestuario? --interroga mientras le sigue.

--Usualmente no, pero esta vez CL-ssi insistió en que se hicieran.

El perspicaz latinoamericano muestra una expresión de sospecha y esboza una siniestra sonrisa que confunde un poco a su oyente. Víctor lo percibe y de inmediato vuelve a su faz el alegre gesto que nuevamente cautiva al simpático homosexual.

Instantes después la reconocida integrante de 2NE1 sale del vestidor, luciendo un sensual atuendo negro que destaca su delineada figura.

--¡Te ves divina! --exclama el afeminado individuo en cuando le ve. Ella sólo sonríe satisfecha con su apariencia.

Con actitud presuntuosa se coloca frente a una decoración oscura, mientras su atractivo fotógrafo prepara a toda prisa sus herramientas de trabajo. Posteriormente, inicia el disparo constante de flashes y los cambios de postura a indicación del creativo jovencito.

--Sostén la bandera al frente y muestra una expresión retadora, pero atractiva; como si estuvieras al frente de una vanguardista batalla --la guía, presionando el obturador repretidamente--. Detengámonos un momento --señala dirigiéndose hacia el monitor que muestra las imágenes capturadas. CL le sigue.

Ambos observan concentrados una a una las fotografías proyectadas en la pantalla. El profesional occidental no parece estar convencido. Ella se mantiene con semblante descontento y cruzada de brazos.

--No me gustan --expresa tajante--. ¿Qué es todo esto, extranjero? ¿Piensas que dejaré que esas horribles fotografías salgan al exterior y arruinen mi debut?

--Tampoco son de mi agrado --musita sin apartar su vista del monitor.

--¿Qué sucede? ¿Dónde se supone que está ese maravilloso ingenio del que el director Jang hablaba? ¿Acaso eres sólo un simple aficionado?

--¡Oh, vamos, Ciel! No toda la culpa es mía. Tú tampoco has dado todo de ti. ¿Qué son esas extrañas expresiones? --apunta hacia una de las imágenes--. ¿Acaso te duele algo? --ríe divertido--. Si estás incómoda sólo dilo, trataremos de ayudarte con ello.

La caprichosa señorita le lanza una fulminante mirada que sólo consigue hacer reír de nuevo al travieso muchacho. El resto de los ahí presentes los observan desconcertados y temerosos de la siguiente reacción de ella.

--Bien, por ahora sólo intentemos con el siguiente cambio --interviene nervioso uno de los miembros del staff.

Furiosa se dirige otra vez al vestidor, en compañía de una bella jovencita que tiene la tarea de asistirla con la vestimenta.

--¡No lo quiero! --grita CL desde la otra habitación, llamando la atención del resto del equipo--. ¡No voy a usar eso, es horrible!

Inmediatamente Víctor y el simpático individuo que lo recibió van en busca de ella.

--¿Qué sucede, linda? --cuestiona el singular hombre.

--¡Esta horrenda ropa, no la usaré! ¡No me gusta! --se queja malhumorada. 

--Pero antes estuviste de acuerdo en incluirla al guardarropa --le recuerda sorprendido.

--Antes, pero ahora no, no la quiero. ¿No hay algo más elegante? Estoy harta de usar estas prendas sumamente holgadas, como si fuera un chico de la más baja clase --replica con una mueca de disgusto.

--Querida, no nos hagas esto más difícil, por favor --suplica angustiado.

--He dicho que no lo voy a usar y no lo haré, al menos no para las fotografías; es suficiente el hecho de que tenga que vestir así en el video musical.

--Yo hablaré con ella --interviene sonriente el apuesto latino.

Todos lo miran con desconcierto, pero al final asienten y se retiran de la habitación, con la esperanza de que él logre hacerla reflexionar.

--Nada de lo que me digas me hará cambiar de opinión --advierte con semblante soberbio.

--Vamos, Ciel, no seas infantil --menciona con sosiego y mostrando la encantadora sonrisa de la que es poseedor--. El concepto de tu canción como solista y del video es precisamente el de una chica mala, ¿no es así? La vestimenta que ahora desprecias va acorde con esa idea. Deja a un lado esa fastidiosa actitud, vístete y sal para que así acabemos pronto con todo esto.

La superficial mujercita le mira con desdén. Sabe que lo que él ha dicho es verdad, pero se niega a ceder. Lanza enfurecida el atuendo y se acerca desafiante a su interlocutor.

--No quiero. ¿Qué harás al respecto, extranjero? --alza el mentón y cruza sus brazos.

Víctor le contempla con seriedad por unos segundos, para después dejar escapar una burlona risilla que consigue aumentar el enojo de la soberbia señorita.

--Ya basta, Chae Rin. Ya fue suficiente, ¿no crees? Por ahora tendrás que rendirte y detener tus intentos de saboteo. Piensa en los demás chicos, no seas egoísta; deben estar agotados. Terminemos esto de prisa y vayamos a casa, ¿quieres?

--¿De qué demonios hablas? --cuestiona haciéndose la desentendida.

--¡Tch! ¿Ahora fingirás ignorancia? --clava su intenso mirar en ella--. Me pediste conducir hasta aquí, arriesgándote y sabiendo que no cuento con la documentación legal necesaria; me proporcionaste la dirección de este lugar sin más detalles, con la intención de que tomara otro camino o que me retrasara; y ahora haces un berrinche porque el vestuario no te agrada. ¿De qué se trata todo esto? ¿Intentas sabotearme? Es muy molesto, ¿sabes? Por favor detente.

--¿Estás loco? --suelta una cínica risilla--. o eres tan importante, ¿por qué querría sabotearte? 

--No lo sé, lo mismo me pregunto. De todas maneras, al menos hoy, no lo lograste. Cuando conduzco siempre soy precavido y respeto el reglamento de tránsito. Además, tiempo atrás viví muy cerca de aquí durante unos meses, así que conozco bien los alrededores. Y ese atuendo tendrás que usarlo te guste o no --sonríe y le observa con sospecha--. Te diré qué sucede: tu caprichosa actitud se debe a ese... padecimiento que... ¿cómo le llaman aquí? --dice pensativo--. Complejo... complejo de... --pronuncia en español--. ¡Complejo de princesa! --añade en coreano--. Sí, gracias a ese fastidioso complejo de princesa, te comportas como niña mimada. Haces y deshaces sin importar a quién perjudiques.

--¡Eres un...! --grita furiosa y alzando la mano para abofetear al atrevido fotógrafo.

--¿Un idiota? --sonríe y sujeta la muñeca femenina antes de recibir el golpe--. Sé que lo piensas cada que me ves.

Totalmente colérica se libera, le mira con desprecio y abandona la habitación con pasos firmes. El valiente latino sólo la ve alejarse y ríe de forma traviesa, pues sabe que por lo menos esta partida la ha ganado él.

--Vámonos de aquí, ahora --ordena la talentosa rubia a su representante, mientras el resto del equipo se mantiene expectante y temeroso. 

--Pero señorita... --titubea con nerviosismo -el joven Víc...

--¡Ahora, dije! --recalca exasperada, para después salir a toda prisa. El sumiso manager asiente y camina cabizbajo tras ella.

Luego de unos minutos, ambos regresan al edificio YG. Chae Rin desciende del coche igual o más enfadada que antes y se dirige a paso veloz hacia la oficina del director ejecutivo. A pesar de la negativa de la joven secretaria, irrumpe y se posa con actitud arrogante frente al sorprendido empresario.

--Se va él o yo --advierte cruzada de brazos, mientras el hombre le mira con desconcierto--. ¡Despida a ese estúpido extranjero ahora! ¡Lo quiero fuera de mi equipo!

The Baddest Female (K-Pop) [2NE1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora