Mientras caminaban, Diana le contó su tradición previa a un torneo de cenar sola, y se echó a reír al ver el ligero ceño que adornaba la cara de Mera. Ésta pensaba que Diana la estaba despidiendo apenas dos minutos después de haberse besado.—Bueno, creo que ésta es la única ciudad del mundo donde esa tradición mía no funciona, así que he pensado que por esta vez voy a cambiar de táctica. ¿Has cenado ya?
—No, he estado muy ocupada convirtiéndome en carnaza de la prensa sensacionalista. ¿Qué tal si te invito a cenar y luego tú me das la custodia compartida del trofeo si ganas el Abierto?
—¿Qué tal si pago yo y tú simplemente te dejas agasajar?
Mera se sentó en una de las sillas mientras Diana se quitaba la ropa manchada en el cuarto de baño. Se quedó mirando la cama y se imaginó a Diana revolcándose en ella con Alicia. No tenía forma humana de competir con alguien así, ni con ninguna otra chica con la que se hubiera relacionado Diana en los dos últimos años.
—Tengo el vestido manchado. —Era una pobre excusa para salir de la habitación, pero Mera no quería seguir allí. Quería volver a esa biblioteca de Press Cove y que Diana le leyera algo de los cientos de libros que llenaban las estanterías.
—He pensado que podríamos ir a tu casa y así te puedes cambiar y poner eso en agua fría o algo así para que la mancha no se quede. — Diana señaló el vestido de Mera, sintiéndose ahora culpable por haberlo manchado.
—¿No te importa?
—¿El qué? —Diana frunció el ceño, sin entender la pregunta.
—Irte de aquí. —Mera hizo un gesto señalando la habitación por donde estaban esparcidas todas las cosas de Diana. Ésta pensó que aquello tenía que ver con algo más que la habitación.
—Quiero cenar contigo. De hecho, he querido cenar contigo desde la última vez que te saqué a cenar y la vez en que me hiciste el desayuno. Abby y yo hemos estado suspirando por ti, capitana, así que no me defraudes ahora que te he recuperado.
Fueron en taxi al nuevo piso de Mera, donde no había muebles y sólo el grueso de la ropa que no necesitaba tener en casa de Bobbie. Diana se paseó por el espacio y miró por las ventanas del salón mientras Mera iba a cambiarse.
Cuando salió del dormitorio iba vestida igual que Diana, con vaqueros y una camiseta informal. Sonrió al salir y ver a Diana con el libro que le había regalado Barnaby cuando lo visitaron aquella noche antes de ir a cenar. Era una colección de poemas de amor y sonetos de Shakespeare, el autor preferido de Barnaby. Como era su preferido, Mera lo había apreciado y disfrutado mucho más, simplemente por el hecho de que la hubiera estimado lo suficiente como para desprenderse de él. Con algo de suerte, podría convencer a Diana para que le leyera algunos de esos poemas esta noche.
—¿Qué te parece si encargamos comida y cenamos aquí? —Mera acababa de recuperar a Diana y no estaba dispuesta a compartirla todavía. En el piso sólo había una cama que se había llevado de la casa que había compartido con Gail. Era lo único que se había llevado de allí al mudarse y sólo porque tenía el valor sentimental de ser la que había tenido desde que era niña.
Diana miró a su alrededor y sólo vio los suelos de parqué presentes en todas las habitaciones, pero estaba dispuesta a cualquier cosa que le apeteciera a Mera.
—Muy bien.
Las cajas de comida estaban esparcidas por el salón y su conversación estaba por fin empezando a ser tan cómoda como la primera vez que pasaron tiempo juntas. Cuando Diana miró el reloj, se sorprendió al ver que era casi medianoche y hora de irse, si quería estar en condiciones de jugar por la mañana.
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Game, Set and Match
FanfictionDiana Prince era la nueva niña bonita del mundo del tenis, adorada por las masas que acudían a verla jugar, así como por las compañías que hacían cola para conseguir que llevara sus marcas. Mera Xebel era una piloto de aviones con una relación tamba...