Epílogo

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Rayan:

Me tomo alrededor de casi dos meses para recuperarme totalmente.

Y mis alumnos volvieron a sus hogares el siguiente fin de semana después de la competencia y Nate también, aunque después de tener una cita conmigo una última vez.

Hablamos muchos y a veces no demasiado, pero la relación que construimos no se quebró, al menos hasta ahora.

En cuanto a Bryson, me sorprendió cuando vino a disculparse en nombre de su padre, a quien le dieron una sentencia adecuada y que termino cumpliendo aun detrás de una reja, pero también llevando a cabo servicio comunitario, todo supervisado.

Regreso mi atención a pantalla de mi móvil y me quedo helada al notar las últimas fotografías en las que aparece Nate.

No solo es el.

Es una chica.

El corazón se me acelera y siento el sabor amargo en mis labios, dejo mi móvil y este comienza a sonar, en el mismo horario de siempre que tiene al llamarme.

Esta vez no le contesto

Supongo que era cuestión de tiempo.





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—¡Bienvenidos todos a la reinauguración tienda cebo!

Papá hizo unos arreglos a la tienda, ahora es más amplia, espaciosa y hay muchos más productos y estantes dentro del establecimiento, claro que su lugar de trofeos sobre mí se mantiene en un altar y aunque mi tabla ya no se encuentra ahí, papá le di un buen lugar justo en el centro.

Además, en el jardín se ha hecho compostas, donde realiza tours cortos para los turistas sobre cómo mantener un cuidado con ellos y digamos que ese era nuestro plan, ahora lucho entre ser el centro de atención o contra las compostas.

Mi teléfono vuelve a sonar y si bien lo cojo, ignoro la llamada y mantengo mi atención en los clientes, me cruzo de brazos observando a papá y sonrio.

Y en mi bolsillo, mi teléfono vuelve a sonar, miro la pantalla y...

—Vaya, realmente me estás ignorando.

Abro mucho los ojos y me giro en dirección a la voz, Nate se encuentra de pie aquí.

En Rosemary Beach.

Me sonríe bajando el teléfono.

—Hola, león marino.


Perfecta SincroníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora