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Nate:

La única condición del padre de Halle fue estar presente en cada entrenamiento que realizará su hija y aunque no toleraba la presencia de ese hombre, después de una discusión con Rayan, termine aceptando.

Dejo de perder mi tiempo prestándole atención a ese hombre  y regreso mi atención al mar, donde Halle me demuestra sus habilidades, sin embargo cae justo para el momento en que mis ojos lo captan.

La ola la revuelca, me inclino buscándola  y ella alcanza a salir a la superficie, sujetando su tabla y remando hacia mi.

Se ríe, sentándose sobre la tabla. —Había olvidado lo que se sentía caerse.

Su expresión de burla desaparece al mirar detrás de mi hombro y aunque se lo que me espera al girar, lo hago.

Su padre sigue con la mirada sobre nosotros, se ve algo preocupado por la caída de Halle.

—Padres...—Murmura Halle y se disculpa conmigo. —Lamento eso.

Giro el rostro hacia ella.

—No importa, sigamos. —Cabeceo hacia el mar.

Asiente con la cabeza y sin miedo va por la siguiente ola.




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Halle y yo regresamos a tiempo para estar presente cuando Rayan abandone el hospital, estacionó mi escarabajo en la entrada, bajo de el y Halle hace lo mismo, mientras el padre de Rayan empuja la silla de ruedas con Rayan sobre ella y hacia la camioneta.

Cierro la puerta del escarabajo y voy hacia ella, Halle ya se encuentra a su lado.

—Hola.

—Te vez feliz. —Comenta Halle.

—Aliviada. —Suspira Rayan. —Creí que me volvería loca.

Sonrio bajando la mirada a su pierna enyesada y me inclino. —¿Puedo?

Ella se sonroja, mucho y me encanta.

Con nerviosismo acepta, provocándome sonreír su expresión roja.

La levanto en mis brazos y la cargo hasta la camioneta, Halle me abre la puerta contraria al conductor, mientras el padre de Rayan ya a subido.

Acomodo a Rayan sobre el asiento de copiloto y tiro del cinturón de seguridad, ella lo abrocha y pone los ojos sobre mi.

—Te veo allá. —Le hago saber.

Ella asiente con la cabeza.

Cierro la puerta y me vuelvo hacia Halle. —¿Lista?

—Claro.






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—¡Sorpresa!. —Gritan los chicos, sorprendiendo a Rayan, lanzando confeti y espuma en aerosol, mientras los padres capturan el momento con sus cámaras fotográficas y en video.

Todos sonriendo.

¿Qué... que es esto?. —Ella está muy sorprendida, como lo esperábamos.

—Una bienvenida. —Responde Bill. —Por tu alta del hospital.

Rayan arquea una ceja. —¿Quién fue el responsable?

—Lo que quiere decir mi amiga es quien fue el intelecto detrás de todo esto. —Halle se señala así misma, sacándonos risas, incluso a Rayan y a su padre. —Soy yo.

—Si, lo supuse.

Rayan vuelve a sonreír.

—No tenían que molestarse.—Dice pasando la mirada a todos.

—Claro que sí.

—Si.

—No lo dudes.

Los chicos corrigen a Rayan y provocan que su sonrisa crezca.

—Hay un pastel y bocaditos. —Halle señala la mesa, Rayan se gira. —Pero primero esto.

La madre de Halle le entrega una bolsa, de donde saca la primera camiseta oficial de "Los leones marinos de Rosemary Beach".

Rayan lo recibe con los ojos muy abiertos. —Esto es...

Levanta la camiseta negra y la voltea mostrándonos el logo, junto a las letras en color blanco. Halle agrego algunos cambios, como los colores de las letras y finalmente estas son las definitivas.

—¿Son las camisetas oficiales, Halle?

Ella asiente con la cabeza, comienza a repartir cada camiseta a los padres y también a los chicos.

—Ya están lista.—Le responde a Rayan.—Mamá y yo tuvimos que exigirle rapidez al diseñador.

—Son preciosas

Recibo mi camiseta, una exacta de mi talla.

—Mañana es la competencia. —Le recuerda Halle. —No podíamos ir sin nada que nos represente.

—Tiene razón. —Menciono, Rayan sonríe n mi dirección.

Carraspeo llamando la atención de todos.

—Bien, leones marinos...¡Reúnanse!

Todos los chicos se acercan a Rayan, Halle igual.

—Se que hoy tenemos una fiesta y antes de celebrarla..

Extiendo mi mano y la pongo en frente, Halle me sigue el juego, enseguida Mark Thomas y Nataly colocan sus manos, seguido de Sheyla y Timothy, todos nuestros chicos con una sonrisa plasmada en sus labios.

Me giro hacia Rayan.

—Rayan.

Sus ojos se abren.

—El nombre es tuyo.

—Es verdad. —Me apoya Halle.

—El nombre es de todos. —Agrega Rayan, colocando la mirada en los chicos, para luego ponerla en mi.

—Vamos —Hago un gesto para que ponga la mano también.

Los ojos de Rayan se llenan de lágrimas por la emoción y lo hace, coloca la mano.

Y todos gritamos eufóricos:

—¡Leones marinos!

Perfecta SincroníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora