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Rayan:

El sonido de mi despertador es lo que me hace abrir los ojos en la mañana y aunque Nate sigue dormido, papá no.

Es más, el esta parado delante de nosotros con mi despertador en mano.

Mierda...

Golpeo con mi codo a Nate, escucho que se queja y pedirme que lo deje seguir durmiendo, por eso mismo le doy un golpe más fuerte y sus ojos se abren, o eso intuyo, porque siento su reacción temblorosa detrás de mi.

Nate se levanta de golpe.

—Señor Peppers.

Papá le da una mirada fija.

—Papa. —Le pido.

El apaga mi despertador.

—Son las 6 de la mañana.

Mierda.

Me levanto. —Vamos...

—Aún está oscuro.

—Perfecto para entregar cebo. —Pronuncio y río con la expresión de Nate.




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Abro la puerta trasera de la camioneta y regreso a la tienda.

—¿Cómo vas?. —Pregunto mientras veo a Nate sacar el cebo fresco y colocarlo en un balde limpio.

Saca un gusano y me lo muestra, sus ojos examinan al animal como si se tratara de una nueva especie, mientras este se retuerce en sus manos.

Lo que hago es reír.

—¿Cómo puedes hacer esto sin vomitar?

—Practica. —Lo señalo. —Y vivir con cebo toda tu vida.

Nate coloca el gusano junto a los demás.

—Una chica de mi ciudad saldría corriendo si viera esto.. —Me dice.

Una chica...

Trago saliva. —¿Y cómo son las chicas...

Sus ojos me observan.

—¿De Panamá City?. —Completa por mi. —No he salido con muchas así que no puedo dar una opinión en general, pero si te puedo asegurar que odian el cebo.

—Así que has salido con varias...

Arquea una ceja. —¿Estas celosa, León Marino?

No respondo y le doy la espalda.

—Salimos en cinco minutos. —Le indico.

—¡No me has respondido, Rayan!. —Me grita de forma graciosa.

Perfecta SincroníaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora