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Rayan:

—¿Hoy no irás con tus estudiantes, pescadito?. —Dejo el balde de cebo sobre el coche y me vuelvo hacia papá acomodándome los guantes. —La gente habla en el pueblo, aunque no me entere por ellos.

Abro mucho los ojos.

—No me sorprende que tu lo descubriera.. —Aprieto los labios y bajo la mirada. —Así que todos ya saben

—Muchos hasta han elaborado campañas para tu regreso.

Suspiro y voy por el siguiente balde.

—Voy a entrenarlos, papá, no voy a volver a las olas.

—Ajamp.

Arqueo una ceja y me vuelvo hacia el. —Es en serio.

—Claro que si, ya lo dije.

Suspiro y le alcanzo el balde de cebo, papá lo sostiene y lo sube en la parte trasera junto a los demás.

Me quito los guantes. —¿Esto todo, no?

Intento ir al asiento de conductor, pero el me detiene.

Coloco mis manos sobre mis caderas. —¿Qué? ¿No me dejarás conducir de nuevo?

Papá hace una mueca, yo abro los ojos.

—¿Lo hice tan mal?

—No, seguimos vivos ¿No?

Abro la boca indignada y le doy un suave golpe en el hombro. —¡Hey!

Papá se ríe.

—Me refiero a que puedo hacerlo yo solo.

Abro los ojos. —¿Papá?

—Ve con tus alumnos, déjame esto a mi.

—Papá...

—Vamos, ve, pescadito. Así vuelvas a subir a una tabla o no, estoy feliz con que hagas esto.

Aprieto los labios y lo rodeó con un abrazo, papá se ríe en mi oído.

—Estoy orgulloso de ti, Rayan.




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Segunda clase, Fitball.

—Eso.. sigan así, lo están haciendo bien. —Les digo.

Una sonrisa aparece en mi rostro y desaparece en cuanto escucho como golpean el lado izquierdo, justo en la ventana.

Nate acaba de llegar y tiene su atención sobre nosotros, trago saliva y me vuelvo hacia mi equipo.

—Terminamos por hoy, la clase acabo. —Les anuncio.

Perfecta SincroníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora